No hay duda de que, habiendo tenido una enorme legitimidad democrática producto del tremendo espaldarazo de casi un 80% de la votación en el plebiscito de entrada, la Convención Constitucional desperdició una inmejorable oportunidad para redactar un texto que generara un apoyo mayoritario entre la población. Pero dejándose llevar por los cantos de sirena refundacionales y el radicalismo indigenista, redactó un texto que genera dudas y cuestionamientos incluso entre aquellos que, casi como pidiendo disculpas, anuncian su decisión de votar Apruebo. Es más, hay mucha más gente que dice querer votar Apruebo por lo que simboliza el proceso más que por el contenido de la propuesta de Constitución. Incluso los más firmes defensores del Apruebo insisten en relativizar y minimizar el contenido del texto propuesto por la ya disuelta convención constitucional. Como cuando alguien te hace un regalo que no te satisface, pero tú quieres valorar el gesto, la nueva constitución parece producir dudas incluso entre aquellos que anuncian su voto a favor, aclarando que lo hacen para abocarse después a reformar el texto recién redactado.