Un exorcista relata cómo «la luz radiante» de la Virgen expulsó a los demonios de una joven poseída
Hay numerosos testimonios de exorcistas que cuentan cómo el demonio se llena de rabia ante la presencia de la Virgen que, sin embargo, pisará la cabeza de la serpiente humillando a Satanás. Un testimonio más sobre el poder de María lo ofrece el padre Stephen Rossetti, uno de los exorcistas más conocidos del mundo, y durante más de una década dedicado a este ministerio en Washington.
Ahora también forma a futuros exorcistas y en un diario publicado en Catholic Exorcism relata algunas de sus experiencias durante los exorcismos. En una de ellas, que recoge en español Cari Filiii News, se muestra la poderosa acción de María Virgen en la lucha contra los demonios.
Monseñor Rossetti recuerda que “fue un caso muy difícil”, pues esta “joven estaba poseída por cientos de demonios con el mismo Satanás dirigiéndolos personalmente”.
Las gracias que Dios otorga
Sin embargo, el exorcista recalca “cuanto más difícil es el caso, más fuertes son las gracias que Dios da. En este caso, sabía que necesitaríamos lo mejor que Dios pudiera enviar”.
“Estábamos acercándonos al final después de incontables horas de sesiones feas y dolorosas. Los demonios se estaban debilitando y ahora eran más obedientes, para su consternación. Les ordené, en el nombre de Jesús, que nos dijeran: ‘¿Cuándo os iréis y por qué medios?’. Los demonios respondieron a regañadientes con una fecha dentro de dos semanas y dijeron: ‘Ella vendrá’”, relata el padre Rossetti.
Virgen del Apocalipsis, pintada por Miguel Cabrera en el siglo XVIII. En ella se ve a María pisando la cabeza de la serpiente
De aquel momento recuerda que “todos en la sala sabían quién era ‘ella’. Los demonios no dirían el nombre de la Madre de Dios. Su nombre, como el de su Hijo, es santo en sí mismo”.
Finalmente llegó el día y se acercaba el momento: “La habitación se quedó en silencio y la mujer poseída dijo: ‘Ella está aquí’. Cuando la Virgen se acercó en silencio, los demonios comenzaron a agitarse salvajemente. No dijo nada, pero la luz radiante de Cristo que brillaba a través de la humilde esclava de Dios era abrumadora”.
Prosiguiendo su historia, el exorcista explica que en ese momento “el mismo Satanás gritó. Después de gritar y golpearse varias veces, el Príncipe de las Tinieblas se fue. Se terminó”.
De hecho, Stephen Rossetti desvela: “ahora pido a todos los poseídos que se consagren a la Madre de Dios como parte del proceso de curación. Le pedimos a María no sólo que expulse a los demonios, sino que proteja al afligido durante el resto de su vida, hasta que lo reciba en el Reino”. “Las puertas del infierno no prevalecerán contra la Iglesia ni contra su Madre”, concluye convencido este exorcista.
El Rosario, arma contra Satanás
Otro episodio que el exorcista relata en sus diarios se centra en el poder del Rosario como arma de defensa del exorcista.
“Como exorcistas, somos un objetivo particular de Satanás. En general, estamos protegidos, pero sigue habiendo una diana demoníaca en nuestra espalda. Todas las noches rocío mi habitación con agua bendita e invoco a la Virgen y a San Miguel. Y duermo, tal como voy durante todo el día, con el rosario en las manos”, afirma el padre Rossetti.
Sobre esta fuerza del Rosario, este exorcista habla de la experiencia de destacados miembros de la Iglesia y de algunos santos:
-“San Bartolo Longo, el Apóstol del Rosario, estaba siendo aplastado por obsesiones demoníacas. Se había convertido a la tras dejar la práctica del satanismo. Pero estaba obsesionado por la idea de que permanecía consagrado a Satanás y destinado al infierno. Estaba al borde de la desesperación y el suicidio. Desesperado, comenzó a rezar el Rosario. Su devoción al rosario expulsó los ataques mentales demoníacos y fue el instrumento de su camino hacia la santidad”.
-Pío XI dijo: «El Rosario es un arma poderosa para hacer huir a los demonios«.
Rossetti recuerda también que el conocido Gabriel Amorth , durante muchos años exorcista de Roma, contó un encuentro con Satanás. El Maligno, al verse obligado a decir la verdad, dijo: «Cada Ave María del Rosario es un golpe en la cabeza para mí; si los cristianos conocieran el poder del Rosario sería mi fin». –