¿Cuál fue el secreto de los éxitos de Enrique Mendoza?
Cuando recorría el estado Miranda, la gente lo recibía con el título de “gobernador”. Un título que jamás perdió
Eduardo Martínez:
Ayer lunes, a primeras horas de la mañana, nos sorprendió la noticia del fallecimiento de Enrique Mendoza. Algo que no esperábamos de un hombre que desde siempre había sido todo acción, trabajo, perseverancia, y que no conocía lo que era descansar.
En más de una ocasión, cuando debíamos entrevistarle para la prensa, había que tratar de localizarle muy temprano en la mañana. Pero ya era tarde para alcanzarlo. Estaba camino a Barlovento. “Llamame más tarde”, decía. Al mediodía, iba por Guatopo hacia el Tuy. En la tarde estaba llegando a los Altos mirandinos. Y en la noche llegaba a Petare para una reunión de última hora.
Ese periplo lo repetiría, a veces, más de una vez por semana, y a lo largo de toda su vida en su desempeño político en Miranda.
Así mismo, en las madrugadas no daba descanso a sus colaboradores, primero de la alcaldía y luego de la gobernación. Era frecuente que llamara al director de obras, para pedirle que se presentara en tal o cual parte, por algún reclamo de los vecinos. Una cuestión, que para Enrique “no podía esperar”.
Desde muy joven militó en la filas socialcristianas. Con esfuerzo y dedicación fue subiendo en la jerarquía política. Su discurso era siempre el trabajo, el hacer. Había que ver lo que lograba, porque a diferencia de otros políticos de su generación, Enrique abría caminos y dejaba una estela de logros.
Es así que, cuando triunfa en las elecciones para ser el primera alcalde elegido en votación popular del municipio Sucre del estado Miranda, en poco tiempo se transformaría en una figura nacional. Era la referencia a seguir de una nueva manera de gobernar. Por eso repitió en la alcaldía, y luego sería gobernador del estado Miranda.
En la última década del Siglo XX, Enrique Mendoza llega a las grandes ligas de la política venezolana. Todos le consultaban. Era el dirigente político que podía hacer lo que se pensaba que no se podía hacer. Y sin mezquindad, él ayudaba con consejos, y hasta en más de una oportunidad se desprendía de colaboradores para que fueran a ayudar a otros alcaldes y gobernantes que estaban en problemas. Eso ocurrió con copeyanos, adecos, masistas, y con los mismos chavistas, en fechas más recientes.
¿Cuál fue el secreto de los éxitos de Enrique Mendoza?
Hay que entender que para Enrique Mendoza la ideología no era, ni un dogma ni un discurso. Era la guía. En este sentido, y como gobernante, el diálogo ocupaba parte de su tiempo diario. Como dirigente nacional frente al régimen, el diálogo era la herramienta para conciliar intereses y dirigentes de todos los partidos de oposición.
El trabajo, trabajo y más trabajo – como fue uno de sus más populares lemas de campaña – era lo que le llevaba a alcanzar los logros, que luego exhibía. “No estoy para hablar paja”, decía. Opinión que expresó en una ocasión a su salida temprana, de una reunión en Miraflores de gobernadores con el presidente del momento.
Otro aspecto que caracterizó su quehacer político como gobernante, siempre fue el empeñar su palabra para luego cumplir. Eso conquistó el respeto de los mirandinos. Por ello le creían, cuando Enrique se comprometía a resolver problemas.
En lo estrictamente político, y de cara a los nuevos tiempos que surgieron con el nuevo siglo, siempre lo que organizó logró lo que la oposición se proponía. Su mente era estructurada, y no perdía la visión del logro a alcanzar. Focalizaba, trazaba los cursos de acción, y no se desviaba. Tenía pensamiento y análisis estratégico. Era un estratega.
Además, en esta etapa de las luchas opositores, fue un gran integrador de los partidos opositores. No dejaba por fuera a ninguno. Entendió desde un primer momento que la unidad era indispensable.
Sin embargo, no tenía respuestas para todo. En estos casos, con gran humildad buscaba otras opiniones. Consultaba, y lo que le aconsejaban sabía incorporarlo a las tareas que emprendía.
Si en un futuro se analiza los casos en los cuales, dirigiendo a la oposición no se alcanzaron los objetivos, probablemente encontraremos que no fue por su culpa. Habrá tiempo para poner a prueba esta hipótesis.
Finalmente, para entender la naturaleza de Enrique Mendoza, voy a recordar lo que se estudiaba en los cursos de gerencia en la década de los años 80.
Señalaban los expertos de gerencia que los gerentes se clasifican en dos grupos: los que estaban orientados a los logros, y los que estaban orientados al poder. Advertían, que quien estaba orientado al logro, alcanzaba poder. Y que aquellos que estaban orientados al poder, lo perdían.
Estas ideas perfilan la naturaleza de Enrique Mendoza. Él, hasta sus últimos días de vida, estuvo orientado al logro. Lo de él, era hacer. No estar hablando tonterías.
Tal vez por ello, cuando recorría el estado Miranda, la gente lo recibía con el título de “gobernador”. Un título que jamás perdió. Lo que generaba resquemores en los gobernadores del momento, que luego no querían llegar a un pueblo acompañados del “gobernador Mendoza”.
“Enrique, dejas un gran vacío. Tu vida es un ejemplo a seguir para hacer lo que parece imposible. Qué se puede prometer y cumplir. Que como gobernante, hay que ser humilde y no ser soberbio. Y que cuando se obtiene poder, es para ayudar a aquellos que poco tienen. Y sobre todo, para hacer y hacerlo bien, con honestidad, dedicación y teniendo siempre buena Fe. Hasta pronto gobernador”.-
Eastside Magazine