El Mundo

Chile inicia conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado de 1973 reconociendo labor de las iglesias en favor de los DD.HH.

Se agradeció solidaridad de las iglesias

El Presidente de la República, Gabriel Boric, inauguró las actividades que conmemoran los 50 años del Golpe Militar en Chile. En la oportunidad se presentó la «Cantata de los Derechos Humanos» escrita por el sacerdote chileno, actualmente en proceso de canonización, Esteban Gumucio ss.cc

 

Unas mil personas de iglesia católica e iglesias evangélicas asistieron al acto, el primero de estas conmemoraciones, que ha consistido en agradecer a las iglesias que apoyaron la defensa de los derechos humanos en la dictadura (1973-1990). Se reconoció en especial a la Vicaría de la Solidaridad, el Comité Pro Paz y la Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas

 

También, sobre la coyuntura nacional, el Presidente Boric dijo que resulta inexplicable que hayan posturas políticas que pretenden avanzar hacia la seguridad ciudadana sin respetar los derechos humanos: «Esa es una contradicción en la que no podemos caer», señaló. Aquí, discurso completo.

 

Un reconocimiento público a tres organismos de derechos humanos de las iglesias en Chile, el gobierno inició la conmemoración de los 50 años del golpe Estado de 1973. En el acto se presentó la Cantata de los DDHH, escrita por el padre Esteban Gumucio.

El objetivo de la actividad que organizó el gobierno buscó reconocer el rol de las iglesias en la defensa de los derechos humanos durante la dictadura. En ese marco, mediante representantes de hoy se reconoció a todas las iglesias cristianas (católica, evangélica y protestante) más la comunidad judía, que dieron vida a organismos de derechos humanos.

Por ello este reconocimiento estuvo centrado en la Vicaría de la Solidaridad, el Comité Pro Paz, el Comité Nacional de Ayuda a los Refugiados (Conar), La Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas (Fasic) y el Servicio Paz y Justicia (Serpaj).

Este reconocimiento se materializó en la entrega a los representantes de pequeños árboles nativos de Chile: boldos, quillayes y maitenes. También un reconocimiento especial se hizo a Javier Luis Egaña, quien fue el secretario ejecutivo de la Vicaría de la Solidaridad y posteriormente Embajador de Chile en el Vaticano.

El acto tuvo lugar en el parque La Castrina, un sector popular de la comuna de San Joaquín, el domingo 2 de abril. Participaron unas mil personas y contó con la presencia del Presidente Gabriel Boric.

AGRADECIENTO A IGLESIAS

Presidente Boric agradeció solidaridad de las iglesias en Chile

Presidente Boric agradeció solidaridad de las iglesias en Chile

En su alocución, Gabriel Boric señaló que “como Presidente de la República, y consciente de la dignidad y la importancia del cargo, les quiero dar las gracias. Agradecerles por esa labor, por habérsela jugado, por haberse jugado hasta la vida, para proteger a quienes en ese momento estaban siendo perseguidos por sus ideas, por creer en un mundo distinto, por luchar por la justicia”.

Y citando al padre Esteban Gumucio, hoy siervo de Dios en proceso de canonización, autor de la letra de la Cantata de DD.HH., el Presidente dijo: “fue el pueblo, fueron sus ciudadanos y ciudadanas, los laicos, los religiosos como (Esteban) Gumucio, quienes enfrentaron la dictadura desde diferentes frentes. También desde la poesía, desde el sacerdocio, desde la abogacía y el trabajo social defendieron la vida y la dignidad”.

“Sabemos que el pasado no se puede modificar”, añadió. “Tampoco se puede borrar. Como quizás le gustaría a algunos. Pero se puede aprender. Y tenemos el deber de aprender de él. Porque si somos capaces, estimados vecinos y vecinas, de mirar de frente a nuestro pasado y reflexionar en conjunto sobre lo que nos ha sucedido como país, vamos a avanzar una democracia más fuerte, más viva, con más sentido. Que solucione la angustia y las carencias del presente. Enraizada como se escuchaba en las manifestaciones de ustedes mismos, en los derechos humanos y en el respeto por los demás. Que nos permita mirar con optimismo el futuro pese a todas las vicisitudes”, indicó.  “Seguridad, justicia y derechos humanos van siempre de la mano”, señaló el mandatario.

Por último, confesó: “No tengo el don de la fe, pero creo en la fe del pueblo. Una fe que mueve montañas”. Boric dijo: «no tengo el don de la fe, sin embargo, a cada lugar que voy siempre hay generalmente una mujer que, como usted me estaba diciendo recién, que están rezando por mí y por nosotros, para que nos vaya bien. Y si hay algo en lo que sí creo es en la fe del pueblo y esa fe del pueblo a mí no me cabe ninguna duda que mueve montañas, y que todo lo que se pueda ver difícil, todo lo que pueda parecer a veces complejo, cuesta arriba, cuando nos apoyamos en ustedes, cuando estamos gobernando en el territorio, cuando salimos a las poblaciones, cuando conversamos con ustedes de sus angustias, de sus malestares, de sus esperanzas, no me cabe ninguna duda que los momentos difíciles los vamos a dar vuelta».

CANTATA DE DD.HH.

Coro de Vacinas y Pobladores "Ecos de Esteban" interpretan la Cantata de DD.HH.

Coro de Vacinas y Pobladores «Ecos de Esteban» interpretan la Cantata de DD.HH.

La “Cantata de los Derechos Humanos, Caín y Abel”, fue interpretada en este acto por el Coro de Vecinas y Pobladores “Ecos de Esteban” perteneciente a la populosa comuna de La Granja, de Santiago, junto a la Orquesta de Cámara de San Miguel, y el conjunto Música Latinoamericana “Ecos”.

La obra fue escrita por el sacerdote de los Sagrados Corazones, Esteban Gumucio, que falleció en 2001 y que hoy está en proceso de canonización en el Vaticano; y la música fue compuesta por Alejandro Guarello y el Grupo Ortiga, que también la interpretó en su estreno.

Gumucio y Guarello fueron convocados por el entonces arzobispo de Santiago, cardenal Raúl Silva Henríquez, para ofrecerla como acto cultural en la inauguración del Simposio Internacional de los Derechos Humanos, el 25 de noviembre de 1978, en la Catedral Metropolitana de Santiago, ante líderes sociales, políticos, embajadores y comunidades cristianas, en plena dictadura militar.

Mil personas de todas las iglesias asistieron al acto inicial de conmemoración de los 50 años

Mil personas de todas las iglesias asistieron al acto inicial de conmemoración de los 50 años

Texto Completo del Discurso del Presidente Gabriel Boric

Muy buenas tardes, vecinos y vecinas:

Para mí este lugar es especial, el Parque La Castrina es especial porque acá hicimos un compromiso con el pueblo durante la campaña.

En este lugar hicimos un compromiso con los pobladores, con la gente sin casa que íbamos a construir una cantidad inédita de viviendas justamente para otorgar esa dignidad por la que tanto hemos luchado. Y venir a La Castrina, inmediatamente me recuerda esto y es inevitable cuando veo pasar a toda la gente que ha subido a este escenario emocionarse y agradecerle infinitamente.

A mí me alegra en los momentos difíciles poder estar junto al pueblo y por eso saludar a los vecinos de la Población Edwards Bello de San Joaquín, a los de La Alborada de La Florida, a la gente de Villa Francia, a la gente de La Victoria, a los que vienen de La Legua, a los que están de Recoleta, los de la Yungay, a quienes vienen incluso desde Playa Ancha en Valparaíso y, por cierto, a través de los medios, a todos quienes nos están escuchando. También a los que están allá atrás afuera. A Lo Prado, un abrazo a Lo Prado, tengo que ir más, muchas gracias.

Quiero agradecer la invitación de las Iglesias, a la Oficina Nacional de Asuntos Religiosos, a los capellanes de las Iglesias Evangélicas y Católicas, y a la comunidad judía por haber organizado este acto. También, por cierto, la presencia de los integrantes de las parroquias San Pedro y San Pablo y Damián de Molokai. Muchas gracias por este significativo homenaje y, por cierto, la presencia de los defensores y defensoras de derechos humanos y a los familiares de detenidos desaparecidos, presos políticos, víctimas de tortura y ejecución por
estar compartiendo este testimonio que nos ayuda a mantener viva la memoria.

Yo creo que les he contado alguna vez que no tengo el don de la fe, sin embargo, a cada lugar que voy siempre hay generalmente una mujer que, como usted me estaba diciendo recién, que están rezando por mí y por nosotros, para que nos vaya bien. Y si hay algo en lo que sí creo es en la fe del pueblo y esa fe del pueblo a mí no me cabe ninguna duda que mueve montañas, y que todo lo que se pueda ver difícil, todo lo que pueda parecer a veces complejo, cuesta arriba, cuando nos apoyamos en ustedes, cuando estamos gobernando en el territorio, cuando salimos a las poblaciones, cuando conversamos con ustedes de sus angustias, de sus malestares, de sus esperanzas, no me cabe ninguna duda que los momentos difíciles los vamos a dar vuelta.

Y es importante que nuestro Gobierno, y esto lo transmito con mucha convicción, tenga permanentemente abierto el diálogo con todas las fuerzas políticas y, también, abierto el diálogo con el pueblo, porque tenemos que estar apoyándonos justamente en estas organizaciones de base para poder sacar adelante también las reformas que necesitamos.

La política no es un acto que se limita a lo qué pasa en La Moneda o en los grandes salones o en el Parlamento, la política también está en las organizaciones sociales. La política también está en las parroquias, la buena política, esa de esperanza, de justicia, de igualdad está en el seno y en el corazón del pueblo y en esa política es la que nosotros tenemos que apoyarnos para poder sacar adelante nuestras iniciativas cuando sea más difícil.

Y he llegado aquí para recordar la importancia, en una semana en donde mucho se ha discutido, además, de los derechos humanos en nuestra historia y, por cierto, en la convivencia actual. También quiero expresar mi respeto a las Iglesias de Chile y a sus comunidades, a sus comunidades de base por el rol que jugaron en la
defensa de los derechos humanos el 11 de septiembre de 1973 en adelante, pero también el que juegan ahora, me ha tocado verlo, por ejemplo, en La Legua, hace poco que estuvimos allá o en un cerro de Viña del Mar o en La Florida, cómo esas comunidades de base dan todavía protección, acogida, apoyo y acompañamiento.

Pero en aquellos días, meses y años que siguieron al Golpe de Estado yo aún no estaba vivo, pero he tenido la oportunidad de conversar con mucha gente que vivió en esa época, se vio de frente el horror y salió lo peor, lo peor del ser humano. Pero también, como decía nuestro Ministro de Cultura, también emergió de nuestra comunidad lo mejor y lo más noble, eso de vivir en carne propia la solidaridad, saber que la existencia, la vida misma depende de la confianza en otro. Se hizo presente la amistad, el cariño al prójimo, el sentido de justicia, el riesgo desinteresado por un hermano o una hermana.

Y en esa parte luminosa de la historia que es la que queremos rescatar, estuvieron las Iglesias aquí presente, muchas de ellas insertas en el mundo popular donde, a veces, el Estado no llegaba y en donde, todavía hoy, el Estado no llega. Y eso lo tomo también como desafío, porque recorriendo Chile me dado cuenta por ejemplo sectores de alto hospicio, por ejemplo, sectores de Alto Hospicio, por ejemplo, el Chile rural que no se ve desde Santiago, en donde el Estado no alcanza a llegar con sus herramientas y son las comunidades, muchas veces, de las Iglesias o la sociedad civil las que llegan antes.

Me tocó verlo, por ejemplo, en los incendios. Cuando fuimos a los incendios, permítanme contarles y salirme un poco de libreto, un día después que se había logrado apagar uno de los focos en Santa Juana, inmediatamente había ya personas, cuadrillas construyendo, levantando un techo donde sólo había ceniza. Y les pregunté “¿de dónde eran?” y me dijeron “de la Iglesia Evangélica -de ese sector- de Santa Juana”.

Cuando nosotros hemos estado batallando permanentemente con la dificultad de la oferta para construir casas, las licitaciones, todos los trámites para poder cumplir el compromiso de llegar a los damnificados antes del invierno con las casas y avanzar, también, en las viviendas definitivas, veíamos también que la solidaridad del pueblo estaba ahí acompañando. Y eso tiene un valor que es inconmensurable.

Hoy quiero a ese pueblo rendirle homenaje porque sé que hay mucho que aprender de la historia y de las personas que protagonizaron ese trabajo en los años oscuros y de quienes protagonizan ese trabajo también hoy.

Como ustedes saben este año vamos a conmemorar 50 años del Golpe de Estado de 1973 y lo queremos hacer poniendo en escena tres grandes ideas, tres grandes conceptos: memoria, democracia y futuro.

Pienso en la memoria como una memoria que moviliza, que nos invita a entender quiénes somos, que nos emociona, que nos da raigambre, que nos pone los pies sobre la tierra, que nos permite proyectar un futuro más respetuoso con la vida y la dignidad humana, frente a la cultura individualista o donde prima el consumo por sobre la solidaridad.

Por eso, por el futuro de Chile, por el futuro de nuestra democracia y para aprender de nuestros errores es que nosotros no olvidamos y no olvidaremos. Fueron muchas las organizaciones que durante la dictadura hicieron esta labor, el Comité Pro Paz que luego continuó su labor en la Vicaría de la Solidaridad cuyo archivo hoy resguarda quien fuera uno de sus  secretarios ejecutivos, Javier Luis Egaña, que hoy nos está acompañando; también el Comité Nacional de Ayuda a los Refugiados; la Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas, donde participaron tantas y tantos como la pastora Juanita Albornoz, por ejemplo; el Servicio Paz y Justicia (SERPAJ), acá está el Diputado  Francisco Undurraga, cuyo padre participó en la SERPAJ; el Comité Contra la Tortura Sebastián Acevedo, que jugó un rol tan importante; la Confraternidad Cristiana de Iglesias, entre muchas otras.

Y a todos ellos hoy como Presidente de la República, y consciente de la dignidad y la importancia del cargo, les quiero dar las gracias, agradecerles por esa labor, por habérsela jugado, por haberse jugado hasta la vida para proteger a quienes en ese momento estaban siendo perseguidos por sus ideas, por creer en un mundo distinto, por luchar por la justicia.

Decía Esteban Gumucio respecto de la Vicaría, pero creo que se aplica también para las demás instituciones que hemos homenajeado hoy, que “desde allí, la honda de David hirió la cabeza del filisteo Goliat con unas piedrecitas del arroyo, con la larga paciencia de oídos que escuchan a corazón abierto, con unos prolijos expedientes de abogados y auxilios y escapadas y torrentes de llanto procesados en el silencio, con dedicación, con valentía, con el coraje y la audacia al encuentro de hijos desaparecidos, con las creativas formas de creer en la capacidad del pueblo”.

Cuando recuerdo estas palabras de don Esteban Gumucio no puedo evitar pensar que, a 50 años del Golpe, todavía tenemos detenidos desaparecidos en Chile. Y por eso ante ustedes reitero lo que estamos trabajando desde el Ministerio de Justicia, desde la Subsecretaría de Derechos Humanos, que es el Plan de Búsqueda, porque mientras estemos aquí, tenemos el deber de seguir buscándolos. Y eso lo pude ver hace poco y emocionarme en Pisagua, pero eso es una realidad en todo Chile. Nos faltan más de 980 chilenos y chilenas que no sabemos dónde están y queremos saber dónde están, y este es un buen año para poder ponerle más ñeque, más fuerza a esa búsqueda que también es una búsqueda moral.

Fue el pueblo, fueron sus ciudadanos y ciudadanas, los laicos, los religiosos como Gumucio, quienes se enfrentaron a la dictadura desde diferentes frentes, también desde la poesía, desde el sacerdocio, desde la abogacía y el trabajo social defendieron la vida y la dignidad.

Sabemos que el pasado no se puede modificar, tampoco se puede borrar como quizá les gustaría a algunos, pero se puede aprender de él y tenemos el deber de aprender de él. Porque si somos capaces, estimados vecinos y vecinas, de mirar de frente nuestro pasado y reflexionar en conjunto sobre lo que nos ha sucedido como país, vamos a avanzar una democracia más fuerte, más viva, con más sentido, que solucione las angustias y las carencias del presente, enraizada como se escuchaba en las manifestaciones de ustedes
mismos en los derechos humanos y en el respeto por los demás, que nos permita mirar con optimismo el futuro.

Pese a todas las vicisitudes, yo soy optimista respecto al futuro de Chile porque veo esa energía creadora y veo todas las posibilidades que tenemos. Y no me cabe ninguna duda, y esto lo voy a reiterar hasta el cansancio, que seguridad, justicia y derechos humanos van siempre de la mano, nunca separados.

Hay una reflexión importante sobre la democracia y los derechos humanos. La democracia no es solamente una forma de resolver procedimentalmente nuestras diferencias, es también un modo de enfrentar la vida, que implica respetar al que piensa distinto, conversar con quien piensa distinto, poder aprender de quien piensa distinto a uno, es un modo de convivir.

Porque en Chile hoy hay muy distintas miradas sobre lo que tenemos que hacer. A mí como Presidente de la República me toca tomar decisiones y para tomar decisiones también hay que saber antes escuchar. La democracia tiene mucho de eso.

Pero la democracia, insisto, no es solamente de pasillos lujosos, la democracia tiene que estar en las poblaciones, la democracia tiene que llegar también al campo, la democracia, el sentido que nos pertenezca el presente y el futuro que estamos construyendo juntos es algo que me interesa transmitirles con mucha fuerza y energía a todos los chilenos y chilenas.

Los derechos humanos tienen una particularidad, que no se transmiten per se, sino que cada generación tiene el deber de aprenderlos. Y por eso cuando, a veces, quienes dicen que debiéramos dar vuelta la página, que tú no estabas vivo para ese momento, que por qué recuerdas tanto o te refieres tanto al pasado es
justamente porque de ese pasado quiero y queremos aprender para que nunca más en Chile se vuelvan a violar los derechos humanos como se hizo en ese pasado.

Queridos vecinos y queridas vecinas:

Me contagian esa fe que profesan, su fe, su alegría y su cariño es contagioso y ese contagio acompaña los días de trabajo duro para sacar adelante las grandes reformas que nos hemos propuesto. Y quiero, una vez más, decirles que creo firmemente, con mucha esperanza, en un futuro digno para Chile, que nos vamos a abrir paso hacia una sociedad con más libertad y con más derechos.

Como decía nuestra Vocera hoy, cuando hablamos de seguridad, de seguridad ciudadana que es tan importante, la seguridad ciudadana e ser capaces de garantizarla. Por eso resulta inexplicable que se pueda pretender avanzar hacia el derecho de una seguridad ciudadana donde tenemos que ser muy firmes, sin respetar los derechos humanos. Esa es una contradicción en la que no podemos caer, porque cuando terminamos haciendo las cosas a la rápida, lo terminamos lamentando después.

Por eso yo quiero llamar a que en estos debates seamos reflexivos, no es una cosa en donde tengamos que enfrentarnos existencialmente entre quienes pensamos distinto. ¿Podemos llegar a ese acuerdo tan
básico, que seguridad y derechos humanos van de la mano? Yo creo que sí y eso lo tienen que saber todos en nuestro país.

Compatriotas:

Así como ayer las y los defensores de los derechos humanos lucharon incansablemente por la democracia, hoy de nosotros depende continuar esta tarea tan fundamental como permanente de construir una cultura que nos permita mirar el futuro con esperanza. No voy a descansar y voy a dar lo mejor de mí, y nuestro Gobierno, nuestros colaboradores no me cabe ninguna duda que también, para alcanzar ese horizonte.

Un Chile donde el futuro sea sinónimo de libertad, de democracia y de respeto, de justicia y dignidad. Un Chile más justo, con memoria y con futuro donde todos y todas tengamos el derecho de vivir en paz.

Muchas gracias.

*****

Santiago, 2 de abril de 2023

 | Aníbal Pastor N. Corresponsal en Chile/RD

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