Ofensiva contra el totalitarismo
Pedro Corzo:
Los altos funcionarios del totalitarismo castrista deben estar consciente de que enfrentan una crisis severa sin precedentes en su historia. Las consecuencias negativas para el régimen por las protestas masivas del 11 de julio son incalculables, y sus acciones represivas contra nuevos manifestantes, tendrán un costo político muy elevado para el dictador designado, Miguel Díaz Canel.
La decisión de un numeroso grupo de activistas de manifestarse el próximo 15 de noviembre es un reto muy serio a la dictadura. Los resultados de lo que pueda ocurrir ese día, o cualquier otro, son importantes, pero el simple hecho de programar bajo la sombra de la policía política castrista una protesta de proyección nacional, es un desafío al control totalitario, que no puede darse el lujo de dejar de apretar al máximo su clavija de terror más insignificante.
Es el pueblo llano el que está harto de tanta manipulación, miserias y mentiras. Personas comunes, mayoritariamente jóvenes, que hasta hace un tiempo atrás confiaban posiblemente en las propuestas oficiales, a las que se sumaban los consejos de sus padres, “hijo no te metas en nada, esto no lo tumba nadie”. Un fatalismo y temor, que caracterizó a una buena parte de las generaciones de cubanos que precedieron a la actual, un miedo que les impidió apreciar que hay muchas maneras de ser cómplices de la opresión.
El desencanto, y comprender lo que significa estar castrado políticamente, tal vez los conduzca a ser los protagonistas del cambio, porque como escribiera el Apóstol José Martí, “La juventud ha de ir a lo que nace, a crear, a levantar, a los pueblos vírgenes, y no estarse pegada a las faldas de la ciudad como niñotes que no quieren dejarle a la madre el seno”
La dictadura muestra serios síntomas de agotamiento. Se evidencia un desencanto creciente en sectores próximos al gobierno, sea por intereses personales o por un desaliento tardío. Ese resultado afecta sustancialmente el paternalismo del estado cubano, un quebrantamiento que incide favorablemente en la capacidad de la población de tomar sus propias decisiones y negativamente en la autoridad de los funcionarios.
Este crecimiento de la conciencia ciudadana, como decía Amado Rodríguez, es vital para crear las bases para una oposición articulada, eficaz y con base amplia en la comunidad. Según su criterio con estas disposiciones la oposición está demostrando ser capaz de tomar la iniciativa en la gestión política, un control del cual la dictadura ha dispuesto durante las más de seis décadas que lleva gobernando.
Es muy cierto que una parte del pueblo cubano, dentro y fuera de la Isla, ha demostrado un férreo compromiso con la democracia. Han participado en innumerables gestas, pacíficas y violentas en su lucha por la libertad, pero el resultado ha sido favorable al enemigo. Ellos han logrado monopolizar las ofensivas mientras los opositores han atesorado la resistencia, como se aprecia en un presidio político que no cesa de crecer.
Recuerdo que trabajaba junto a Francisco “Paco” Talavera en el libro “Reafirmación Democrática”, y que este en un comentario sobre los sucesos del 11 de julio en Cuba, dijo, “Ellos han sido martillo y hoz todo el tiempo, nosotros el yunque que recibe los golpes, aunque con sobrada dignidad, pero “Nene”, así les decía a sus amigos, no está lejano el día que vamos a devolver los golpes, se optimista, porque eso va a ocurrir”.
Todo parece indicar que tanto Amado como Paco estaban asistidos por la razón. La oposición está creciendo, los opositores de siempre están madurando en sus propósitos, extendiendo su influencia, logrando así que la población tome conciencia de la falta de derechos ciudadanos y se involucre en propuestas y demandas políticas. Un resultado que solo puede culminar con el derrocamiento de la dictadura.
Las protestas masivas del 11 de julio fueron un factor fundamental en las perspectivas que gobiernos y personas tienen en la actualidad del totalitarismo castrista. El clamor popular de ese día y la represión brutal que no ha cesado, ejemplifican lo que algunos, por los motivos que sean, no han querido ver ni escuchar en estos últimos 62 años, en Cuba no se respetan los derechos humanos y no hay libertad. –