Opinión

«Rómulo Resiste»

Se trata de una magnífica y bien lograda relación de los grandes obstáculos y peligros que Rómulo Betancourt encontró en el ejercicio de su gobierno constitucional

Carlos Canache Mata:

Como la Revolución del 18 de octubre de 1945 está cumpliendo 76 años de haber acontecido, tenía pensado dedicar el artículo de esta semana a algunos comentarios sobre ella. Sin embargo, como acabo de ver el documental cinematográfico “Rómulo Resiste”, producido por Carlos Oteiza, cambié de intención, y decidí más bien escribir sobre tal documental.

Se trata de una magnífica y bien lograda relación de los grandes obstáculos y peligros que Rómulo Betancourt encontró en el ejercicio de su gobierno constitucional (1959-1964), de los múltiples intentos de alzamientos militares e insurreccionales que enfrentó, de las acechanzas que intentaron derrocarlo, llegando  hasta el  atentado homicida –con el apoyo demencial del dictador dominicano Rafael Leonidas Trujillo- que estuvo a punto de quitarle la vida.

En la pantalla del Teatro Trasnocho del Paseo de Las Mercedes vimos desfilar las escenas de los cuartelazos clásicos fallidos, las graves sublevaciones de las bases navales de Carúpano y Puerto Cabello (4 de mayo y 2 de junio de 1962, respectivamente), las peripecias de un movimiento guerrillero rechazado por los campesinos (“unas guerrillas sin campesinos son como un arroz con pollo, sin pollo”, decía Rómulo Betancourt), asaltos a bancos y personas, matanza de policías, motines callejeros recurrentes, incendio de fábricas y una larga etcétera. La crónica de los sucesos no fue óbice para que historiadores y economistas se refirieran también a los logros gubernamentales alcanzados a pesar de las adversidades que muchos consideraban insalvables y parecían cerrar el camino.

Dos importantes dirigentes políticos, Américo Martín y Héctor Pérez Marcano, aportaron reflexiones equilibradas y autocríticas que los honran. Marco Tulio Bruni Celli y este escribidor pespunteamos igualmente algunas pinceladas de opinión en ese gran mural de una etapa de la historia nacional que es “Rómulo Resiste”, con que a los venezolanos nos ha obsequiado Carlos Oteiza.

Realmente, apartando cualquier identificación partidista y la simpatía o antipatía que se tenga sobre Rómulo Betancourt, no puede negarse que fue un capeador de tempestades, un arquitecto que salvó  de la destrucción y le puso bases sólidas al edificio de la democracia, un navegante que sorteó las olas de un mar enfurecido, un gran torero que hizo una gran faena a un toro que embestía y quería llevarse en los cachos a la democracia.

Como el Presidente Betancourt dijo en una de sus alocuciones que “no será sobreseída” la causa de los autores e inductores, militares y civiles, de los brotes facciosos, “dejándole a su sucesor la peligrosa herencia de la impunidad del crimen político”, el destacado y equilibrado dirigente político socialcristiano Ramón Guillermo Aveledo dice en su libro La 4a República: “…Yo me pregunto ¿Qué habría sucedido si el Presidente no hubiera actuado de ese modo? ¿Qué habría sido de la democracia?”.

Luis José Silva Luongo, ex-profesor de la Universidad Católica Andrés Bello, en su libro De Cipriano Castro a Carlos Andrés Pérez 1899-1979, hace esta consideración: “Cualquiera que sea la posición política que se haya mantenido o se mantenga sobre Rómulo Betancourt, no puede dejar de reconocérsele que su paso por el Gobierno Nacional ha sido de una importancia decisiva para el desenvolvimiento político del país en el largo período que va desde que deja la presidencia  hasta el presente. Otra hubiera sido la evolución política de Venezuela si no hubiera ocupado la Presidencia de la República en el conflictivo período 1959-1964 un hombre de sus condiciones excepcionales”.

El gran ensayista e historiador Mariano Picón Salas sostiene que la “energía” del Presidente Betancourt salvó la democracia: “El quinquenio ha sido extremadamente difícil…Todas las fuerzas antidemocráticas de la extrema derecha abusiva y dictatorial y de la extrema izquierda del comunismo anárquico (el ‘Ché Guevara’ había sustituido a Lenin) se asociaron contra Betancourt a fines de 1961. Él supo ser el piloto de la más rabiosa tormenta…Demostró contra todas las propagandas de miedo, una energía serena que le ha permitido llegar, con mayor autoridad y respeto, al término de su gestión presidencial y lograr que se celebraran sin desorden los comicios del 1° de diciembre de 1963”.

El reputado politólogo Juan Carlos Rey juzga una “hazaña” el salvamento de la democracia por Betancourt: “El mantenimiento y consolidación de una democracia representativa, en un país en condiciones como las que había en Venezuela hacia 1958, fue una verdadera hazaña para la que se necesitaban raras cualidades, no sólo de liderazgo, valor y honradez, sino de sabiduría y prudencia política. Gracias a esa mezcla de cualidades excepcionales, Betancourt pudo culminar con éxito tal tarea”.

Y la periodista y politóloga, especializada en asuntos internacionales, María Teresa Romero, escribió: “…No creo exagerado afirmar que esas capacidades políticas y el denodado compromiso de Betancourt con la tarea que tenía en sus manos fueron indispensables para la supervivencia individual, partidista y colectiva”.

Opiniones tan calificadas como las anteriores, se confirman en Rómulo Resiste, otra RR, documental que es como una respuesta a aquella RR, Rómulo Renuncia, con que la antidemocracia llenó las paredes de ciudades y pueblos de Venezuela.  Olvidaron que estaban desafiando -como él mismo dijo- a “un Presidente que ni renuncia ni lo renuncian”.-

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