¡Qué difícil es hacer el bien!
Cardenal Baltazar Porras Cardozo:
Recibo un correo que comienza con el título de esta crónica. Bastantes padecimientos tiene nuestra sociedad con la crisis que padecemos desde hace más de dos décadas para que ahora, aparezca de nuevo, una catástrofe natural que empaña aún más las ilusiones y esperanzas de un porvenir mejor. Hay mucho que reflexionar al respecto, porque tampoco podemos buscar primero, chivos expiatorios, que tranquilicen nuestra conciencia, pues no nos sentimos (co)responsables de la situación.
Nos cuesta aprender la lección de la historia, pues la mirada miope hacia el pasado nos hace ver hacia adelante, tomando en cuenta, lo más inmediato, sin perspectivas de mediano y largo aliento que superen los errores o fallas del pasado. No es la primera vez que en la cuenca del río Mocotíes se presenten vaguadas y deslaves. En época temprana, a comienzos del siglo XVII, Fray Pedro Simón nos relata algo similar en la Playa de Bailadores. Y en febrero del 2005, fuimos testigos de lo que sucedió en el mismo escenario.
No tenemos los instrumentos para evitar terremotos, huracanes, riadas, inundaciones, deslaves, pero sí tenemos inteligencia para que cuando acontezcan, no tengan los efectos devastadores de siempre. Los ejemplos están a la vista. Cuando hay políticas de estado y conciencia ciudadana formada, los efectos no son los mismos. Pensemos en los terremotos de Haití y Chile, o en los huracanes del Caribe, y la desigualdad que surge según los países por donde pasa.
Los invito a que hagamos una lectura pausada de la Encíclica Fratelli Tutti, para que una vez que pase la primera emergencia, se programen y pongan en práctica proyectos humanizadores. No es sólo cuestión de dinero, hay algo más. La pandemia del Covid19 nos pone ante la realidad de la debilidad y fragilidad de la condición humana, para que veamos hacia adelante que la igualdad y la libertad son parte integrante del progreso humano integral. “Cuidar el mundo que nos rodea y contiene es cuidarnos a nosotros mismos. Pero necesitamos constituirnos en un “nosotros” que habita la casa común”. La conducta irracional e inhumana que vemos en las redes con la actuación de la GNB en la zona del Mocotíes es clara señal de que no es la vida de los demás, la prioridad de quienes deberían estar, en primer lugar, al servicio de la gente, y en este caso, de los más necesitados.
Nos sigue diciendo el Papa que “la mejor manera de dominar y de avanzar sin límites es sembrar la desesperanza y suscitar la desconfianza constante, aun disfrazada detrás de la defensa de algunos valores. Hoy en muchos países se utiliza el mecanismo político de exasperar, exacerbar y polarizar. Por diversos caminos se niega a otros el derecho a existir y a opinar, y para ello se acude a la estrategia de ridiculizarlos, sospechar de ellos, cercarlos”.
Mahatma Gandhi formuló así los siete pecados capitales de la humanidad: “riqueza son trabajo. Placer sin conciencia. Instrucción sin carácter. Negocio sin moral. Ciencia sin humanidad. Religión sin sacrificio. Política sin principios”. Las dificultades están para superarlas no para dejarnos sucumbir ante el atropello. Esperamos y necesitamos criterios y niveles éticos elevados en la dirigencia y en la sociedad. Pero el comportamiento individual de cada uno no se puede considerar cuestión privada. No podemos desatender esos valores en nuestra vida y en nuestra conducta personal.
Es edificante la generosidad de tanta gente que sin protagonismos ni buscando aplausos contribuyen, se acercan y tienden la mano a los hermanos necesitados. Seguramente que sin conocer a nadie y sin esperar aplausos. No hay mejor recompensa que la sonrisa y los ojos abiertos de quienes nos reciben.
Como creyentes e hijos de la Iglesia, estamos implementando lo único que sabemos y tenemos, la fe en Dios y la Virgen, con la seguridad de que la oración no tiene efecto sin el servicio al prójimo, al excluido, al marginado, al que queda en la inopia. Sembrar esperanzas y crecer juntamente con ellos en humanidad es la tarea que tenemos por delante. A pesar de los que se oponen a que hagamos el bien.
30-8-21