Rusia es «un milagro de María», porque «según toda lógica ya no deberíamos ni siquiera existir»
Kiril, patriarca de Moscú y cabeza de la Iglesia Ortodoxa rusa celebró la fiesta de la protección de la Madre de Dios en la catedral del Santísimo Salvador de la capital
Kiril, patriarca de Moscú y cabeza de la Iglesia Ortodoxa rusa celebró la fiesta de la protección de la Madre de Dios en la catedral del Santísimo Salvador de la capital del país, una memoria litúrgica que solo queda ya en los ortodoxos rusos.
Tras felicitar a los presentes, el patriarca d Moscú elogió la perseverancia del pueblo ortodoxo en la fe, pese a todas las pruebas y dificultades que han pasado en la historia. Según recoge AsiaNews, Kiril sostuvo que sólo así han podido “conservar las raíces que nos dan vida, nos conectan con nuestra historia y nuestros antepasados, con los santos mártires, ascetas y pastores, y la profundidad de estas raíces nos nutre con su poderosa energía espiritual”.
De este modo, en su homilía dedicada a esta festividad mariana tan rusa, el líder ortodoxo aludió a la “intercesión, defensa y amor maternal de María por la Iglesia rusa».
Esta memoria se remonta a un acontecimiento siglos atrás en la que aparecía la visión de María extendiendo su manto sobre la ciudad de Constantinopla, amenazada por la invasión de los rusos cuando aún eran paganos. Sin embargo, los bizantinos no conservaron esta fecha en el calendario litúrgico, no así los rusos, que siguen celebrando la transfiguración de aquellos asaltantes paganos en fieles defensores de la fe cristiana.
La fe de un pueblo
En este sentido, el Patriarca recordó la renovación de este milagro en el siglo XX, cuando los rusos volvieron a convertirse en enemigos de la fe tras la revolución bolchevique: «El pueblo ruso ha sido amenazado muchas veces por enemigos, tanto de fuera como de dentro, en las luchas internas de la antigua Rus’ y de la Rusia moderna».
Según Kiril, la historia enseña que los rusos nunca deben traicionar su fe, «a pesar de todas las tentaciones, debilidades, demostraciones pseudocientíficas o las proclamas de los tribunos, y con nuestras oraciones preservamos la protección de la Reina Celestial en nuestra tierra».
El patriarca subrayó que la supervivencia de Rusia es «un milagro de María», porque «según toda lógica ya no deberíamos ni siquiera existir», tras las revoluciones, las guerras civiles y los asaltos de los más terribles enemigos, como la de los nazis. Kirill recordó la capacidad de sacrificio de los rusos, pero recordando que «solos no habríamos podido lograrlo».
Kiril y el aumento de las diócesis
Durante la ceremonia, el Patriarca consagró al archimandrita Gerasim (Ševtsov) como obispo, asignándole la sede de Vladikavkaz y Alanja, en el norte del Cáucaso. Esta ha sido la ordenación episcopal número 200 de Kirill, quien ocupa el trono patriarcal desde enero de 2009.
Con orgullo, el responsable de los ortodoxos rusos destacó el crecimiento de la Iglesia nacional en la última década: el número de diócesis se ha duplicado, pasando de 159 a 318; de éstas, 199 están en Rusia y el resto en todo el mundo, empezando por los antiguos países soviéticos, donde la presencia de habitantes de origen ruso todavía es muy significativa.
El 15 de octubre, el sínodo patriarcal estableció una nueva diócesis en Armenia, territorio de la Iglesia Apostólica local, con cuyo consentimiento los rusos se reúnen ahora en la eparquía de Ereván y Armenia. La decisión había sido acordada por Kirill con el Catholicós Karekin II, quien hace pocos días estuvo en Moscú para una oración ecuménica en favor de la paz entre Armenia y Azerbaiyán.
El Patriarca ruso explicó: «no les hablo de estos éxitos para exaltar mi rol, sino para subrayar que si no hubiera una necesidad real de nuestro pueblo respecto al desarrollo de la vida eclesiástica, ni siquiera habría nuevas diócesis».-