Entrevistas

José María De Viana: «El malestar acumulado por el deterioro de la calidad de vida no se perdona»

El Estado venezolano perdió la sensibilidad porque no hay ninguna relación entre mantenerse en el poder y tener aceptación del pueblo

_  Este malestar tiene efectos políticos

_ Los servicios están asociados a derechos fundamentales del hombre. Contribuyen a la protección los derechos humanos, son garantía de que se respetan

_ El Estado moderno ha entendido que la forma de transmitir bienestar de una manera más eficiente y transversal es a través de los servicios públicos

_ El Estado venezolano perdió la sensibilidad porque no hay ninguna relación entre mantenerse en el poder y tener aceptación del pueblo.

_ Cuando el gobierno no es capaz de proveer de agua suficiente a la gente y la energía eléctrica y las telecomunicaciones son deficientes, en cada casa tiene una familia que es su enemiga de forma silenciosa.

 

ENTREVISTA DE MACKY ARENAS

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_  Las personas suelen creer que disponer de servicios públicos se reduce a tener agua y luz. Vamos al fondo del asunto: ¿Qué son los servicios públicos?

Es un poco más amplio el concepto. Hay unos por redes, como el agua, la energía eléctrica y las telecomunicaciones; pero hay otros fundamentales como salud y educación donde el Estado tiene algunas tareas que hacer. Otro nivel de servicios tiene que ver con la Justicia, por ejemplo. Pero tienen en común que son necesidades colectivas asociadas con derechos fundamentales del hombre. Por otra parte, son elementos de primera importancia para el desarrollo humano y la inclusión en un mundo de bienestar que garantiza la calidad de vida de las personas. Con una característica: a pesar de que los privados pueden ayudar, para que ellos participen el Estado tiene que definir las reglas del juego pues en esos servicios públicos no se cumplen las leyes del mercado.

_ En temas como telecomunicaciones, uno de los servicios que los gobiernos llaman “estratégicos”, las cosas no funcionan mejor si la gerencia es privada?

_ Y en la energía eléctrica también, pero allí el Estado juega un papel. Le toca organizar el sistema legal, con las garantías adecuadas para los ciudadanos y el mejor desarrollo de las empresas. A través del tiempo, los Estados y gobiernos han entendido que la forma de transmitir bienestar de una manera más eficiente y transversal es a través de los servicios públicos como el gran elemento de bien vivir que genera pertenencia y reduce la exclusión. Independientemente del signo político, cualquier Estado moderno, sea chino o vietnamita -que son regímenes autoritarios comunistas-  entendieron hace tiempo que los servicios públicos van más rápido que la economía y que la forma de que los ciudadanos se mantengan cercanos al Estado y  aprobando la gestión de los gobiernos, no es a través de la discusión ideológica sino a través de la percepción  de los servicios.

_ Pero ello no sólo implica esa comprensión sino estar dispuestos a enfrentar el reto y priorizar a la gente y su calidad de vida por sobre lo demás …

Todo Estado moderno tiene ese enorme desafío gerencial, ya que los servicios públicos son un reto económico. Uno quisiera que todos disfrutaran de los servicios, pero los recursos son limitados, lo cual hace que la mayoría y los más importantes servicios funcionen como un condominio. Los servicios se mantienen a través del pago que hacen sus clientes y dentro de ese colectivo, no todos pagan igual por el mismo producto. Eso hace que cuando revisas la adhesión de los ciudadanos al gobierno o la opinión pública que se tiene sobre la gerencia estatal, ella está directamente relacionada con la calidad de los servicios que presta a la colectividad. Los servicios son costosos pero, a pesar de ello, hay formas más eficientes de proceder. Por eso es que los estados, independientemente del signo ideológico, definen aquellas formas que hacen que puedan conseguir mayor bienestar y calidad de servicios con menos inversión.

  El problema es que, en el caso venezolano al menos, pareciera anidar una malentendida o desorbitada idea de soberanía. Todo es un tema estratégico, de seguridad nacional, de controlar bajo ese argumento todo aquello que luego no son capaces de gerenciar exitosamente, siendo que la Constitución obliga al Estado a garantizar la prestación de los servicios públicos…

Ayuda mucho  estudiar lo que hacen otros estados para entender que la seguridad y el valor estratégico de algunos servicios no pierden esa condición cuando el Estado mantiene el papel regulador y permite que los privados participen. Más bien al contrario, cuando el Estado es el decisor, gerente y controlador de los servicios públicos y estos funcionan muy mal, él renuncia a su rol y hace muy mal la principal función de un Estado moderno cual es proveer los servicios.  Deben analizarse las distintas experiencias alrededor del mundo, no con un lente ideológico sino con una actitud pragmática, que es la que tienen los estados exitosos en satisfacer las necesidades de la población. El tema es obtener resultados y para ello hay que comparar lo que estamos haciendo con lo que hacen los que aciertan en sus políticas, y eso se logra entendiendo los mecanismos que ellos utilizan y que a nosotros nos faltan para ser más eficientes y conseguir que algunos servicios sean universales, lo cual significa que lleguen inclusive a todos aquellos que no tienen capacidad para pagar completamente. Los estados modernos persiguen eficacia y eficiencia.  Cuando un Estado como el nuestro comete errores como adoptar modelos que han fracasado en todas partes, sin intención de corregir sus errores, eso es fatal.

_  ¿No podría uno pensar, siendo así, que se trata de una política de Estado dirigida a mantener la dominación por la vía de negar lo básico para una existencia digna? En otras palabras, igualar a todo el mundo, pero hacia abajo, en la depauperación que acentúa la dependencia…

Eso parece correcto, pero todos los teóricos políticos dicen que el malestar ciudadano provocado por malos servicios públicos son el germen de la insubordinación. Eso quiere decir, en términos criollos, que cuando el gobierno no es capaz de proveer de agua suficiente a la gente y la energía eléctrica y las telecomunicaciones son deficientes, en cada casa tiene una familia que es su enemiga de forma silenciosa. Aparentemente, las protestas son pocas y desconectadas, pero esa insatisfacción se está incubando y puede estallar apenas se abra una grieta por donde esa ira pueda escapar. Allí se verá lo que es una población enfurecida. Yo llegué a Hidrocapital por un accidente político, porque un presidente (Carlos Andrés Pérez en 1992) entendió que una manera de aplacar la rebelión política que estaba enfrentando tenía que ver con el malestar que existía por fallas en la prestación de los servicios públicos, especialmente aquí en la gran capital. El malestar acumulado por el deterioro en la calidad de vida no se perdona. Si el gobierno toma medidas para enmendar la situación y aliviar las necesidades, el agradecimiento es inmenso.

 _  ¿Hay ejemplos cercanos que comentar?

El caso de Chile. Cuando la Concertación llegó al poder -nunca se ganaba por un margen cómodo- llegaron a la conclusión de que sólo mejorando la calidad de vida de la gente podrían conseguir niveles de fidelidad que aseguraran la gobernabilidad a una Administración que se estrenaba rompiendo con la dictadura. Allí se produjo una reflexión interesantísima donde ellos explicaban que a pesar de que la economía podría crecer mucho, si ello no se reflejaba en el bienestar de las personas, y ese proceso tarda aun cuando el crecimiento sea alto anualmente, el fracaso estaba asegurado. Eso fue muy claro para los economistas que sabían que la gente no tenía tanto tiempo para ejercitar su paciencia. Por ello tomaron medidas dirigidas a garantizar bienestar antes que la economía ofreciera sus resultados. Esas medidas fueron en primer lugar atender la escuela pública y hacer una importante inversión en esa área. Invertir allí es más importante que hacer en carreteras. Y ellos trabajaron para que cada niño, hasta el más humilde, tuviera acceso a una educación de calidad.

_  Aquí, tristemente, vivimos de la apariencia. Un estadio es más importante que las escuelas o los hospitales. ¿No cuesta muy cara esa ficción?

Mira, el gobierno tiene mejores encuestas que nosotros. Sabe perfectamente que ninguna de esas medidas genera adhesión al proyecto ni al gobierno. La insatisfacción es muy profunda. Un padre de familia pobre ve que la escuela de su hijo es más pobre que su propia vivienda, concluye que sus hijos están condenados a la pobreza. Aparte de ello, el agua no llega, la luz tampoco, el transporte es infame y ni hablar de los servicios de salud. Muy bien lo sabe el Estado pero no van al fondo del problema. No entienden el enorme significado mágico que tiene para las personas, especialmente para los más sencillos, el tener acceso a lo más elemental para una vida digna. Los que más sufren son los más pobres, eso es así.

_  Cuando los servicios fallan, se acentúan de manera dramática las diferencias sociales y la corrupción encuentra terreno fértil. Lo de CANTV, por sólo citar un caso, es terrible. Si se interrumpe el servicio, hay que pagar fuertes cantidades en dólares para  que un operario se digne reconectar. Media Venezuela está sin comunicación pero hay que pagar mensualmente, so pena de perder las líneas. ¿No es eso indignante?

Es una costra de abusadores cobijados bajo la necesidad de la gente y la inoperancia de la empresa telefónica. Hay un fenómeno interesante. En algunas cosas el gobierno ha tomado medidas liberales. Movilnet se convirtió en una vergüenza nacional, un atraso después de 15 años de gestión del gobierno, incomparable con lo que logró la gestión privada.  En el caso de las Telecomunicaciones, el gobierno toma una medida que es parcial e insuficiente pero que liberaliza la entrada de proveedores de servicios de internet a Venezuela, autorizando más de 10 empresas pequeñas que pueden proveer internet y hacer ventas al detal de fibra. Son “milagros” que indican que si el gobierno reflexionara sobre estas cosas, encontraría el valor de la participación del sector privado. Definieron unas reglas para facilitar libertad en tarifas y otras áreas de ese trabajo. Venezuela, hoy, es el reino de Liliput en esta materia, con un montón de empresitas que están llegando a los domicilios y proveyendo fibra óptica. Y no solamente a los que más pueden. En los barrios humildes de Maracaibo, donde no hay agua ni luz, hay fibra y las familias, pagando muy poco, cuentan con un servicio de fibra extraordinario.

_ ¿No es incongruente? ¿Qué está primero, la luz y el agua o la fibra?

_  Fíjate que todos los estados modernos hacen, se equivocan y corrigen. Lo que me parece inaudito es que el gobierno que tenemos hace las cosas mal y no las corrige. Y lo que les sale bien no lo aplican a todo lo demás. Los privados hacen mil cosas mejor que el gobierno. China tiene un distrito escolar, Shanghai, donde el sistema escolar es altamente calificado y el presidente  Obama dio la orden de estudiar qué estaban haciendo allí para aplicarlo a los Estados Unidos. China invierte cinco veces menos que EEUU, obteniendo mejores resultados en algunos renglones educativos y eso interesó a pesar de las diferencias ideológicas entre ambos gobiernos. China es un Estado comunista autoritario pero se trata de aprender lo bueno de donde venga en beneficio de sus países. Y los chinos entendieron que la educación de calidad está primero. Los maestros y las escuelas están primero.

_  ¿Hay derechos humanos sin servicios públicos eficientes?

_ No. Los servicios están asociados a derechos fundamentales del hombre. Sin agua potable no hay salud pública. Los servicios públicos contribuyen a la protección de los derechos humanos, son garantía de que se respetan.

¿Es mejor tener servicios centralizados o regionales y municipales?

Los servicios de agua potable son regionales porque las fuentes son independientes. Las fuentes de agua de Maracaibo no tienen nada que ver con las de Caracas, por ejemplo.  Los alcances son diferentes y la gobernabilidad no puede ser la misma. Hay un modelo para cada servicio. Y hay suficientes ejemplos exitosos de donde copiar. Lo que está claro es que la gerencia debe ser profesional y trabajar al margen de las vicisitudes políticas.

 _  ¿Eso qué precondiciones requiere?

Un Estado que no esté en default y que respalde las inversiones que hacen falta para arrancar los servicios, que tenga legitimidad para atraer inversiones y ofrezca las garantías necesarias de que la inversión será honrada. Hay que resolver también un problema político. Si lo que se quiere es dar un salto en la mejora de los servicios públicos, resolver el tema político es crucial. En este momento, el Estado venezolano no tiene la credibilidad ni legitimidad internacional que permitan esas garantías y ofrezcan confianza al inversor. En otras palabras, es relativamente sencillo arreglar los entuertos en términos prácticos, pero primero lo primero: el nudo político hay que deshacerlo.

_  Estamos en una crisis humanitaria compleja, entre otras cosas por causa de la desidia con los servicios públicos y los observatorios sociales registran cada vez más conflictos, en un ambiente anárquico y caótico…

Es la tormenta perfecta: salarios muy bajos, inflación, falta de servicios. Maracaibo, la segunda ciudad de Venezuela,  era un caos con el bachaqueo, la reventa  y el contrabando de gasolina. El gobernador Rosales tomó algunas decisiones y en Maracaibo todas las bombas trabajan 24 horas al día. En Trujillo, al lado, no hay una gota. No llevan la buena experiencia de esa ciudad a otras. Y es imposible  arreglar todo a la vez, pero ciertamente hay que ir tomando decisiones para mejorar en función de aliviar las penurias a que está sometida la gente. Es sencillo: si se hace un experimento y funciona, hay que replicarlo en otros lugares.

_ Allí hay un tema moral fuerte y claro. Como dicen los obispos, es moralmente inaceptable el que no se haga…

_ Por supuesto, pues es la gente la que sufre. No tenemos un sistema electoral confiable y eficiente como para movilizar al país y provocar un cambio que traiga gobernantes sensibles y justos. El Estado venezolano perdió la sensibilidad porque no hay ninguna relación entre mantenerse en el poder y tener aceptación del pueblo. La fuerza los sostiene. Sencillamente, pueden vivir con ello, hasta ahora. Si alguna vez, quien esté en Miraflores, entiende que el apoyo popular es importante para mantenerse en el poder, ese día habrá servicios públicos eficientes porque estarían de primeros en la agenda. Ellos son los que generan una inmediata sensación de bienestar y felicidad. Nadie querría cambiar un gobierno que te da calidad de vida. Y esa sensación va más rápido que las otras acciones del Estado. Y si alguna vez las elecciones son importantes para mantener o repetir en el poder, entonces los servicios públicos serán importantes.

_ Hay pocas personas que sepan más que usted de agua y telecomunicaciones en Venezuela. Se lo percibe como un funcionario, no solamente eficiente sino honesto en su desempeño al frente de los cargos públicos en este país. Toda una especie en extinción. ¿Alguien lo ha llamado para solicitar su asesoría, sus recomendaciones, conocer sus opiniones y valerse de su experiencia en estas áreas tan críticas?

_ En años anteriores, sin importar el signo del gobierno, siempre te llamaban y había un proceso de escucha muy útil para la toma de decisiones. Aprovechaban la experiencia que uno pudiera aportar. Nunca fui adeco ni copeyano y en todos los gobiernos de esas dos tendencias, por igual, me llamaban a consultas profesionales. Este gobierno no lo ha hecho, a pesar de que mi salida de Hidrocapital fue precedida por mi compromiso de contribuir en lo que necesitaran a partir de 1999. Ocho años después, en una larga transición – de seis meses- que tuvimos en CANTV con Jacqueline Farías y con Socorro Hernández para culminar de forma correcta la transferencia de gobierno en esas empresas, nos comprometimos a que en cualquier momento en que fuera llamado y de forma absolutamente gratuita, yo acudiría  a colaborar. Y estaba dispuesto a hacerlo con toda mi energía y conocimiento porque, al final, otra vez, la gente no tiene la culpa y si hay algo que pueda hacer para reducir el sufrimiento de las personas, estoy listo.

_ ¿Y no ha ocurrido?

Todas las mañanas  amanezco con la esperanza de que ese día será distinto, que alguien -no necesariamente del más alto gobierno, puede ser de tercer o cuarto nivel-  va a llamar para preguntar algo valioso para  mejorar el servicio de agua o comunicaciones. A pesar de que hemos estudiado muy bien la ruta de reconstrucción de los servicios pues en esto no improvisamos, nunca nadie, de ningún nivel del gobierno, nos ha llamado para pedir ayuda. Eso significa que el gobierno carece de un elemento básico de los tiempos modernos: tú preguntas aquello que no sabes. La conclusión es que la sensibilidad social de quienes hoy nos gobiernan es muy baja, que el sufrimiento de las personas no les quita el sueño. Repito: los malos servicios generan, especialmente en los pobres, un sufrimiento infinito. No les molesta que la gente sufra. Los  cristianos tenemos la esperanza de que nos equivocamos en nuestras apreciaciones y que en el fondo de las personas permanece un ser humano sensible, que le duele su  prójimo, que la compasión es una característica del gentilicio venezolano. Pero no en este caso. Lo que ocurre me genera especial violencia. Hay lugares en Venezuela como Margarita o Maracaibo donde arreglar los problemas de agua es algo que podría ser muy rápido, donde se obtendría una victoria temprana en un lapso relativamente corto, duplicando o triplicando el bombeo y la calidad del servicio. Eso indigna, no es fácil de entender, después de tantos errores y tanto bate quebrado haciendo cosas equivocadas al frente de empresas de las que no comprenden  nada, que no tengan la más mínima curiosidad de preguntar cómo se hacen las cosas allí.  No sólo no me han llamado a mí, sino que nadie que yo conozca como competente ha sido consultado sobre ningún tema relacionado con el manejo de esas empresas.

_ Por eso siguen las medidas incomprensibles…

Una vez recomendamos, a quien quiso escuchar,  invertir en el Sistema Tuy II para aliviar a Caracas. Si se invierte allí, inmediatamente la población lo va a notar en seis meses.  En lugar de ello, la decisión fue comprar doscientos camiones cisterna a China. ¿A qué precio los pagarían? Pero lo peor es que no tienen sentido, los camiones no producen agua. Si van al Parque del Este los verán estacionados. Y se usó dinero que venía para ayuda humanitaria. ¿Cuál es el objeto si no ayudarían a la gente? Presumimos que hay una porción de pícaros que prefieren comprar peroles, así no sirvan para nada, que ir al fondo de la solución. El caso de esos camiones es reciente y suficientemente conocido. Dijimos de viva voz y con bastante autoridad, que no se gastaran esos reales en camiones cisterna. Allí están parados. Con lo que se gastaron en esos camiones había suficiente para arreglar el problema de agua, no digamos de Caracas que es más complejo, ¡pero el de Maracaibo con toda seguridad que si! Prevaleció el desvío de fondos para hacer cosas que no aliviarían el sufrimiento de la gente. Y este malestar tiene efectos políticos. –

Encuentrohumanista.org

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