El inmenso valor de la Misa, ¿lo conoces?
Creo que debemos volver a enseñar lo que es la Eucaristía, y cómo acudir a ella nos cambia la vida
Tenemos hambre de Dios y necesitamos escuchar y creer las enseñanzas de nuestra santa Madre Iglesia.
Parece que hemos cambiado un poco y necesitamos que nos guíen y expliquen nuevamente las Sagradas Escrituras.
La palabras que leemos en la Biblia parecen repetirse en nuestro tiempo.
» Y he aquí que un etíope eunuco, alto funcionario de Candace, reina de los etíopes, que estaba a cargo de todos sus tesoros, y había venido a adorar en Jerusalén, regresaba sentado en su carro, leyendo al profeta Isaías. El Espíritu dijo a Felipe: «Acércate y ponte junto a ese carro.» Felipe corrió hasta él y le oyó leer al profeta Isaías; y le dijo: «¿Entiendes lo que vas leyendo?» Él contestó: «¿Cómo lo puedo entender si nadie me hace de guía?» Y rogó a Felipe que subiese y se sentase con él».
Enseñemos qué es la Misa
Nosotros necesitamos la dirección espiritual y guía de nuestros sacerdotes.
En cada Eucaristía procuro poner la mayor atención a las palabras del sacerdote cuando nos explica las Escrituras. Tienen una sabiduría acumulada a lo largo de tantos años. Y siento algo nos falta…
Creo que debemos volver a enseñar lo que es la Santa Misa. Y cómo acudir a ella nos cambia la vida.
Respetuosamente, quisiera pedir que nos hablen más sobre el valor de la Eucaristía. Mírennos sentados en las bancas de la Iglesia,¿qué hacemos allí? ¿Por qué estamos en misa? ¿conocemos el valor de una Eucaristía?
Estoy seguro que lo han notado. Llegan algunos fieles, entran en la iglesia distraídos y se ponen a conversar con sus amigos y familiares.
Sale de la sacristía el sacerdote y aún están fuera de sus puestos, o enredados en otros asuntos. Se pierden un gran tesoro y ¡no lo saben!
Si conociéramos la grandeza de la Eucaristía…
Decía san Bernardo:
“Sabes, oh cristiano, que más merece escuchar con devoción una sola misa que repartir todas las riquezas entre los pobres y peregrinar por toda la tierra”.
También es llegar a aquellos devotos que en la entrada se persignan y saludan con dignidad y amor al dueño de la casa, el buen Jesús.
He visto emocionado a otros que, desde la puerta de la Iglesia, luego de agradecer a Dios tantos beneficios van directo al sagrario y se quedan con Jesús hasta que la misa está por iniciar.
Al comulgar, aprovechan la dulce presencia de Jesús en sus almas para hablar con Él. Luego, al finalizar la misa se quedan sentados un rato, en adoración, alabando a Dios, agradeciendo las gracias recibidas.
Santa María Magdalena de Pazzi lo descubrió igual a millones de católicos:
“Los minutos que vienen después de la comunión son los más preciosos que tenemos en nuestra vida; los más adecuados de nuestra parte para entendernos con Dios y, por parte de Dios, para comunicarnos su amor”.
Hermanos sacerdotes… necesitamos que, habiendo rezado por nosotros, nos expliquen nuevamente del valor de la Eucaristía para que podamos vivirla a plenitud.
¡Gracias por ser sacerdotes!
¡Dios les bendiga!
Claudio de Castro – publicado el 18/11/21-Aleteia.org