Opinión

Nuestro problema es venezolano…

...e insuperable con falsedades

Egildo Luján Nava:

La absurda invasión del coloso Ruso a Ucrania, con pretensiones de conquista y de posible avance sobre Europa, ha puesto en peligro la Paz mundial. Los países democráticos  del mundo Occidental ( OTAN) han tenido que intervenir en ayuda de Ucrania, logrando prolongar y complicarle la supuesta fácil invasión

a Putin, causándole grandes daños físicos y materiales a su país, la economía del mismo y de sus aliados.

Le guste o no al jerarca ruso, lo cierto es que la invasión aparentemente distante, ha alterado el  equilibrio económico global y de abastecimiento de todo tipo de recursos en el mundo. En el caso de Ucrania, por ejemplo, uno de los mayores productores de trigo a nivel global, el país no ha podido despachar el preciado grano y otros productos, alterando así la cadena alimenticia y sus costos a nivel mundial.

Europa y Estados Unidos, por su parte,  han reaccionado ante la invasión y las restricciones que se han creado en el consumo de gas, como de 4 millones de barriles de petróleo diario provenientes de Rusia, a la vez que le aplican severas y drásticas sanciones económicas al «enemigo», como a su envalentonamiento.

Lo que ha sucedido, hasta ahora, es que lo que se ha planteado  ha obligado al mundo Occidental, especialmente a Europa, a buscar otras fuentes suplidoras seguras de hidrocarburos. Y, por lo pronto, lo único que se ha hecho presente, poniendo sobre la mesa una interesante oferta, sin duda alguna, ha sido Venezuela. Es que le asiste una ventaja,  y no es otra que su potencial de reservas probadas, y menos problemas para la extracción, entre tantos que exhiben los oferentes del Medio Oriente.

La solución en materia de oferta petrolera y llamada Venezuela, desde luego, no es que goza de la ventaja de presentarse como una opción rápida y confiable. Después de todo, no hay que olvidar que si existe hoy una distinción competitiva criolla, no es precisamente la que sembró el fallecido Presidente cuando se permitió apelar a sus aires de grandeza para destruir la industria del crudo en su totalidad, mientras que sus obedientes segundones bendecían el procedimiento contra venezolano.

Eso hay que revertirlo, porque tampoco hay que olvidar que la destrucción sectorial obedeció  a malos manejos, corrupción administrativa, instalaciones olvidadas, pozos adormecidos  y sostenimiento de un discurso de falsa grandeza política. Más allá del cumplimiento de la entrega sumisa y obediente al consumo cubano, la inmensa y dolorosa verdad es que, al final, las posibilidades de producción están en precarias condiciones.

La historia petrolera criolla mantiene invariable el rostro que le impuso el Gobierno de los casi cinco lustros. Y se trata de que para que pueda pasar a ofertar confiablemente petróleo  para hoy, el mediano futuro  y el mañana, necesita de una inversión calculada en 250 mil millones de dólares. Y únicamente para restaurar la producción masiva y rentable que tenía en el pasado, obviamente, que ofreciendo una mínima garantía jurídica.

Es verdad, aquellos urgentes necesitados de petróleo que están ansiosos de formalizar algún entendimiento confiable con Venezuela o cualquier otro suplidor, aparecen, como se dice en criollo, «Como caimán en boca de caño». Y hasta se cree que ya estarían  listos para entrar a Venezuela, además de recuperar e iniciar la producción tan necesaria e indispensable para el mundo.

¿Pero es posible que, realmente, se produzca algún negocio confiable, seguro  y de largo plazo, dependiendo exclusivamente de aquello que pudiera garantizar el gobierno venezolano?.

«El interés y el amor se fueron al campo un día, y más pudo el interés, que el amor que se tenían». ¿0 es que acaso los escenarios del presente y del futuro inmediato no responden al entorno político nacional, con o sin oposición como parte del entendimiento?.

En Venezuela, por su parte, el liderazgo político opositor no ha querido entender que esas  enormes reservas de gas y del petróleo, indispensables para el consumo energético mundial, «VAN A SER NEGOCIADAS CON O SIN LA  ANUENCIA venezolana». De hecho, ya los Estados Unidos  han enviado dos comisiones al país, camufladas bajo otros supuestos intereses.  Y lo obvio es que  todo indica que predomina un  interés subyacente alrededor del petróleo venezolano.

Inclusive, el Presidente de Francia, Emmanuel Macron, declaró recientemente que  «El petróleo venezolano también debe poder volver al mercado mundial».  Y el régimen venezolano respondió que  «Venezuela está lista para recibir a las empresas petroleras internacionales». Irremediablemente, esto va a pasar y de no tomar una decisión interna y urgentemente, la considerarán  externamente por los venezolanos.

Sinceramente, ¿cuántos y quiénes gozan hoy de la posibilidad de decidir sobre el comportamiento de los acuerdos en nombre y representación de Venezuela?. Aunque no es dudar que, como siempre, se harán sentir aquellos que creen estar en posibilidades de asegurar su lugar para estar sentados deshojando la Margarita, mientras se decide sobre tan importante y valioso recurso, cuando al mundo  le urge y necesita del crudo venezolano, la verdad es que el momento demanda otras actitudes.

Y tal posición se trata de que, la actual, es la oportunidad  casi caída del cielo, para que Venezuela, en todo su esplendor,  comience a  recuperar su potencialidad competitiva  en el orden energético. Pero no, nunca más, para que dicha alternativa pase a ser otra nueva e histórica ubre prodigiosa para venideras generaciones exclusivamente. Tiene que ser para que Venezuela, de una vez por todas, se convierta en una seria respuesta a las opciones de trabajo de su población, producción, competencia y competitividad, en un ambiente de libertad y de respuesta a una cierta estrategia económica y social  para las siguientes décadas del Siglo XXI.

Pero ¿cómo abordarlo?. El conflicto interno enorme y prolongado que existe en Venezuela, indica que el país está prácticamente destrozado, por ser improductivo, a la vez que sirve de asiento de  una población sumida en miseria y hambre. Es una nación incrédula que,  mayoritariamente, no cree en el régimen, tampoco en los líderes partidistas de la oposición. A ambos segmentos, los perciben  con un gran desprestigio y causa suficiente para el rechazo.

¿Y qué deberían hacer tales estamentos?. Sin duda alguna, dar un paso atrás, pensar en el país y en el bienestar ciudadano. Y hacerlo con una demostración de desprendimiento,  permitiendo que la Sociedad Civil Organizada, poseedora de los cuadros gerenciales necesarios, con experiencia y honorabilidad para dirigir el país, sea la que actúe poniendo al servicio de la nación,  lo que ya posee, a saber: los programas necesarios para la recuperación a nivel nacional, y en cuenta con los cuadros técnicos que se mantienen en el país, como los que permanecen en el exterior.

Definitivamente, a Venezuela le llegó la hora de dejar de pensar en elecciones primarias. No sólo porque únicamente crean más divisiones y distanciamiento dentro de la misma oposición, sino también porque luego pasarán a convertirse en una expresión racional para concurrir a elecciones amañadas y controladas, y cuyo efecto será  que tan sólo permitirá la continuidad del régimen.

¿Qué hacer?. ¿Cómo hacerlo?.La solución está en nombrar comisiones negociadoras con una agenda clara y definida, integrada por verdaderos expertos que representen a ambas partes, y con la asistencia de mediadores internacionales imparciales, hasta llegar a acuerdos razonables, sin anteponer intereses partidistas, personales y, mucho menos, ideológicos.

Se trata de una negociación que, como tal, implica -y obliga- a tener en cuenta que toda negociación se traduce en dar y recibir. De lo contrario, nunca se podrá llegar a entendimiento alguno. Por lo que es indispensable acordar el nombramiento de un gobierno de transición, de una Junta de Gobierno, integrada por gente honorable de experiencia, y en la que participen representantes políticos, estadistas, oficiales de las Fuerzas Armadas, del sector empresarial y, de ser posible,  de la Iglesia, para que,  a su vez, se comprometa a cumplir  con un plan piloto de recuperación y pacificación de país.

Sólo a título de reflexión, bien vale la pena tener en cuenta que: Japón destruyó una base americana en Pearl Harbor, en una laguna costera de la isla de Uahu, Hawai en Estados Unidos, y en  donde murieron miles de americanos. A su vez,  Estados Unidos lanzó dos bombas atómicas: una en Hiroshima y otra en Nagasaki, Japón, donde también perecieron muchos miles de personas. No obstante, hoy, tales enemigos de entonces, son dos grandes potencias amigas y aliadas.

El comentario anterior no trata de minimizar la destrucción ni el sufrimiento  de los venezolanos. Pero, precisamente, entre los hijos de Venezuela no habrá solución sin antes no se logra un Acuerdo y si no hay la voluntad, intención y decisión de contribuir a sembrar la Paz, crear prosperidad y el bienestar ciudadano.

Sí, definitivamente, hay que pensar en Venezuela. Y la actual es la gran oportunidad histórica de recuperarla. No la perdamos. 

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