Alicia Álamo Bartolomé:
En mi artículo anterior, cuando ya empezaba a correr el gran campeonato de tenis en París, el famoso Roland Garros, escribí que éste, sin la presencia de su máximo campeón (14 veces) Rafael Nadal, era como una cuba-libre sin ron. Pero hete aquí que ha aparecido el ron Alcaraz. Español también, murciano, 20 años de edad y No.1 del mundo, Carlitos Alcaraz se las come todas. Técnica, garra, estilo, arte en su tenis, indudablemente, está poseído por el duende.
En la vida, el arte, el deporte, uno no debe apresurarse en juicios. Yo pensé que el Roland Garros iba a estar insulso, para mí, por la ausencia obligada de Nadal y resulta que he estado interesada en su desarrollo que callaré porque, cuando este artículo salga, ya habrá un campeón, de manera que lo que escribo en este momento sería un fiambre. Mejor me voy por los cerros de Úbeda con otras reflexiones.
¿Qué hace una anciana de 97 años viendo juegos de tenis por TV? ¿No debería más bien estar preparándose para la eternidad? Si en alguno he provocado esta inquietud, puedo asegurarle que estoy preparada, abandonada en manos de la divina Providencia y, por lo tanto, no me preocupa el día ni la hora de la partida. Y como esa divina Providencia me mantiene viva, me parece que lo mejor para responder a esa vida que se me concede, es vivir ésta en la mejor forma posible. Y una de las mejores formas posibles es mantenerse al día, activa, gozando de los placeres honestos de este mundo que pueden disfrutar las ancianos: la sociabilidad, el arte, la cultura, la belleza de la Creación, el deporte, aprovechando los medios de comunicación que permiten asomarse a todo eso.
Durante toda mi existencia jamás me consideré modelo de nada ni para nadie y sin embargo, estos mis últimos días, me han hecho, quizás, imitable en algunos aspectos que quiero señalar para los que entran en la vejez: he sido y soy muy feliz porque nunca he ansiado algo por encima de mis capacidades para alcanzarlo, porque la disminución de mis facultades corporales las he tomado como la forma natural que Dios dispuso de restarnos lo que ya no necesitamos para ser, crecer y formarse en la juventud, pues ya fuimos, crecimos y nos formarnos.
Soy una anciana encerrada pero no aislada. No salí más desde que comenzó la pandemia, pero recibo a diversas personas los fines de semana. Vienen a almorzar y así mantengo una sociabilidad fecunda: hay un intercambio de energías. Tengo buen cuidado de no ser quejosa, si lo fuera, ni familiares ni amigos tendrían placer en visitarme. Puede que algunos días el recibir me canse mucho, pero no me doy cuenta sino cuando se van los visitantes; y es un feliz cansancio. Por otra parte, mantengo activas mis neuronas, aún no he dejado de escribir: artículos para la prensa digital, cartas porque siempre tengo contacto con familiares y amigos que viven fuera, comentarios a escritos que me llegan y…, ¡hasta una comedia acabo de terminar! Es un encargo de venezolanos que viven en Panamá.
Viejos, o los que ya se acercan a esta edad, no se dejen vencer por el pasado, que ya no es; no se sientan desolados añorando lo que eran antes; vivan el ahora. Éste es el crepúsculo lleno de belleza en sus colores radiantes y de paz en su anuncio del descanso nocturno. Gocen del placer de ser personas sin compromiso, con el único anhelo de un próximo encuentro con Dios. Y a todas éstas, ¿quién ganó el Roland Garros?
Carlitos Alcaraz se lesionó. No llegó a la final, llegaron el serbio Novak Djokovic y el noruego Casper Ruud. Brindemos con ron serbio amargo.-
Diario El Impulso