Ucrania: dos meses de guerra y un horror sin fin
Los misioneros salesianos siguen trabajando en mitad de un drama humano
“Muchas ciudades son fantasmagóricas. Donde habitualmente había personas yendo y viniendo, paseando, comprando… Hoy son ciudades vacías, con olor a muerte, cráteres de explosiones y coches incendiados. Cada día es un horror sin fin”
La guerra en Ucrania que comenzó el 24 de febrero continúa dejando horror, destrucción y muerte. Más de 7,5 millones de personas han tenido que abandonar sus hogares dentro del país y más de cinco millones de ucranianos, la mayoría mujeres y menores de edad, se han convertido en refugiadas en otros países europeos. Los misioneros salesianos trabajan desde el primer día sin descanso para ayudar a la población civil en Ucrania y a aquellos que han tenido que refugiarse en otros países. “Es difícil entender todo lo que está ocurriendo. Estamos viviendo un drama humano”, explica el misionero salesiano Maksym Ryabukha desde Kiev. “Las masacres que estamos viendo en ciudades cercanas… es todo muy difícil de entender”, añade.
“Muchas ciudades son fantasmagóricas. Donde habitualmente había personas yendo y viniendo, paseando, comprando… Hoy son ciudades vacías, con olor a muerte, cráteres de explosiones y coches incendiados. Cada día es un horror sin fin”, asegura el misionero.
Pero en medio de los bombardeos y del miedo, los misioneros salesianos «seguimos trabajando para entregar alimentos, medicinas, ropa… artículos de primera necesidad. Se está realizando casi a diario en las zonas más afectadas de Ucrania, como en Dnipro, Lugansk, Donetsk, Kharkiv… y también tratamos de evacuar a las personas a lugares seguros”, explica el director de MISIONES SALESIANAS, Luis Manuel Moral.
“Sigo dando clases en Zhytomyr, con mi teléfono móvil para que los alumnos se puedan conectar online y con el sonido de las explosiones de fondo”
Además, continuamos atendiendo y acogiendo a las personas que continúan saliendo del país y que necesitan ayuda. “Les ofrecemos alojamiento, comida, ayuda material, atención médica, psicológica y la posibilidad de escolarización para los menores”, asegura el salesiano Marcin Wosiek desde Cracovia. “Todas se muestran muy agradecidas, pero tienen el mismo deseo: que la guerra termine cuanto antes para regresar a sus casas y reunirse con sus familiares”, continúa.-