Roberto Fermín Bertossi, desde Argentina:
Ante la negación oficial de los guarismos adversos en las últimas elecciones legislativas, el escenario político y económico quedó expuesto a graves desasosiegos e innecesario destrato presidencial que reflejan más que sospechas y riesgos de ingobernabilidad.
Argentina precisa de un pacto cultural superior, entendido como una decisión y un acuerdo de respeto, tolerancia y diálogo entre los diferentes, que sienta las bases para un acuerdo básico de políticas de estado realistas, federales y sustentables.
Lo peculiar de eso radica en que ello se visualiza latente no solamente para el contexto social general, sino, a su modo, al interior de las coaliciones político-partidarias mayoritarias que se alternan en el poder, marcadamente centralista (vg., retenciones, regalías, subsidios, inequidad con tarifas, tributos, aranceles y combustibles; controles de precios y hasta el dinero recuperado de la corrupción (por ahora, Antonini Wilson, José López, etc.); secularmente con preferencia o solo para el Área Metropolitana de Buenos Aires, AMBA) en los últimos quince años.
Algo sobre el derecho a elegir y a ser elegido:
En el sistema representativo de gobierno, consagrado por los artículos 1, 22, 33, 75 y cc. de la Constitución Nacional, el pueblo es la fuente originaria de la soberanía, y el modo de ponerla en ejercicio es el voto de los ciudadanos a efectos de constituir directa o indirectamente a las autoridades de la Nación.
Tal derecho no es absoluto, no admite ni tolera abusos de poder, impotencias por la torpeza inexcusable de los actos propios; menos aún insolentes incontinencias semánticas proferidas desde la más alta magistratura.
Ciertamente todo eso se corresponde con una crítica sin atributos (votos prestados, contradicciones recurrentes, catálogo de errores propios, etc.), con una especie de tenacidad de lo imposible y un `talento´ mutante que se atribuye el poder omnipotente de traducir mediante variedad de oxímoron, encrucijadas de escrutinios electorales, legislativamente desfavorables.
Una crítica autonomista parecería inadecuada porque, si la crítica es el momento de debilidad de las cosas, la actual autoridad política presidencial parece no tolerar ni querer saber nada sobre su propia trama de fragilidad.
Entonces es del todo necesario recrear una cultura política autónoma y responsable ante el hartazgo de voces, palabras y figuras que respiran inadvertidamente su fractura esencial, su origen sospechado y el ocaso de ´su reinado´, en tal caso, un reino ciertamente caótico e internamente anárquico, ajeno a todo control, a toda conducta, a toda ética, a todo compromiso democrático y responsabilidad social.
Finalmente, ante demasiados yerros presidenciales, urge recordar que “La esencia de… (la) ‘democracia constitucional’ reside, precisamente, en el conjunto de límites impuestos por las constituciones a todo poder, que postula en consecuencia una concepción de la democracia como sistema frágil y complejo de separación y equilibrio entre poderes, de límites de forma y de sustancia a su ejercicio, de garantías de los derechos fundamentales, de técnicas de control y de reparación contra sus violaciones…” (Ferrajoli, Luigi; La Democracia Constitucional)
Roberto Fermín Bertossi
Docente e investigador universitario
Experto CoNEAU
Premio Adepa-Faca, 1990´
(Primera Mención especial a la abogacía)