¿Cuál es el origen del cuello romano o clerical?
¿Desde cuándo se reconoce a los sacerdotes por el cuadradito blanco que llevan en el cuello de la camisa? ¿De dónde procede esta costumbre y qué simboliza?
Negro, azul o gris, cada sacerdote tiene su camisa y su alzacuellos… romano o no. La tradición se remonta a la Edad Media, cuando el cuello blanco, según su forma -encaje, fresa o guimpe delicadamente plegado-, permitía a los miembros del clero, la nobleza y los hombres de ciencia distinguirse del pueblo llano. El clero no fue una excepción a la regla.
Aunque el clero regular adoptó signos distintivos claros, tonsura y hábito religioso, a partir del siglo IV, no fue hasta el siglo XVI, con la Contrarreforma y bajo el patrocinio de an Carlos Borromeo, el gran artífice de la Iglesia tridentina, cuando la sotana y el birrete se hicieron obligatorios para los eclesiásticos seculares.
El Vaticano II y la sotana
A lo largo de los siglos, el cuello con solapa blanca o «cuello galicano», como el del Cura de Ars, se convirtió en el más popular. Su color blanco, como el del cuello romano, representa la pureza y contrasta con el negro de la sotana, símbolo de humildad. El cuello romano debe su nombre a su origen geográfico, ya que al principio solo lo llevaban los clérigos de Roma.
Apareció por primera vez en el siglo XIX, pero no fue hasta el pontificado de Pío XII (1939-1958) cuando su uso se extendió a todo el clero. Sin embargo, el cuello romano, también conocido como «clergyman«, no es patrimonio exclusivo de los católicos, e incluso nos llega de otras confesiones cristianas, protestantes y anglicanas.
Fue a raíz del Concilio Vaticano II cuando el cuello romano, considerado más práctico y discreto que la sotana, vino a sustituir a la sotana que se había llevado hasta entonces. Sin embargo, no estaba destinado a sustituir sistemáticamente a su primo.
En Francia, fue Mons. Maurice Feltin, arzobispo de París, quien en un decreto de 1962 permitió a sus sacerdotes llevar «el hábito de clérigo con cuello romano como signo distintivo», «considerando que las mentalidades, los modos de vida y los medios de transporte han experimentado profundos cambios en los últimos años; […] considerando, por último, que el llamado ‘hábito de clérigo’ es, tanto como la sotana, un hábito eclesiástico reconocido en la Iglesia».
A continuación, precisó que «el uso de la sotana sigue siendo obligatorio en la Iglesia y para todos los actos de culto. La vestimenta civil está absolutamente prohibida a los clérigos, salvo autorización personal escrita del ordinario del lugar de origen y del lugar de residencia».
«Un testimonio silencioso»
Originalmente hecho de algodón o lino, el cuello romano es ahora a menudo de plástico y se desliza entre el cuello de la camisa. La Iglesia no obliga a los sacerdotes a llevarlo, pero el derecho canónico sí les exige vestir «un hábito eclesiástico adecuado, según las normas establecidas por la Conferencia Episcopal y las legítimas costumbres del lugar» (Código de Derecho Canónico, canon 284).
En Alemania, por ejemplo, la norma es el alzacuellos alemán con dos puntos blancos sobre fondo negro. Todos deben dar testimonio, a través de su hábito, de su pertenencia a Cristo, demostrando así que el sacerdocio no es una función ni una profesión, sino una consagración y una identidad particular. «Este hábito eclesiástico que llevo, lo llevo por obediencia, porque la Iglesia nos lo exige a los clérigos: está en el derecho canónico», explica el padre Pierre-Hervé Grosjean en el estudio de KTO.
«Pero también lo llevo porque estoy contento de llevarlo, en primer lugar porque es una prenda de servicio. Cada mañana, cuando me visto, me recuerda que estoy al servicio de aquellos a quienes he sido enviado. Cuando ves a un sacerdote, a una monja o a un religioso vestido de acuerdo con su estado de vida, incluso sin hablar con ellos, comprendes que esa persona ha entregado su vida a Dios. Es un testimonio silencioso», concluyó.-
Morgane Afif – publicado el 18/12/23-Aleteia.org