Cardenal Porras en los 80 años de Empresas Polar
HOMILÍA EN LA EUCARISTÍA EN OCASIÓN DE LOS 80 AÑOS DE LAS EMPRESAS POLAR, A CARGO DEL CARDENAL BALTAZAR PORRAS CARDOZO. Santuario Don Bosco, Altamira, Caracas, 22 de junio de 2021.
Muy queridos hermanos y amigos
Un saludo fraterno a todos los aquí presentes y a los que conforman la gran familia Polar, gerentes, profesionales, empleados, obreros y relacionados. Nos dice la Escritura que la vida es un soplo y le da validez el llegar al ochenta aniversario. La pátina y la solera que consolida y le da sabor y sentido, es fruto del esfuerzo continuado, de la experiencia acumulada, de la revisión permanente y del otear las necesidades de la gente, para poder ofrecer aquellos insumos necesarios para la calidad de vida de las personas. La esperanza activa que transforma, es la virtud que necesitamos y pedimos para seguir luchando, para abrir caminos, para no desmayar ante las dificultades, en la consecución de la patria que soñamos, en paz y fraternidad.
Ser agradecidos y levantar la mirada al Señor Jesús, le da a nuestra condición de ciudadanos un plus que se convierte en compromiso de servicio al prójimo, en multiplicador de los talentos recibidos, pues la medida de lo que hacemos manifiesta y distingue la vida del cristiano, en palabras de San Gregorio de Nisa, son tres cosas: la acción, la manera de hablar y el pensamiento. “Siempre que nos sintamos impulsados a obrar, a pensar o a hablar, -dice el santo doctor oriental-, debemos procurar que todas nuestras palabras, obras y pensamientos tiendan a conformarse con la norma divina del conocimiento de Cristo, de manera que no pensemos, digamos ni hagamos cosa alguna que se aparte de esta regla suprema” (Tratado sobre el perfecto modelo del cristiano).
Los últimos ochenta años de nuestra historia venezolana están marcados por enormes desafíos que solo se superan con coraje, creatividad, fe y confianza profunda en la vocación de ser transformadores de la realidad que nos rodea. Estamos puestos en este mundo para ser cocreadores, para completar la obra que inició Dios Padre y que en Cristo Jesús adquiere el rostro samaritano de atender al necesitado. Vivimos en medio de una pandemia sanitaria que se agrava entre nosotros por la enorme crisis social, económica y política que paraliza y hunde. Es allí, donde no tiene lugar el desánimo y la desesperación, por el contrario, deben brotar los mejores esfuerzos por la superación de las rémoras que impiden que la igualdad, la libertad y la justicia social se hagan presentes para todos.
El documento de Aparecida (2007), bajo la guía del entonces Cardenal Bergoglio nos indicó: “Alentamos a los empresarios que dirigen las grandes y medianas empresas y a los microempresarios, a los agentes económicos de la gestión productiva y comercial, tanto del orden privado como comunitario, para ser creadores de riqueza en nuestras naciones, cuando se enfuerzan en generar empleo digno, en facilitar la democracia, y en promover la aspiración a una sociedad justa y a una convivencia ciudadana con bienestar y en paz” (n. 404).
En este momento de oración, que resuene en nuestros oídos el versículo del salmo que hemos repetido hace unos minutos: “Bendeciré tu nombre por siempre jamás, Dios mío, mi Rey”. Que el trozo escogido de San Pablo a los Colosenses, toque la fibra más sensible de cada uno de nosotros: “por encima de todo, tengan el amor, que reúne todo y todo lo hace perfecto”. No es la violencia, ni el odio, ni la exclusión la que nos trae la felicidad. “Con el corazón agradecido, cantamos a Dios salmos, himnos y cánticos inspirados”.
El Papa Francisco nos alerta de la urgencia de no separar la confesión de la fe y el compromiso social. “¡Qué peligroso y qué dañino es este acostumbramiento, -dice el Pontífice-, que nos lleva a perder el asombro, la cautivación, el entusiasmo por vivir el Evangelio de la fraternidad y la justicia! …Lo que hagamos con los demás tiene una dimensión trascendente…es la absoluta prioridad de la salida de sí hacia el hermano, como uno de los dos mandamientos principales que fundan toda norma moral” (EG 179).
Hoy, ustedes, queridos hermanos de Empresas Polar, hacen presente el evangelio de Lucas proclamado en esta mañana. Como el samaritano sanado por la acción de Jesús, vienen ustedes a dar gracias y a alabar a Dios. También reciben ustedes la palabra del Señor: “Levántate y vete, tu fe te ha salvado”. Nos salva el Señor por el agradecimiento unido a la acción de servicio al prójimo. Siguen las huellas que nuestro Beato José Gregorio nos dejó. La invitación a ser constantes en la búsqueda del bien de los demás, a pesar de las muchas trabas que intentan apartarnos del camino. Producir para alimentar, generar empleo para ser dueños de la propia vida, promover el protagonismo de sentirse y ser autónomo, responsable, más que un asalariado, es tarea que enaltece y enorgullece, “para realizar así un mundo justo y solidario donde la creación de la riqueza tenga una función positiva”, es lo que vienen a poner sobre el altar para que el Señor lo multiplique en abundante fruto.
Es momento de oración alegre y esperanzada. Que esta celebración sea un oasis, un descanso, un retomar fuerzas, para continuar el arduo camino de contribuir a una Venezuela más fraterna, solidaria y en paz. Que la vacuna llegue a cada uno de los trabajadores, que se abran de nuevo las escuelas, los comedores, los sitios de recreación, la formación permanente humana, espiritual y religiosa.
A los pies de María Santísima nuestra madre, bajo la advocación que nos sea más cercana al corazón, me uno a ustedes en esta merecida acción de gracias al Señor por estos primeros ochenta años, prenda de nuevos logros y del sueño de una Venezuela más justa, más fraterna y más solidaria. Que así sea.-