#EnFotos | San Onofre volvió a las calles de Caracas junto a sus devotos

Agradecimiento y devoción. Esto fue lo que predominó este domingo 12 de junio, en el marco de la Solemnidad de San Onofre, cuando la imagen —que permanece en el templo San Francisco, en Caracas—, salió de su morada y recorrió algunas zonas aledañas durante su procesión en el centro de la ciudad.

“Teníamos dos años que no se daba la procesión (por la pandemia del Covid-19). Por lo general se acostumbra dar la vuelta a la Asamblea Nacional. Es muy significativa para la gente. Volver a hacerlo representa una gran alegría”, explicó el Párroco de San Francisco, Presbítero Fidel Torres sj.

Se trata de una imagen a la que sus feligreses veneran desde finales del siglo XVII.

“En el templo de San Francisco la imagen de San Onofre se venera, aproximadamente, desde el año 1640. Es una imagen que inspira cercanía. Mucha gente va y entra al templo para encomendar el día. Se están unos dos o cinco minutos. Le piden para que se pueda resolver su situación económica”, señaló Torres.

Fueron cuatro Eucaristías (8:00 am, 10:00 am, 12m y 4:00pm) las que se celebraron este domingo. Pasadas las cinco de la tarde, tras finalizar la última misa dominical, la feligresía caraqueña lo acompañó en su peregrinaje.

San Onofre es conocido como el patrono del trabajo y los desempleados, por ello, aquellos devotos que están en busca de un empleo suelen rezarle una oración especial, para que les conduzca hacia el trabajo deseado; mientras que, aquellos que ya lo han obtenido, agradecen y ruegan al santo su ayuda para conservarlo.

“Los devotos se acercan porque les ayuda a conseguir empleos, conseguir casas o alcanzar logros. También le piden por la salud, la venta de inmuebles. También se identifica con la gente por su manera sencilla, austera y porque la gente lo siente muy cercano. Es un santo que cuida el bienestar de la familia”, señaló el Párroco.

La historia de San Onofre se conoce como uno de los mejores ejemplos de amor a Dios y rechazo a la riqueza monetaria. Nacido príncipe, creció lleno de comodidades en la actual Etiopía, pero un día, cuando vio la pobreza y los padecimientos que vivía el resto de la gente, decidió renunciar a la fortuna y al trono.

La tradición versa que el santo se convirtió en un ermitaño y se internó en el desierto, donde se dedicó a la meditación y la oración.