Ahijado –padrino
Juvenal Salcedo Cárdenas:
Esta historia bonita la hemos relatado, pero no creo que la haya dejado por escrito.
El padre Porras era un sacerdote joven, caraqueño, muy bien formado en las ciencias humanas y divinas. Egresado del Instituto Pedagógico de Caracas a donde venía a clase desde Calabozo, donde era sacerdote, muy joven, a las órdenes y formación de Monseñor Miguel Antonio Salas, Obispo de Calabozo. Allí lo conocí yo, estando de visita oficial como Director de Cultos que era. Dormíamos en el mismo cuarto y hablábamos de lo divino y de lo humano. Hemos sido buenos amigos, hasta llegar a ser “los huérfanos del Padre Gil” como él nos llama a Ligia y a mí. Se incluye él.
Este joven sacerdote fue asesor en Cursillos de Cristiandad. Por tal razón viajó por toda Venezuela.
Le gusta la tauromaquia, y siendo seminarista, y aun sacerdote joven, algunas veces se bajaba al ruedo a torear. Nosotros le gritábamos ¡Olé!
Era muy querido en el mundo de Cursillos de Cristiandad. Por eso, los Cursillistas, cuando quedaba vacante una sede episcopal, esperábamos que nombraran al padre Porras.
Varias sedes episcopales fueron proveídas y el padre Porras, nada: este era el ambiente.
Estaba nuestra familia de vacaciones de navidad en Margarita. Teníamos a nuestro hijo Abraham recién nacido. Le salió una alergia feísima en la cara y en la cabeza. Estaba en brazos de su madre. Yo al verlo dije: será esto lo que necesita Porras para ser Obispo….?
En eso llegó el periódico El nacional y en primera página decía: nombrado el padre Porras, Obispo de Mérida. Ligia ¿ves la noticia? Nos emocionó hasta las lágrimas.
Cuando le comentamos a nuestro amigo, ya obispo, exclamó: Entonces yo tengo el padrino de mi episcopado. Pues si “tronco e padrino”.
Abraham nació después de cuatro hermanos varones, siendo nosotros, sus padres, ya mayores. Las malas lenguas decían que el niño podría venir con problemas. Nosotros lo pusimos en manos de María Auxiliadora.
El niño nació, creció, se hizo piloto de helicópteros y curso estudios universitarios de Gerencia con mención Magna Cum Laude. Hoy es un hombre casado y tiene tres hijos varones.
Cuando narramos esta historia, la gente dice: “Tronco e padrino tiene el cardenal”.
Todas las cosas bonitas que nos pasan son producto de la fe.
Pero el feliz soy yo: tengo un amigo cardenal que nos quiere de verdad y un hijo padrino de él. “Na guará” como dirían en Lara.
Laus Deo.
Montréal, 13 julio 2021