Confusión de apóstoles en la Catedral de Santiago
Un estudio forense plantea la posibilidad de que los restos que se conservan en la Capilla de las Reliquias del templo compostelano no pertenezcan a Santiago 'el Menor' sino a Santiago 'el Mayor', en teoría sepultado bajo el altar
¿Y si bajo el altar mayor de la Catedral de Compostela no estuviera enterrado el Apóstol Santiago ‘el Mayor’ sino que este, en realidad, estuviera custodiado en la Capilla de las Reliquias donde se cree que se conservan los restos de otro Apóstol, Santiago ‘el Menor’? Este es el debate que plantea un estudio antropológico forense realizado en los años 90 y que ahora ve la luz en la prestigiosa revista Forensic Anthropology, que edita la Universidad de Florida. La ciencia aplicada a la leyenda para hacerle apostillas al mito, o al menos, ajustarlo lo más posible a lo que fue o pudo ser.
La última vez que hombres de ciencia aplicaron su conocimiento al estudio de las reliquias de la Catedral fue a finales del siglo XIX, en 1878. En aquella ocasión, todo lo más, tres profesores de la Universidad de Santiago (Casares, Freire y Sánchez Freire) dejaron por escrito que los huesos hallados a 30 metros de profundidad bajo el altar mayor pertenecían a «tres esqueletos incompletos de muchos individuos, de diferente desarrollo y edad». En las excavaciones se encontró un mausoleo romano en cuyas piedras estaba grabado el nombre de uno de los discípulos que se cree formó parte de la expedición que trajo a España los restos de Santiago Zebedeo o ‘el Mayor’, tras su muerte en Jerusalén. Los profesores aplicaron una lógica un tanto arbitraria para determinar que los huesos «pudieron haber pertenecido al Santo Apóstol y sus dos discípulos».
¿Cómo pudieron llegar los restos de los Apóstoles a Santiago? Según el relato histórico establecido, el obispo portugués Mauricio Burdino «trajo la cabeza de Santiago Alfeo procedente de Jerusalén en 1108». La reina Urraca de Castilla se apoderó de la reliquia y se la entregó a Diego Gelmírez, el arzobispo compostelano, quien «como parte de un ritual especial, la depositó en un cofre dorado en 116», según se recoge en el artículo, del que es autor Fernando Serrulla, miembro del Instituto de Medicina Legal de Galicia y presidente de la Asociación Española de Antropología y Odontología. Sin embargo, a su llegada se creyó que la cabeza pertenecía a Santiago ‘el Mayor’, lo que a la larga acabó generando una contradicción con el hecho principal de la leyenda jacobea: que los restos del Apóstol fueron trasladados desde Tierra Santa a su muerte y encontrados íntegros en el lugar donde se acabó por levantar el templo compostelano. Así que el relato se modificó ligeramente: la cabeza pertenecía a Santiago, sí, pero ‘el Menor’. Lo que no contaban es que otra basílica, la catedral italiana de Ancona, reclamara para sí la posesión de los restos de Alfeo, incluida la cabeza.
Muerte ‘en tres golpes’
Transcurrido un siglo de aquellos estudios, la Catedral de Santiago volvió a abrirse para el estudio de científicos, aunque en esta ocasión no buscaban determinar la identidad del Zebedeo sino de otro Apóstol, Santiago Alfeo o ‘el Menor’, del que se conservan restos de su cabeza en la Capilla de las Reliquias de la basílica compostelana. Al equipo dirigido por Fernando Serrulla tampoco le dieron excesivas facilidades. Apenas diez días para trabajar sobre el terreno, sin posibilidad de trasladar los restos al laboratorio. Treinta años después, la investigación de Serrulla ve la luz y lejos de aclarar las incógnitas del mito compostelano, añade algunas nuevas.
Por partes. Santiago ‘el Mayor’ murió, según se cree, en el año 44 decapitado por orden de Herodes Agripa. El relato está recogido en los textos bíblicos de los ‘Hechos de los Apóstoles’. «Este tipo de muerte era la pena habitual entre los judíos condenados por idolatrar, un crimen por el que Santiago ‘el Mayor’ pudo haber sido acusado», recoge el artículo de Serrulla, adelantado por ‘El País’ y al que ha tenido acceso este periódico. Por el contrario, Santiago ‘el Menor’ —llamado así por San Marcos Evangelista para diferenciarlo del Zebedeo— murió hacia el 62 d.C., «cuando tenía 92 años y tras vivir un existencia ascética». Los historiadores de la Iglesia barajan tres posibles causas para su martirio: fue empujado por los fariseos desde lo alto del Templo y posteriormente lapidado; a mayores de esta opción, ya en el suelo un obrero le golpeó en la cabeza con una porra o un palo; o fue lapidado tras una sentencia por violar las leyes religiosas de la época. «Todas las versiones sobre la muerte de Santiago Alfeo parecen coincidir con el hecho de que probablemente murió como consecuencia de una lesión cerebral por trauma, causada por un palo o porra, o como el resultado del impacto de piedras en su cabeza», resume el forense. Estos escenarios plantean como arma algún objeto romo «pero no afilado».
Y he aquí la clave de la argumentación científica. De los pocos restos que se conservan y que pudieron ser analizados —unos 25 fragmentos óseos del cráneo, el más largo de unos 90 milímetros de largo, la gran mayoría carbonizados tras el incendio que afectó a la Capilla de las Reliquias en 1921, que prácticamente la destruyó— se confirma la existencia de lesiones violentas. La reconstrucción forense permite determinar dos lesiones, una en el frontal del cráneo y otra en el parietal, posterior a la primera. «La existencia de estos dos golpes en el cráneo nos permite argumentar que el caso puede estar relacionado con la denominada ‘muerte por tres golpes’, según la cual el condenado recibía el primer ataque en un lateral de la cabeza que lo dejaba inconsciente, después un segundo golpe en la nuca» una vez el cuerpo estaba en el suelo «y finalmente la decapitación, para asegurar la muerte del prisionero». «En nuestro caso solo hay evidencia de los dos primeros golpes, dado que no ha sido posible examinar las vértebras del cuello», resume Serrulla, un prestigioso forense que ha participado en investigaciones tan complejas como el crimen de Diana Quer.
Así pues, el forense interpreta que «la muerte por un instrumento romo encaja mejor con la muerte de Santiago ‘el Mayor’, que fue ejecutado por decapitación en el año 44», mientras que «no tenemos la misma evidencia para sostener la hipótesis de la muerte de Santiago ‘el Menor’», probablemente «por un palo o mediante lapidación». La conclusión bate contra el dogma: «los restos óseos encontrados en el relicario de Santiago Alfeo quizás no pertenezcan a este santo, si aceptamos como válida la información histórica sobre su martirio», pero por el contrario «si podrían pertenecer a Santiago ‘el Mayor’». La polémica está servida.-
José Luis Jiménez/ABC Santiago