Opinión

La mofa de la ética (III)

He aquí la primera gran mofa a la ética. Se burlaron de nuestras costumbres, tradiciones, creencias y demás

 

Gloria Cuenca:

 

Terminé el artículo anterior con la anécdota veraz, del presidente Soublette: “No importa que el pueblo se burle del presidente, lo grave es que el presidente se burle del pueblo”. (Mofa, significa burla)

Pienso que se debería escribir a diario sobre el tema ético-moral en Venezuela. ¡Gracias a Dios! Mi generación y mis descendientes, hijos y nietos se salvaron del desastre y estudiaron la ética, como Dios manda. Y cómo debe ser. Existe un vacío ético.  Repugnante a los ojos de quienes siempre pensamos en las consecuencias del acto ético, en la necesidad y la pertinencia de la vida recta, siguiendo orientaciones y principios éticos y morales. Somos los que con frecuencia nos hacemos interrogantes: ¿Lo hice o lo estoy haciendo bien? ¿Me equivoqué? ¿Será justo? ¿Es verdad? ¿Es correcto?, entre las muchas inquietudes que nos asaltan cuando hemos decidido actuar en la vida con justeza, honestidad, rectitud y con integridad. No es fácil.

Sin embargo, a esta prolongada edad, no encuentro nada que sea fácil. Todo resulta complejo y complicado en grado extremo. En oportunidades me doy cuenta de qué, si no reflexiono, pongo pausa, hablo o callo, medito sobre lo que debo hacer, decir o abstenerme, termino bastante enredada. Lo fácil, me asusta. Por eso lo reviso varias veces: ¿será así en verdad? ¿será posible? Tal vez los años me han vuelto desconfiada y cautelosa. Es así como duermo en paz, con la consciencia tranquila. Rezo mucho, por Venezuela, por nuestros maravillosos líderes, y nuestra líder fundamental; por nuestros jóvenes y también, por supuesto, oro por los míos.

Mis eternos amores: tan cerca y tan lejos. Cerca del corazón, lejos en la distancia. ¡Otra paradoja! Me doy cuenta de qué, la vida se volvió compleja, difícil, angustiante. ¿Siempre fue así?  Esta etapa de cambios y transformaciones, fin de ciclo, que hemos tenido la fortuna o la desgracia de vivir, ha obligado a entender muchas cosas. Una de las peores, tener al frente de nuestra amada nación, gente hipócrita, dicen tener FE; ateos, amantes de la brujería y demás prácticas oscuras, sin consciencia del daño que hicieron al país y a la región.

He aquí la primera gran mofa a la ética. Se burlaron de nuestras costumbres, tradiciones, creencias y demás. En esa primera gran burla, ocurrió la etapa donde pretendieron que olvidáramos,  los amigos, familiares y personas cercanas que no comulgaban con la ideología imperante.  Perdí amistades. Pienso; no eran amigos de verdad. Los auténticos, seguimos adelante: tratándonos, queriéndonos y soportándonos como lo que éramos y somos. ¿Y qué les parece la Navidad en Octubre? El pueblo siempre sagaz ha dicho: “Resultó que el Niño Dios era sietemesino” Han seguido las burlas, la relativa al pago de: un bono de  felicidad. ¡De 27.60 bolívares!. ¿Se sabe de una mofa más grande que esa? Pretenden qué con 27 bolívares, la gente sea feliz. ¡Dios! El nombre de felicidad para esa miserarablura es otra desvergüenza. Otra burla, tal vez, de las peores, el llamado Ministerio de los Abuelos. Debo decir: siento tristeza por aquellas personas que no han tenido la suerte de tener abuelos. En mi caso tuve mis 4 abuelos. El recuerdo y la presencia de mis abuelitas, perdura. Fueron maravillosas. A ellas debo buena parte de mi felicidad, de mi cercanía a Dios. De manera que, burlarse de los abuelos, con un ministerio para no hacer nada, rebela, que,  esos abuelos no estuvieron presentes. O   no hubo abuelos. Ser abuela o abuelo es para mí, de lo más gratificante de la vida. Lo puedo decir con propiedad: he sido hija, nieta, hermana, tía, esposa, madre, suegra y abuela.

Ninguno de los roles, incluyendo mi trabajo, que adoré siempre, puede compararse con esa gran felicidad en donde sentimos la presencia “del nido ecológico”, es decir la abueldad. (Adolfo L. Herrera E. dixit) Nada como tener en los brazos a ese bebé recién nacido, anuncia que continuará tu huella en la tierra. Una parte tuya seguirá, aun cuando ya no estés. Luego viene la atención y el cuidado. Un abuelo cercano decía: “Dos momentos maravillosos de los nietos: cuando llegan y cuando se van”.  Tal cual. Llegan exultantes, corren, los mimamos están en nuestros brazos, compartimos con ellos, somos cómplices de sus travesuras y deseos.

Cuando ya estamos agotados, llegan los padres y se los llevan. La casa queda en silencio. Se produce la ausencia: ¡Ah, pero están con los hijos, bien amados y protegidos! Nosotros a lo nuestro. En la casa el silencio. No grato. Nuestras palabras son para recordar sus travesuras, sus peticiones, risas y llanto. ¡Qué maravilla los nietos! No puedo resumir, menos describir mi sentimiento como abuela. ¿Cómo se atrevió el régimen a burlarse, no una sino muchas veces de los abuelos? ¿A quién se le ocurrió tan turbia idea?  ¡Apelo a Dios, Nuestro Señor!

No les basta con someter a la gente al escarnio público. Parece: no son suficiente las agresiones, torturas y violaciones de los más importantes Derechos Humanos: la Libertad, la vida, el trabajo, la salud, la protección. Deciden burlarse de quiénes de alguna manera, estando al final de nuestras vidas, hemos querido al país, a su gente, a nuestras familias y a nuestros descendientes. Trabajamos y dimos todo: tanto en nuestras profesiones y oficios, como en el cuidado de los futuros forjadores y ciudadanos de la Patria. ¡Dios! ¿Qué  les pasa?     .-

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