Santas Tais y Pelagia
Recibieron el anuncio de Cristo y transformaron radicalmente sus vidas
La tradición da cuenta de dos santas mujeres que vivieron alrededor del siglo IV, en Alejandría, Egipto, y Antioquia (hoy Turquía). Ellas fueron Tais y Pelagia. Se afirma que ambas siendo jóvenes, vivieron en medio del desenfreno y el espíritu pagano propio del mundo antiguo. Ellas recibieron el anuncio de Cristo y transformaron radicalmente sus vidas hasta alcanzar la santidad. Se dice que Tais fue una famosa meretriz de Alejandría y Pelagia una bailarina de Antioquía.
Tais fue educada como cristiana pero abandonó su fe y se alejó de Dios, atraída por las riquezas, el lujo y los placeres carnales. Fue tal su alejamiento que no podía ser reconocida más como cristiana. Sin embargo, de acuerdo a los testimonios atribuidos al obispo San Pafnucio, el del desierto de Tebaida, Tais se reencontró con su fe. Él mismo da cuenta de que por muchos años fue testigo de cómo ella vivió en medio de la perdición y el escándalo, avergonzando a muchos cristianos. Pafnucio pudo acercarse a ella y suscitar un cambio en su corazón. Entonces, Tais se arrepiente e implora el perdón de Dios. Posteriormente pasaría unos tres años encerrada en la celda de un monasterio, haciendo penitencia y dedicada a la oración. Tras ese periodo, se integra a la vida del monasterio pero muere dos semanas después, aunque en paz y reconciliada con Dios. Su muerte se produjo alrededor del año 348. A Santa Tais se le honra en las Menologías griegas y de las iglesias católicas orientales hasta hoy. Es patrona de Alejandría y suele ser representada vestida con ricas y coloridas sedas, un espejo -símbolo de la vanidad- y un collar de perlas, como representación de la futilidad de lo adquirido lejos de Dios.
Pelagia, por el contrario, nació y creció como pagana y su conversión al cristianismo se produjo recién por mediación del Obispo de Antioquía, Nono, anacoreta de Tabenas. Bastó oírlo predicar para que Dios moviera el corazón de Pelagia a una sincera conversión, pidiera el bautismo y cambiara las danzas, las máscaras y los abalorios por la penitencia y la oración. Una vez bautizada se trasladó a Jerusalén, donde viviría en un monasterio cercano al Monte de los Olivos. Murió alrededor del año 468. Es patrona de los cómicos y de los arrepentidos.