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Fallece Madeleine Albright, la primera mujer que lideró la diplomacia de EE.UU.

Su familia huyó del nazismo y del comunismo, y ella fue una persona de confianza de los Clinton

Madeleine Albright, la primera mujer que lideró la diplomacia estadounidense, murió este miércoles 23 de marzo a los 84 años de edad a causa de un cáncer, según informó su familia. La familia de Albright, que era judía, padeció la persecución nazi en Checoslovaquia y tres de sus abuelos murieron en los campos de exterminio de Terezinstadt y Auschwitz. Sus padres lograron huir en 1938 a Reino Unido, cuando la futura secretaria de Estado, nacida en Praga con el nombre de Marie Jana Korbelová, tenía apenas un año. En 1948, ante la imposibilidad de volver a su hogar por la toma de control comunista, la familia se mudó a Estados Unidos, entrando como tantos emigrantes por Ellis Island, en el puerto de Nueva York, a escasos metros de la Estatua de la Libertad.

En 1996, Albright fue elegida secretaria de Estado por Bill Clinton, y se desempeñó en el cargo durante los últimos cuatro años de su Administración como la mujer en haber alcanzado el mayor rango en toda la historia del Gobierno federal estadounidense. Si embargo no entró en la línea de sucesión del presidente porque no había nacido en EE.UU. La nacionalidad la había obtenido en 1957.

Albright, cuyo padre había sido diplomático y académico checo, estudió Ciencia Política en el Wellesley College, una institución educativa solo para mujeres de Massachusetts, y se casó con el heredero de una fortuna estadounidense, Joseph Medill Patterson Albright, con quien tuvo tres hijas. En 1962, durante la presidencia de Kennedy, la familia se mudó brevemente a la capital de EE.UU., en concreto al barrio de Georgetown, entonces centro neurálgico de la vida política estadounidense. Desde entonces, Albright se interesó por los círculos de poder y el gobierno.

También se interesó por el derecho público e, instalada en Nueva York, obtuvo un doctorado en esa materia por la universidad de Columbia, donde conoció a Zbigniew Brzezinski, también refugiado de Europa del Este. Este último fue nombrado consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca tras la victoria del demócrata Jimmy Carter en las elecciones presidenciales de 1976, y fichó a Albright como enlace con el Capitolio.

Seis años después, cuando Carter había perdido y ya gobernaba el republicano Ronald Reagan, a Albright la dejó su marido por otra mujer. Aunque según dijo ella después estuvo muy afectada al principio, negoció un beneficioso acuerdo de divorcio que la hizo millonaria. Haciendo uso de su fortuna y sus contactos, se dedicó a recaudar fondos para varios candidatos demócratas de alto perfil, como el gobernador de Massachusetts y fallido candidato presidencial Michael Dukakis.

Por aquel entonces, Albright conoció a Bill Clinton, que era gobernador de Arkansas y ya se sentía tentado de probar con la presidencia. Albright, encantada con el carismático político sureño, le abrió las puertas necesarias para ganar fama en círculos demócratas de Nueva York y el resto de la costa este de EE.UU. Cuando ganó las elecciones de 1992, la nombró embajadora de EE.UU. ante Naciones Unidas.

«Multilateralismo asertivo»

Desde ese cargo, defendió lo que definió como «multilateralismo asertivo», algo que ella misma definió en 1994 como «usar la comunidad internacional para generar agendas que son buenas no solo para EE.UU. sino para todo el mundo». Es decir, tras el desmoronamiento de la Unión Soviética, Albright abogaba por que EE.UU. no se replegara en sí mismo, sino que empleara las instituciones internacionales para mantener su liderazgo y avanzar una agenda democratizadora.

Albright también era ciertamente un halcón cuando sentía la necesidad de serlo. Poco antes de que una fuerza multinacional encabezada por EE.UU. restaurara en el poder al presidente haitiano Jean-Bertrand Aristide, derrocado en un golpe en 1994, la embajadora en la ONU dijo en ese foro a los golpistas: «Pueden irse pronto y voluntariamente, o pueden irse pronto e involuntariamente».

En 1996, cuando la dictadura cubana derribó dos avionetas civiles que trataban de huir a Florida, matando a los cuatro exiliados que iban a bordo, Albright dijo, utilizando la palabra española para testículos: «No tienen cojones, solo tienen cobardía».

Tras la victoria de George W. Bush en las elecciones de 2000, Albright se retiró de la vida pública, fundó una muy lucrativa asesoría global de nombre Albright Stonebridge y dio clases en la universidad de Georgetown, convirtiéndose en una eminencia gris dentro del Partido Demócrata. Apoyó a Barack Obama y especialmente a Hillary Clinton, y fue muy dura con Donald Trump, a quien relacionó con un auge del fascismo en EE.UU. y en el extranjero.-

CORRESPONSAL EN WASHINGTON /

ABC de Madrid

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