Muertes Oportunas
Pedro Corzo:
La muerte del mercenario mayor de estos tiempos, Yevgueni Prigozhin, ex jefe del Grupo Wagner y su lugarteniente Dmitri Utkin, quienes sirvieran fielmente al ex coronel Vladimir Putin, en muchas de sus tropelías, hasta que quisieron morder al amo, sitúa en primer plano a los numerosos rivales del antiguo oficial de la KGB cuyas defunciones están envueltas en el misterio, tal y como ha pasado en otros países donde reina el despotismo, como Cuba.
Estas muertes hacen recordar a los muchos opositores de Putin que han perecido en raras circunstancias. Alexander Litvinenko, ex oficial del servicio de inteligencia ruso; Anna Politkovskaya, reportera que denunció crímenes de guerra cometidos por el ejército ruso en Chechenia; Boris Berezovsky, oligarca cercano a Putin, encontrado ahorcado en el baño, sin embargo, los expertos determinaron que las heridas en su cuello eran compatibles con asesinato.
El nuevo zar también tiene enemigos descuidados que caen por las ventanas, como Scot Young, socio de Berezovsky; Pavel Antov, diputado de la Duma Estatal, y el presidente de la firma energética Lukoil, Ravil Magnanov, murieron después que declararon contra la invasión a Ucrania.
Por supuesto que el mandante ruso no es infalible. El agente Sergei Skripal fue encontrado envenenado en Londres junto con su hija. Alexei Navalny, su principal opositor en prisión, sobrevivió a dos intentos de envenenamiento que lo enviaron al hospital.
No es Putin el único favorecido por muertes inesperadas. En estos días, conversando con el profesor Roberto de Miranda, presidente del Colegio Independientes de Pedagogos de Cuba, ex prisionero político exiliado, comentó el número notable de prisioneros políticos de la causa de los 75, conocidos como los presos de la Primavera Negra de Cuba, que han muerto sin haber padecido de enfermedades previas.
Miranda, quien goza de excelente memoria, dice que el primero que falleció fue Miguel Valdés Tamayo, estaba con licencia extrapenal. A firma que no padecía ninguna enfermedad y su muerte fue repentina. Antonio Villarreal, murió solo en su casa de Miami, tras de haber compartido con varios compañeros y José Luis López Tanquero, una mañana fue encontrado muerto en el camión que trabajaba.
El más reciente de todos fue Nelson Molinet, encontrado muerto en un automóvil, sin antecedentes negativos de salud, un activista que se destacó por su firme actitud contra el totalitarismo insular y colaboró fuertemente en la organización de la Asamblea de la Sociedad Civil, que gestara le exprisionera política, también de los 75, Marta Beatriz Roque Cabello.
Miranda sitúa la súbita muerte del médico Darcy Ferrer, notable luchador por la democracia y exprisionero político, como otro suceso que favorecía al totalitarismo insular. Ferrer, fue encontrado muerto una mañana en los estudios de un canal de televisión que estaba desarrollando.
Asevera el profesor Miranda que el premio Sajarov, Osvaldo Paya y su compañero de lucha Harold Cepero, sobrevivieron al accidente y llegaron muertos al hospital, muertes que se suman al inexplicable fallecimiento de Laura Pollan, fundadora y líder hasta su muerte de las Damas de Blanco, agrega que su propia esposa, Soledad Rivera Verdecía, Dama de Blanco, en Cuba le entregaron un balón de oxígeno contaminado que le causó un paro cardiaco y otros presos salieron de la cárcel con hepatitis C, muriendo en el exilio, como fue el caso de José Gabriel Ramon Cantillo.
Estas muertes convenientes se remontan a la década de los cincuenta del siglo pasado. Luis González Lalondri en su libro, “Al borde de la muerte”, acusa a Vilma Espín, dirigente castrista, de haber denunciado a Frank País a la policía del régimen de Fulgencio Batista, siendo el más notable de estos sucesos la oportuna desaparición de uno de los sujetos que más contribuyó a la farsa castrista, Camilo Cienfuegos, quien según el comandante Jaime Costa, expedicionario del Granma y atacante del Moncada, fue asesinado por los Castro y Ernesto Guevara.
Tengamos presente que Ricardo Bofill siempre dijo que el esbirro mayor de Castro, José Abrahantes fue asesinado en su celda, tal como aconteció con el prisionero político Rafael del Pino, compañero de Fidel en el “Bogotazo”, quien después de largos años de cárcel se ahorco días antes de ser excarcelado, y, por último, la muerte de dos notables figuras del exilio, Manuel Artime y Jorge Mas Canosa, dos líderes que murieron a mitad de sus vidas.