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¿Cuán débil es la Iglesia Ortodoxa Rusa? La guerra golpea su prestigio… y su expansión

¿Cuán débil es la Iglesia Ortodoxa Rusa? La guerra golpea su prestigio... y su expansión

La Iglesia Ortodoxa Rusa se ha presentado durante años como la mayor en tamaño de las Iglesias ortodoxas, con un cierto derecho a actuar como un hermano mayor sobre las otras, puesto que casi todas están en países pequeños (Bulgaria, Grecia, Serbia, Georgia…) o viven muy limitadas en países de mayoría musulmana o no cristiana.

Hace unos años, al Patriarcado de Moscú se le calculaban unos 95 millones de fieles en Rusia y otros 15 millones en países cercanos, con 40.000 clérigos y 38.000 parroquias (habría que sustraer las que se han pasado a la nueva Iglesia autocéfala ucraniana).

Comparémosla con la Iglesia Ortodoxa Rumana, en principio mucha más pequeña, con unos 17 millones de fieles, unos 15.000 sacerdotes y otras 15.000 parroquias.

Ahora ambas iglesias han anunciado lo que han recaudado para refugiados, desplazados y víctimas del «conflicto» en Ucrania (como lo llama la web del Patriarcado moscovita). Tras un mes de esfuerzos y 3 colectas dominicales especiales, a 30 de marzo la Iglesia Ortodoxa Rusa anunciaba que ha recaudado 143 millones de rublos (1,6 millones de euros).

Los dedicará a «la asistencia de la iglesia a los refugiados y civiles heridos», y asegura que 44 diócesis ortodoxas rusas están ayudando a unos 23.000 «desplazados internos». Se refiere a gente del Dombás que ha cruzado la frontera y se aloja en centros, por lo general, estatales. Un repaso a las webs moscovitas muestra que la mayor parte de la ayuda eclesial consiste en apoyo espiritual y entrega de alimentos y productos a esos desplazados, con el alojamiento por parte del Estado. En otra nota del portal del patriarcado, MosPat, se anuncia que «la ayuda humanitaria de la iglesia se entregó a los civiles que sufrían en Donbás, así como a las regiones de Járkov y Jersón«.

Comparemos con lo que a 24 de marzo anunciaba el Patriarcado de Rumanía (por ejemplo, en el Orthodox Times): sus diócesis y organizaciones han aportado a las «víctimas de la guerra» 5,2 millones de euros.

Es decir, los ortodoxos rumanos, que son extranjeros y de un país bastante pobre, aportan tres veces más que la Iglesia Ortodoxa Rusa.

El Patriarcado rumano da más detalles: en la semana del 18 al 24 de marzo, 1.900 sacerdotes y voluntarios de la Iglesia colaboraron en actividades con refugiados y víctimas, han trasladado a 9.400 refugiados, orientado a casi 9.000 y alojan en la actualidad a 11.000 refugiados (de los que 7.300 comen de recursos de la iglesia). En las semanas anteriores trasladaron a otras 40.000 personas y alojaron a otras 8.000.

Reportaje breve de la BBC: unas refugiadas de Járkov con niños en un monasterio ortodoxo en los Cárpatos rumanos.

Según ACNUR, a 30 de marzo hay 4 millones de ucranianos que han huido del país, de los que 600.000 están en Rumanía, que no deja de ser uno de los países más pobres de Europa.

¿De verdad los ortodoxos rusos religiosos sólo pueden aportar 1,6 millones de euros?

Cáritas Española no ha recopilado aún datos de lo que ha recaudado para Ucrania, pero ya se sabe que Cáritas Diocesana de Jaén (la provincia más pobre de España, pero de las más religiosas) ha recaudado 200.000 euros, Ciudad Real 150.000, Barcelona un mínimo de 370.000, Valencia 315.000 y casi cualquier diócesis rural y envejecida -Soria, Zamora, Urgel- supera los 40.000. No hay duda de que las 5 mayores diócesis españolas -Madrid, Valencia, Barcelona, Sevilla, Málaga- suman más ayuda a la lejana Ucrania que toda la Iglesia Ortodoxa Rusa.

¿Por qué los ortodoxos rusos aportan tan poco? Quizá esperan que lo haga el Estado, piensan que el Gobierno ruso se encarga. Quizá piensan que una mera «operación especial militar» no requiere gran esfuerzo caritativo y que los refugiados son unos pocos (ACNUR habla de 350.000 huidos a Rusia). Después de todo, la propaganda del Gobierno es que la «operación» va muy bien, que casi no muere nadie y que los rusos van a pasar algunas estrecheces por culpa de las sanciones de Occidente.

Pero hay otra explicación: en realidad, la Iglesia Ortodoxa Rusa es muy débil. Pocos rusos son practicantes.

Mientras que un sondeo de 2015 en Rumanía detectaba que un 84% de rumanos declaraba cumplir con el domingo y las fiestas religiosas, y un 65% rezaba regularmente, en Rusia en 2012 -y probablemente también en 2022- sólo entre el 2 y 4% de los rusos se acercaban a misa en Navidad. Una encuesta del Centro Levada de 2012 calculaba que un 30% de los rusos que se declaran ortodoxos no cree en Dios: al declararse ortodoxo, quiere decir, simplemente, que no es un tártaro, un uzbeco o un buriato, es decir, que no es musulmán ni budista.

Cristianismo en Ucrania: cerca de Polonia, mucho; cerca de Rusia, poco

Ucrania es uno de los países de Europa en los que el cristianismo ha crecido en el siglo XXI. En el año 2000, se declaraban creyentes un 60%; en 2016, lo hacía un 70%. Parece que la mitad de los que titubeaban entre creer y no creer (un 22% en el 2000) se fueron haciendo creyentes, porque en 2016 eran solo un 10%.

Un sondeo del centro Razumkov con más de 2.000 personas en 2016, por regiones, da resultados interesantes. En el Oeste, con Leópolis como capital, la zona con más católicos y más influencia polaca, que perteneció al antiguo Imperio Austro-Húngaro, se declaran creyentes el 91%. En esa región, el 30% de la población es grecocatólica (el 60% en la provincia de Leópolis).

En cambio, en el Este, en el Dombás, con ciudades industriales creadas de la nada por los soviéticos y pobladas por trabajadores traídos de Rusia, los creyentes son sólo un 57% y los grecocatólicos casi indetectables.

Tabla sobre adscripción de los ortodoxos ucranianos a distintas iglesias ortodoxas de 2000 a 2018

El cambio entre los ortodoxos

En 2014 Rusia se anexionó militarmente Crimea y la mitad del Dombás quedó fuera del control de Ucrania y llena de milicianos armados y apoyados por Rusia. El Patriarca Kirill, desde Moscú, no se sumó a las celebraciones de Putin. No lo condenó pero tampoco lo alabó, cuando casi todos en Rusia lo hacían. Muchas de sus parroquias estaban en Ucrania y no quería enfadarlas más.

Hay quien considera que Putin vio la falta de entusiasmo patriótico del Patriarca y dejó entonces de considerarlo como un aliado y consejero, para verlo, simplemente, como otro funcionario al que vigilar y amedrentar.

Después, en enero de 2018, el Patriarcado de Constantinopla reconoció a Kiev como una metrópolis propia, una Iglesia autocéfala, no gobernada desde Moscú, lo que culminó la ruptura entre Moscú y ConstantinoplaKirill declaró cismática a Constantinopla y a todos los que apoyaran a Constantinopla y reconocieran la nueva Iglesia Ortodoxa Ucraniana, que son Grecia y el Patriarcado de Alejandría (los greco-ortodoxos de toda África).

La iglesia de Antioquía (pobre, en Oriente Medio) y la de Serbia (aliada tradicional) se han pronunciado a favor de Moscú. Otras 8 iglesias permanecen calladas, sin tomar partido, pero el analista Stefano Capria, en AsiaNews, considera que todas ellas (Jerusalén, Bulgaria, Rumanía, Albania, Chipre, Polonia, Moldavia y Georgia) cada vez parecen más dispuestas a tomar partido contra Moscú, sobre todo a partir de la invasión de Ucrania.

Estas 2 fechas (2014 y 2018) son importantes para entender el trasvase de fieles ucranianos de Moscú a Kiev. Durante muchos años, numerosos ucranianos se negaban a elegir entre Moscú y Kiev y declaraban ser «simplemente ortodoxos».

En 2013, ambas obediencias estaban empatadas con un 18 o 19% de la población, y un 29% de «simplemente ortodoxos» que trataban de esquivar el conflicto. Pero tras la anexión de Crimea en 2014, los ortodoxos «moscovitas» se quedan en un 15% frente a un 25% que reconocen a Kiev. Tras el reconocimiento de Constantinopla, Moscú bajó aún más. Que Moscú rechazara participar en el intento de concilio panortodoxo de 2016 en Creta -habría sido el primer concilio panortodoxo en los mil años de historia de la ortodoxia- marcó aún más la línea «diferencial» de Rusia.

Después de más de un mes de invasión rusa de Ucrania, el Metropolita Epifanio de Kiev -de la nueva Iglesia Ortodoxa Ucraniana- ha anunciado que 100 comunidades que estaban bajo la obediencia de Moscú (entre parroquias y monasterios) han empezado el proceso de pasarse a la de Kiev.

Epifanio se expresó así en redes sociales: «Ucranianos que han estado en el engaño espiritual hasta ahora están comenzando a ver. Comunidad tras comunidad, en toda Ucrania, en todas las regiones, no solo en Occidente, sino también en el Centro, en el Este y en el Sur. Y según la ley [civil ucraniana] toda comunidad tiene derecho a cambiar de jurisdicción. Por lo tanto, insto a las comunidades del Patriarcado de Moscú a que continúen tomando las decisiones adecuadas, no a permanecer en silencio, sino a unirse a la Iglesia ortodoxa reconocida«.

Reunión del Patriarca Epifanio de Kiev con el arzobispo mayor de los grecocatólicos, Shevchuk

Reunión el 23 de marzo del Metropolita Epifanio de Kiev (a la derecha) con el arzobispo mayor de los grecocatólicos, Sviatoslav Shevchuk. El primero pastorea entre el 23 y 27% de los ucranianos, ortodoxos que dejan la obediencia a Moscú. El segundo es el pastor de 9 o 10% de los ucranianos, que son católicos de rito bizantino. En la provincia de Leópolis son casi el 60%. 

El analista de AsiaNews Stefano Caprio hace sus números. «Moscú [el Patriarcado] corre el riesgo de quedarse sin su mitad occidental, que es la parte más devota y fiel. En Rusia, de los 80 millones de ortodoxos nominales, solo acuden a la iglesia 5 millones como máximo. En cambio, de los 15 millones de ucranianos [ortodoxos de obediencia moscovita hasta ahora], más de la mitad van regularmente a la iglesia«.

¿Qué han hecho los obispos ortodoxos rusos al reunirse?

El 25 de marzo, se reunieron en Moscú los obispos del Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Rusa, pero no pudieron acudir «por la actual situación internacional», el Metropolita Onofre de Ucrania, el Metropolita Inocencio de Lituania y el Metropolita Antonio, del norte de Ucrania. Es decir, los que podían aportar una visión más amplia e internacional.

Sínodo de los obispos ortodoxos rusos en marzo de 2022 en Moscú

Sínodo de los obispos ortodoxos rusos el 24 de marzo de 2022 en Moscú… sin los de Ucrania ni Lituania. Kiril pone al ex-responsable de Minsk a supervisar toda la ex-URSS.

Kiril anunció un nuevo macrodepartamento para el «exterior cercano», es decir, los países de la antigua URSS, recuperando una frase de la época soviética que no se usaba desde hace muchos años. Al frente estará Pavel (Ponomaryov), que era el Metropolita de Bielorrusia hasta que con las protestas de 2020 no mostró entusiasmo suficiente por el régimen de Lukashenko en Minsk y Kirill le convocó a Moscú. Ahora se le encarga una supervisión desde Moscú de Ucrania, Bielorrusia, los países bálticos, Kazajstán, Asia Central y Azerbayán.

¿Es esto una falta de confianza de Kirill en los obispos locales a raíz de la guerra ucraniana? Muchos creen que esta estructura existe precisamente para supervisarlos.

A la conquista rusa de África

En el mismo encuentro, mientras bombas rusas caen sobre feligreses ortodoxos rusos y rusohablantes en Ucrania, el Sínodo anunció que pronto se dirán los nombres de la jerarquía propia y novedosa que Moscú va a implantar en África, al considerar cismático al Patriarcado de Alejandría. Alejandría lo considera un movimiento neocolonial y pide a todos los greco-ortodoxos del continente que se alejen de ese desembarco ruso.

Por el momento, Moscú pone al frente al ruso Leonid (Gorbachov), de 54 años, con experiencia en ejército, que durante 3 años fue el obispo ortodoxo ruso de Argentina (sin lazo alguno con el país). Ya era responsable para Armenia y lo combinará con África.

Kirill mismo escribió una carta contundente al patriarca Teodoro II de Alejandría (un griego de Creta que estudió humanidades en Odesa), carta que publicó en varios idiomas en MosPat.ru: «El acuerdo de la Iglesia Rusa es que las personas que reconocen a la cismática autodenominada Iglesia Ortodoxa de Ucrania entran ellas mismas en cisma».

Y añade: «Las acciones del Patriarca Bartolomé en Ucrania son la plenitud de los astutos manejos de enemigos de la Ortodoxia que desean separar a Rusia y la Iglesia Ortodoxa Rusa de las Iglesias griegas». «Las acciones del Patriarca Bartolomé han destruido la unidad de la ortodoxia mundial. Lamento profundamente que usted también sea parte de estas acciones».

Bartolomé se hace fotos en Varsovia con refugiados

Mientras tanto, el Patriarca Bartolomé de Constantinopla ha acudido esta semana a Varsovia, a visitar refugiados ucranianos acogidos en parroquias ortodoxas de Polonia (los ortodoxos en Polonia son pocos, unos 160.000, con unas 280 parroquias). Es una forma de mostrar en la prensa y las webs ortodoxas que los ucranianos huyen de su país por las bombas rusas, y también que no sólo los católicos acogen refugiados.

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Bartolomé, Patriarca de Constantinopla, visita a los refugiados ucranianos del centro Cultural Ortodoxo de Varsovia, el 28 de marzo. La prensa de los países ortodoxos se hace eco. ¿Qué puede hacer su rival Kirill, desde Moscú, para llegar a los ortodoxos ucranianos?

Bartolomé aseguró a los refugiados ucranianos alojados en el Centro Cultural Ortodoxo de Varsovia su oración y apoyo a la nación ucraniana «en este difícil periodo de guerra». También visitó a Andrzej Duda, el presidente polaco, al que agradeció el esfuerzo de su país por ayudar a los ucranianos. El martes se reunió con representantes de la Iglesia Católica del país.

Una general en la reserva, Ministra de Veteranos

Mientras tanto, en Ucrania los obispos ortodoxos y el arzobispo mayor de los grecocatólicos hablan con tonos patrióticos y piden oraciones por la victoria en la guerra, la derrota de los invasores y por el salvo retorno a casa de los soldados.

El 27 de marzo de 2022, el Metropolita de la Iglesia Ortodoxa de Ucrania, Epifanio, se reunía y fotografiaba con Yulia Laputina, una general en la reserva que desde 2020 es Ministra (del Gobierno, no de culto) de Veteranos, lo que ya indica la importancia que el país da a los que han servido en el ejército.

El Metropolita Epifanio, de la Iglesia Ortodoxa de Ucrania, con la Ministra ucraniana de Veteranos, Yulia Laputina

El Metropolita Epifanio, de la Iglesia Ortodoxa de Ucrania, con la Ministra ucraniana de Veteranos, la general retirada Yulia Laputina. El Ejército y la sociedad aprecian el apoyo espiritual del clero.

Epifanio habló de la importancia del trabajo de los capellanes con los militares, no solo en guerra, sino también después. “A través de su ministerio, la Iglesia contribuye al logro de la victoria y muestra preocupación por nuestros defensores y gratitud hacia ellos”, dijo el obispo. Yulia Laputina estuvo de acuerdo: «Después de la victoria también tendremos mucho trabajo conjunto con la Iglesia, con los capellanes. Gracias por su apoyo espiritual a nuestros soldados y a todo el pueblo. Sus oraciones y palabras son realmente inspiradoras”.

La revista de los ortodoxos rusos que no son rusos

Una ventana peculiar es la revista Fomá (Foma.ru), ligada a la Iglesia Ortodoxa Rusa pero que se publica desde varios países y en varios idiomas, lo que le da algo más de pluralidad. En las polémicas entre Moscú y Constantinopla, Fomá era evidentemente pro-moscovita. Pero desde el inicio de la guerra, la revista trata el tema lo mínimo y se centra en testimonios de fe, consultorios y recetas espirituales.

En una declaración de intenciones, explican que la revista es fruto «de una comunidad de personas de Rusia, Ucrania, Kazajstán, Bielorrusia, Alemania, Estados Unidos y varios otros países». No hablan de «guerra» (palabra prohibida por Putin) sino de «situación en Ucrania». Aseguran que rezan por la paz. Y se niegan a definir cómo debería Dios resolver la situación.

«Si a alguien le indigna que llamemos a orar por la paz sin especificar exactamente cómo se debe establecer esta paz, le respondemos: la oración no es pedirle a Dios que cumpla nuestros planes o los de otra persona. No es casualidad que muchas oraciones terminen con las palabras: “Sin embargo, no como yo quiero, sino como Tú quieres”. Podemos decirle a Dios lo que queremos. Debemos orar por el mundo, por nosotros mismos y especialmente unos por otros. Pero cómo organizar exactamente lo solicitado depende solo de Él. Esto no significa que uno no deba esforzarse».

Iglesias destruidas en el Orthodox Times

En el otro lado, está el Orthodox Times, alineado con Atenas, Constantinopla, y prácticamente cubriendo noticias ortodoxas de todo el mundo, señalando los horrores de Rusia. Como tema de portada, un fotorreportaje de templos dañados por bombardeos en la Laura de Sviatohirsk (monasterio con monjes y refugiados en el campo), en Severodonetsk, en Járkov, en Bobryk, en Schastie…

«Uno esperaría que un país cristiano ortodoxo, que incluso proclama el cristianismo y la cultura ortodoxa como uno de sus principales valores, respete la herencia eclesiástica del pueblo ortodoxo ucraniano. Sin embargo, esto no ha sucedido hasta ahora. Los bombardeos rusos han destruido un total de 30 iglesias, mezquitas y sinagogas, así como infraestructura urbana, hospitales, salas de maternidad, jardines de infancia, escuelas y museos», denuncia el reportaje (quizá es más exacto hablar de templos «dañados» que destruidos).

«Vale la pena señalar que la mitad de las iglesias destruidas por el ataque ruso son monumentos arquitectónicos que sobrevivieron a la Primera Guerra Mundial, resistieron las políticas ateas de la Unión Soviética y a los nazis durante la Segunda Guerra Mundial», añade el texto.

La encrucijada ortodoxa y el Papa

Más allá de los edificios, toda la Ortodoxia se encuentra en una encrucijada. Si se une demasiado a cada nación y sus intereses nacionales, cae en el etnofiletismo (acusan de eso a la Iglesia Rusa que habla del «mundo ruso», que en su opinión incluye Ucrania). Por el contrario, si se presenta como una fraternidad unida por sínodos y concilios, está hoy más desunida que nunca, además de llevar mil años sin ser capaz de convocar un concilio.

Varios de sus Patriarcas se acusan mutuamente de cismáticos y media ortodoxia señala a Kirill como si fuera una división de tanques más en la cartera de Putin, y no un constructor de la paz.

El Papa Francisco, precisamente por estar «fuera» del sistema y tener una relación correcta tanto con Kirill (con el que habló por videoconferencia recientemente) como con Bartolomé puede intentar aportar serenidad y quizá algo más. Pero ha de hacerlo con discreción: para un 30% o más del clero ruso, y quizá otro tanto del griego, el Papa de Roma -cualquiera en el cargo- es prácticamente el Anticristo. Lejos está el mandato de Cristo: «Que sean uno, Padre, como tú y yo somos uno». Y también el de «Pedro, apacienta mis corderos».

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