Vacuna contra el bochinche
Bernardo Moncada Cárdenas:
El martes llegó el flyer indicando un número del Ministerio de Salud, al cual se debía enviar el número de cédula con el fin de saber si se aproximaba el turno para recibir la vacuna contra el COVID 19. Desafiando todas las maldiciones gitanas y las acusaciones de “enchufado” que truenan en la feria de epítetos en que se ha convertido la discusión política entre venezolanos, hice lo que decía el flyer y en menos de un minuto recibí la respuesta: “Para colocar (sic) vacuna debe asistir al HOSPITAL TULIO CARNEVALI el día 09/06/2021”. ¡Mi turno era al día siguiente, miércoles 10!
No tuve que madrugar, me puse en la cola y un pequeño despliegue militar nos condujo rápidamente, a los mayores de 70, al interior del Hospital Carnevali que resulta ser la sede del IVSS. En menos de una hora estaba ya de tercero, aparentemente, para ingresar. Aparentemente, pues una extraña cola paralela que esperaba con resignación, entró en alerta. Un funcionario del hospital tomó las cédulas de cada uno y poco después les hizo entrar. Sorpresivamente, la fila nuestra se detuvo por más de media hora hasta que poco a poco reinició la llamada para nosotros. Dos horas después de haber llegado, salía yo sin otro efecto secundario de la vacunación que un algodón donde me aplicaron la Sputnik. Inquiriendo al funcionario que manejó las filas, me enteré de que había en realidad tres de ellas: los convocados, el personal médico y los jubilados del IVSS, o al menos así se me dijo. Espero que quienes me seguían en la cola hayan también salido con su flamante primera dosis.
Mientras tanto, ya son varios los amigos que he escuchado quienes se presentaron sin llamado y fueron vacunados. La desesperación se mezcla con la fatal viveza criolla para desarreglar todo intento de organización. Ello resulta en que otros cercanos a mí han acudido al llamado para encontrarse, aun habiendo arribado con horas de anticipación, que se habían acabado las vacunas.
Una pareja bastante mayor que quien escribe, merecedoras de todo respeto, tuvo que volver al día siguiente, “sin hacer cola”, como se dice consoladoramente, para recibir la primera dosis. Amigos de Caracas, a quienes comenté que hube de esperar dos horas, un tanto molesto, me felicitaron pues otros esperaron nueve. Por otra parte, leo que han sido detenidos grupos de civiles y militares confabulados para vender las vacunas, lo cual significa que existen compradores.
Luego, las redes reclaman que no hay plan ni organización.
Entre los corrillos que, por politiquería o por simple estupidez, intentan desanimar a una población que necesita urgentemente prevenir el contagio con sus riesgos letales, y los “vivianes” que quitan el turno al que ha recibido convocatoria y acude ordenadamente, están dando muestras del más bajo nivel de civismo y ciudadanía. Y están retardando un proceso que, con todos los defectos que puedan endilgársele, comenzó a realizarse más pronto de lo esperado, cuando ya pensábamos que no sucedería, y está marchando.
La viveza, y la tirria politiquera, no solamente se meten un autogol en momentos que no son para juego, sino que golean y ponen fuera de combate a muchos venezolanos urgidos de prevención. Ante este caos de falta de solidaridad, de excesiva desconfianza, y de nula conciencia ciudadana, se pregunta uno: así como varias firmas farmacéuticas lograron rápidamente vacunas contra el funesto virus, ¿no habrá inventado alguien una vacuna contra el bochinche?.-