70 años de la Convención de Ginebra sobre el Estatuto de Migrantes Forzados
El 28 de julio de 1951, 144 Estados firmaron el acuerdo internacional que reconoce los derechos de las personas que huyen de sus países a causa de la guerra, las catástrofes naturales y la persecución. Entrevistamos a Chiara Cardoletti del ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados).
Giancarlo La Vella – Ciudad del Vaticano
La Convención de Ginebra de 1951 sobre el Estatuto de los Refugiados se considera el documento internacional fundamental que sigue rigiendo el enfoque de los Estados hacia las personas que buscan refugio debido a situaciones insostenibles en sus países de origen. Firmada por 144 Estados, la Convención define el término «refugiado» y especifica tanto los derechos de los migrantes forzados como las obligaciones legales de los Estados para protegerlos.Chiara Cardoletti, responsable de las relaciones del ACNUR con Italia, la Santa Sede y San Marino
Proteger la vida y la libertad
El principio fundamental en el que se basa la Convención de Ginebra de 1951 es el de no devolución, que establece que ningún refugiado puede ser devuelto a un país en el que su vida o su libertad puedan estar gravemente amenazadas. Ahora se considera una norma de derecho internacional consuetudinario. El ACNUR, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, actúa como guardián de la Convención y el Protocolo de 1967 sobre el Estatuto de los Refugiados. Según la ley, los Estados deben cooperar con el organismo para garantizar el respeto y la protección de los derechos de los refugiados. En una entrevista concedida a Vatican News, Chiara Cardoletti, responsable de las relaciones del ACNUR con Italia, la Santa Sede y San Marino, recuerda el período histórico (pocos años después del final de la Segunda Guerra Mundial) en el que nació el Acuerdo de Ginebra, un período en el que millones de refugiados se desplazaron por todo el mundo.
La relevancia de la Convención
Quienes redactaron la Convención de 1951 trataron de adaptarla a las necesidades de la época, es decir, al trato que debían recibir los refugiados, pero también mirando al futuro, imaginando -dice Chiara Cardoletti- escenarios sociales que podrían haber ocurrido décadas después y que, de hecho, estamos viviendo hoy. La realidad actual, a diferencia de hace 70 años, es la de los conflictos locales, las persecuciones y otras emergencias de las que huyen millones de personas. Está claro, dice la representante del ACNUR, que hoy en día la Convención, en su aplicación, debe interpretarse de forma flexible, sin dejar de respetar el espíritu con el que sus autores la redactaron. Otra cosa que ha cambiado en comparación con el pasado, dice Chiara Cardoletti, es que los que huyen suelen hacerlo a países cercanos a su país de origen. A menudo se trata de países en vías de desarrollo, donde existe una gran solidaridad con los refugiados. No puede decirse lo mismo de los países más desarrollados, en los que una serie de normativas complican enormemente la acogida e integración de los inmigrantes. –
Vatican News