Desarrollo humano hoy
Rafael María de Balbín:
En su Encíclica Populorum progressio el Papa S. Pablo VI planteaba una visión articulada del desarrollo: en el plano económico como una participación activa y en condiciones de igualdad en el proceso económico internacional; en el plano social como una evolución hacia sociedades solidarias y con buen nivel de formación; en el plano político como una consolidación de regímenes democráticos capaces de asegurar la libertad y la paz. Así lo resume Benedicto XVI (Enc. Caritas in veritate, n. 21).
Un poderoso obstáculo para el desarrollo es el afán de lucro como finalidad primera y prevalente de la actividad social y económica. Afirma el Papa Benedicto XVI: “El objetivo exclusivo del beneficio, cuando es obtenido mal y sin el bien común como fin último, corre el riesgo de destruir riqueza y crear pobreza” (Enc. Caritas in veritate, n. 21).
Hay problemas dramáticos en el seno de las interrelaciones planetarias: una actividad financiera mal utilizada, grandes flujos migratorios, una explotación sin reglas de los recursos naturales. Hace falta –dice el Papa- una nueva síntesis humanista, que permita proyectar de un modo nuevo en medio de la crisis. “La riqueza mundial crece en términos absolutos, pero aumentan también las desigualdades” (Ibidem, n. 22), tanto en los países ricos como en los pobres. No basta con progresar sólo desde el punto de vista económico y tecnológico.
Tras el derrumbe de los regímenes comunistas y el final de la guerra fría hubo una gran oportunidad de replantear totalmente el desarrollo. Los problemas económicos actuales pueden ser también buena ocasión para realizarlo. Hoy en día el ámbito de los problemas se ha hecho mundial. A la vez que los poderes públicos del Estado deben cumplir sus responsabilidades, ha aumentado el papel de los ciudadanos y de las organizaciones de la sociedad civil. La movilidad de los mercados y de los capitales, las alteraciones en las condiciones laborales, la inestabilidad psicológica y familiar de los trabajadores, el deterioro ambiental, reclaman la atención prevalente a la persona humana, “Pues el hombre es el autor, el centro y el fin de la toda la vida económico-social” (Ibidem, n. 25). El diálogo intercultural debe tomar en cuenta la dignidad que corresponde a cada hombre en virtud de su naturaleza.
Sigue siendo lamentablemente actual el flagelo del hambre: la alimentación y el acceso al agua son derechos universales de todos los seres humanos. El respeto a la vida es inseparable del desarrollo de los pueblos: contra él atentan la mortalidad infantil y el fomento de la contracepción, el aborto y la eutanasia.
Muy unido al desarrollo está el derecho a la libertad religiosa: no hay derecho a oprimir ni matar en el nombre de Dios (fundamentalismo terrorista). También el relativismo agresivo conspira contra la persona humana. Sería bien triste el superdesarrollo económico unido al subdesarrollo moral. El desarrollo integral del hombre reclama políticas inteligentes y solidarias: “No existe la inteligencia y después el amor: existe el amor rico en inteligencia y la inteligencia llena de amor” (Ibidem, n.30).
Hay urgentes prioridades: el acceso al trabajo por parte de todos, la lucha contra la pobreza injusta, la institucionalidad estructural y jurídica. No hay que quedarse en metas económicas a corto plazo, en una visión economicista. La situación actual reclama “una nueva y más profunda reflexión sobre el sentido de la economía y de sus fines” (Ibidem, n. 32).
Estamos ante el “estallido de la interdependencia planetaria” (Ibidem, n 33). La rápida expansión del coronavirus y la lucha contra él ha puesto de manifiesto el carácter interrelacional de la gran familia de la humanidad. La globalización plantea perspectivas de que regiones enteras superen el subdesarrollo y también plantea el riesgo de “daños hasta ahora desconocidos y nuevas divisiones de la familia humana” (Ibidem). Es el momento de encaminarse con decisión hacia una “<<civilización del amor>>, de la cual Dios ha puesto la semilla en cada pueblo y en cada cultura” (Ibidem).-
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