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Encuentros 43

¿Qué es creer?

Nelson Martínez Rust:

 

¡Bienvenidos!

Por el momento dejemos de lado la consideración del sujeto que cree: “Yo”. Pasemos al siguiente elemento, la acción que ese “Yo” ejerce: la afirmación, “Creo”. ¿Qué es creer? A esta interrogante se nos respondió en cierta ocasión: “Sé más o menos de qué se trata, pero el acto de creer, en cuanto tal, para mí, continúa permaneciendo oscuro”. Esa fue la respuesta de una persona “creyente”.

Todos, en algún momento de nuestra existencia, nos interrogamos por la esencia del acto de creer. La decisión de creer o no creer se ubica entre los trascendentales más importante de la existencia, si no el más importante, que el ser humana tiene que resolver. Tarde o temprano la interrogante asaltará nuestra conciencia, siendo imposible evadirla. Ésta es la razón por la cual conviene interrogarnos sobre su significado y la justificación que debe acompañar al acto de creer o no. En consonancia con la respuesta que se asuma dependerá la orientación que le demos a nuestra existencia y la respuesta al porqué de nuestras actitudes y comportamiento.

Cuando el creyente dice: “Yo creo en Dios”, está expresando una respuesta positiva a la triple iniciativa – invitación – que Dios que le formula. A saber: a la iniciativa de Dios creador que está en el origen de todo lo creado; a la iniciativa del Hijo que ha venido a vivir en medio de los hombres, a entregar su vida por la salvación del hombre y a resucitar glorioso para abrirnos las puertas del cielo, y, finalmente, a la iniciativa del Espíritu Santo que ha sido dado a la Iglesia.  Esta triple iniciativa está consignada en el diálogo que se tiene cada año al renovar las promesas bautismales en la solemne liturgia de la Vigilia Pascual. La frase que el cristiano utiliza para responder a la triple interrogante es “Si, yo creo”. Ahora bien, si la fe es una respuesta, se supone que hay un Dios que previamente ha tenido la iniciativa de hablarnos, de comunicarse, de invitarnos a “la aventura de creer”. Ciertamente que la idea de un Dios que habla al hombre no es tan evidente y presenta interrogantes. Se trata del difícil problema de la “Revelación” que no abordaremos ahora. Por el momento retengamos el hecho de que la fe cristiana se fundamenta en una “Alianza” (Gn 17,1-27), desproporcionada y bilateral – Dios y la Criatura -, en la cual Dios-Padre nos ha donado todo por medio de su Hijo Jesucristo, y, a su vez, le ha otorgado al hombre la capacidad de responder en libertad. De esta manera, Dios se ha interesado por el hombre. Sobre la realidad de la “Alianza” – invitación y promesa – descansa el asentimiento de la fe.

¿El acto de creer se opone al “saber científico”? El saber científico es una forma original de relacionarse con el objeto del conocimiento: se habla de “ciencias exactas”. Por el contrario, el objeto del creyente se muestra con menor certeza. Se sitúa en el orden de la “íntima convicción”. Por lo tanto, el acto de fe siempre dejará un espacio para la duda razonable y la investigación. La ideología contemporánea confía en el saber científico, diríamos que de manera casi ciega; y se muestra sumamente dubitativa con respecto al ámbito de la fe. Éste es un ámbito del orden personal, del cual no se discute, dice, pero del que no se puede partir. Si analizamos el mundo de las ciencias encontraremos que el acto de creer no es solo una actitud religiosa, sino también una realidad muy humana que se ha tornado general, que también se manifiesta en el mundo científico, y que la oposición entre el hecho de creer y saber no es tan simple como aparece. La fe nos brinda información cotidiana tanto en el ámbito científico como en el del creyente. Está presente en ambos mundos del saber. Ninguna “demostración” puede originar el acto de fe en otro.

Lo que hemos querido mostrar es que el acto de fe es un acto muy humano. Hemos querido describir el acto religioso de creer, tal como se expresa en la tradición judeo-cristiana con la finalidad de mostrar su complejidad, pero también la inmensa riqueza que encierra este misterio de amor. Es una experiencia que cuando es vivida radicalmente transforma la realidad humana desde la raíz, porque es fruto de un encuentro hecho mediante la gracia y la libertad.

La fe cristiana no es una “religión del libro”. El cristianismo es la religión de la “Palabra” de Dios, “no de un verbo escrito y mudo, sino del Verbo encarnado y vivo”. Para que las Escrituras no queden en letra muerta, es preciso que Cristo, Palabra eterna del Dios vivo, por el Espíritu Santo, nos abra el espíritu a la inteligencia de las mismas” en Catecismo de la Iglesia Católica, 108

 

Valencia. Noviembre 14; 2021

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