Opinión

Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente

Egildo Luján Nava:

Anteriormente a estos ya pasados casi 5 lustros regidos por el «Socialismo del Siglo XXI» -homónimamente «Comunismo»- en un año cualquiera salían para el exterior millones de venezolanos  como turistas.

Y lo hacían para disfrutar de vacaciones, apoyándose en la disponibilidad de dinero para gastar, y en tan buenas proporciones que tales visitantes, además de ser bien recibidos en los comercios y hoteles del mundo, pasaron a ser identificados con base en  un  trato atado a la expresión de «los ta barato, dame dos». ¿Por dispendiosos?. No. Por ser venezolanos y estar viviendo una situación económica propia de un país al que le asistía la ventaja del volumen ascendente de  los ingresos petroleros, como de disposiciones administrativas que lo hacían posible.

Sin duda alguna, se incurrieron en serios y graves  equívocos, hasta que los hechos y las realidades condujeron a la nación a otros escenarios. Y el efecto se tradujo en lo lamentable de una situación que se vive  hoy: del país, continúan saliendo venezolanos. Sólo que  los más de 7 millones de ciudadanos que han migrado, no lo han hecho como turistas,  sino huyendo del hambre, de la miseria y, ante muchos escenarios adversos adicionales,  arriesgando su vida.

Lo cierto es que, al día de hoy, hace 23 años los venezolanos, electoralmente,  compraron una falsa oferta de cambio y de progreso, convencidos de que, ante la verdad de estar atravesando por una crisis socio política y económica, se apostaba como opción ante una realidad innegable. Sólo que lo nuevo se trataba de una posibilidad de cambio incomparable con lo que luego terminaría siendo la situación actual.

Dicha  oferta nunca mencionó al Socialismo del Siglo XXI, ni tampoco a la intención de homologar en la conducción del país al dictador Fidel Castro, apoyado en su bien mercadeada revolución cubana. Todo esto último vino después, emulando las figuras propias del cuento del «Elefante y de la Hormiguita».

Lo cierto es que  hoy, entre cuentos, engaños y la administración de las opciones que ofrece el juego de la política internacional,  Venezuela, Cuba y Nicaragua, entre otros, han terminado siendo una muestra de los países ¿más arruinados? del Continente, sin necesidad de tener que entrar en la descripción de los detalles más conocidos y que así lo certifican.

Lo que sí es inobjetablemente cierto, es que cuando tan situación se relaciona con la composición real de la verdad política del país, los bandos políticos que proyectan tal descripción, se manifiestan desencantados y preocupados. Y así lo hacen  tanto los gobierneros como los opositores, que hoy suman o integran a más de un 85% de la población venezolana que vive reclamando un cambio, mientras que tampoco ocultan su actitud de manifestarse desencantados. ¿Y por qué?. Realmente , porque han perdido la confianza y la credibilidad en la dirigencia política de los partidos de ambas corrientes.

Sin embargo, mientras tal situación de análisis, discusión y estudio sigue convertido en un componente valioso y útil para el entretenimiento político, por su parte, el régimen continúa proyectando una realidad que lo proyecta  reducido y dividido, si bien es cierto que le asiste una ventaja. Y se trata de que controla el «Poder» en toda su extensión autoritariamente, y que tal ventaja se manifiesta en el campo del Ejecutivo, como del Consejo Nacional Electoral, del Judicial, las Policías y, por supuesto,  las Fuerzas Armadas.

¿Y en qué se traduce todo eso?. Sin duda alguna, en la imposibilidad de vivir flotando sobre una mala administración, en altos niveles de corrupción y abundante  desprestigio. Tanto como  para mantenerse muy limitado en su accionar y la captación de necesarias simpatías. Y si a ello se añaden servicios públicos deteriorados e ineficientes, las incontables críticas internacionales y demandas judiciales que no dan tregua, entonces, es inevitable que le acompañen un gran descontento colectivo, además de serios y ácidos cuestionamiento a nivel nacional e internacional. Sin desestimar que todo eso se traduce en la realidad acusadora complementaria, como es lo que se refleja en encuestas que los desaprueban, rechazan y en los que el señalamiento más vertical, entre otros, sigue siendo la solicitud de cambio.

Hablar de cambio y detallarlo en sus más objetivos alcances, equivale a una realidad innegable. Y es aquel que dice que, no obstante la presencia del 85% de ciudadanos conscientes del deterioro, carencias y limitaciones existentes, de mantenerse UNIDOS, tal volumen ciudadano  sería indetenible en su deseo e intención de cambio y recuperación del país. Sólo que esto no está aislado de otra verdad,  y es que la unión tiene que ser «CONSENSUADA»y con base en la participación activa de  una DIRIGENCIA experimentada y de prestigio, como de limpia trayectoria. Además, capaz de  proponer un Proyecto Político de Recuperación Nacional, identificada con el éxito, el desarrollo, el  progreso, la seguridad jurídica, sin hegemonías ni identificación partidista o ideológicas cogolléricas.

Hay un hecho lamentable que tiene su nombre, vigencia y peso en esta situación. Y es que las dirigencias partidistas, tanto del gobierno como de la oposición, han perdido su credibilidad y prestigio al no haber podido lograr en 23 años un entendimiento, ni tampoco una  solución para propiciar o lograr el cambio esperado por el país. Y, en el caso de los dirigentes hoy agrupados en la denominada «PLATAFORMA UNITARIA», sus integrantes apuestan por unas posibles elecciones presidenciales, pasando por unas «PRIMARIAS» que sólo pudieran propiciar más malestar y distanciamiento entre ellos. No sólo por lo que significa el reto de lo que traduce el hecho de   escoger a uno de sus integrantes como candidato de la oposición, es que, además,  se niegan a entender que sus posibles candidatos NO gozan de la aceptación ni popularidad del ya mencionado 85% identificado con la voluntad de cambios.

Por otra parte,  competirían en esas elecciones muchos otros candidatos (Alacranes, independientes y buscadores de fama) que en algún  grado, dividirán el ya exiguo (por abstención) número de votantes opositores. En caso contrario, los partidarios del régimen votarán monolíticamente, con lo cual, es de suponer, superarán cualquiera de los opositores individualmente, y contarán con la empatía de un Consejo Nacional Electoral, además de  un Tribunal Supremo de Justicia «a discreción».

¿Qué hacer, entonces?. La recomendación predominante y bien digerida que se ha hecho presente, es que a los candidatos opositores que creen en unas PRIMARIAS y no en el CONSENSO, deberían emular el bello y famoso cuento de hadas homónimo «Blanca Nieves y los Siete Enanos,» versión de los hermanos Grimm y publicada en 1812, y la cual fue  estrenada el 21 de diciembre de 1937 en el Carthay Circle Theatre de Hollywood.

¿Y qué significa eso?. Que, al igual que en el Cuento, pero cambiando la interrogante, es que le pregunten al espejo mágico: «¿ SI ALGUNO DE USTEDES GANARA LAS ELECCIONES ? «. ¿QUÉ HARIAN?. PORQUE NO SE OLVIDEN QUE LA BRUJA CONTROLA EL ESPEJO.-

Imagen de referencia: Centrum Języka Hiszpańskiego Acento

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