Entrevistas

CUBA- Mons. García Ibáñez: «Situación muy crítica, uno se siente impotente»

La población pasa hambre y se echa a la calle

El pueblo salió a la calle ‘espontáneamente’, con una opción ‘dictada por la desesperación’. Pero será
muy difícil salir de la dramática situación, que ha llevado a Cuba a la inanición, sin un cambio que
lleve al pueblo a ser ‘parte de su futuro’. Dionisio Guillermo García Ibáñez, arzobispo de Santiago de
Cuba, la ciudad más grande del sureste de la isla, y primado de la Iglesia cubana, vive semanas de
preocupación y angustia, acompañadas del riesgo de que también se pierda la esperanza, según ha
podido saber Sir. Precisamente Santiago de Cuba, territorialmente frente a la capital, La Habana, es
la ciudad desde donde el domingo se hizo visible la protesta espontánea de la población,
extendiéndose después a otras ciudades.

La última vez fue en 2021, cuando las plazas se habían llenado para protestar contra el gobierno
castrista, encabezado por el presidente Miguel Díaz-Canel. En aquel caso, el régimen había
respondido con mano dura. Esta vez, al menos de momento, los agentes de policía han mantenido
una fuerte presencia de control, pero al parecer no han actuado masivamente contra los
manifestantes, que también han salido a la calle en los últimos dos días, aunque se habla de cinco
detenidos. El propio Díaz-Canel publicó en su cuenta X -antes Twitter- una serie de mensajes en los
que reconocía el descontento de los ciudadanos ‘por la situación del servicio eléctrico y la distribución
de alimentos’, pero denunciaba, al mismo tiempo, que ‘los enemigos de la Revolución’ intentan
aprovecharse de la situación ‘con fines desestabilizadores’. Una ‘narrativa’ que, con el paso de las
horas, se convirtió en dominante, hasta el punto de que el Gobierno de La Habana convocó al
embajador de EEUU para quejarse de su ‘injerencia’ en la protesta.

En realidad, la crisis de la economía cubana viene de lejos. Se aceleró cuando se acabó el petróleo
«barato» de Venezuela, y por la crisis del turismo internacional en la época de los Covid. Pero, en el
transcurso de 2023, la situación se precipitó, y las cosas están aún peor en estas primeras semanas
de 2024. De hecho, la población se muere de hambre. Tanto es así que, en los últimos días, el
gobierno cubano ha pedido por primera vez ayuda al Programa Mundial de Alimentos de la ONU,
para recibir kits de leche en polvo para los niños, y han llegado 650.000 barriles de petróleo desde
Rusia, como ayuda para hacer frente a la crisis energética, que provoca frecuentes apagones.

Habitantes de Santiago de Cuba dijeron al sitio web independiente «14 y medio» que el sábado 16 de
marzo en algunas zonas de la ciudad «comenzaron a distribuir sólo tres kilos de arroz» de los siete
que corresponden cada mes, mientras que las entregas de café siguen siendo las mismas que en
enero. Lo que parece derrumbarse, sin embargo, es un modelo económico que no deja espacio a la
iniciativa privada, a pesar de las tímidas aperturas que hubo en los últimos años de poder de la
familia Castro.

Precisamente a esta situación parecía referirse la Conferencia de Obispos Católicos
de Cuba (COCC) en su mensaje del 10 de diciembre de 2023, en el que exhortaba: “Debemos crear
entre todos, con responsabilidad y compromiso, las posibilidades reales para que el pueblo cubano
desarrolle todo su potencial». Y llamó a ‘encontrar en la patria el espacio y la libertad para desarrollar
proyectos de vida personal, familiar y comunitaria’. Un llamamiento que en la entrevista con el
arzobispo García Ibáñez se hace aún más apremiante y urgente.

_Excelencia, ¿puede contarnos cómo ha vivido en Cuba las últimas semanas?

La situación es realmente muy crítica, uno se siente impotente. Faltan alimentos básicos, productos
de primera necesidad. Por ejemplo, hay escasez de azúcar, lo que parece increíble dado que es el
primer cultivo del país y nuestra isla es mundialmente famosa por su azúcar de caña. Los sectores
más débiles de la población, los ancianos y los niños, son los que más sufren, pero la comida falta en
muchas familias. A la escasez de alimentos se suman la inflación galopante, los constantes cortes de
electricidad y, en algunas zonas, como en algunos barrios de Santiago de Cuba, la falta de agua.

_¿Las manifestaciones de estos días, que comenzaron en Santiago de Cuba, son consecuencia
de esta situación?

Sí, la gente ha salido a la calle de forma espontánea y pacífica, no sólo aquí sino también en otros
lugares, tanto de la región como del país. Es una opción dictada por la desesperación, el resultado de
una situación que, por un lado, se prolonga en el tiempo y, por otro, no tiene salida para el futuro, o
eso parece. Lo que estamos viviendo es una realidad muy difícil.

_¿Realmente no hay perspectivas?

En realidad, no veo ninguna salida en este momento. Por un lado, los cubanos tenemos un «corazón
luchador». Es una actitud que siempre ha mantenido unido a nuestro pueblo, y seguimos
manteniéndola. Pero, racionalmente, hoy es difícil esperar algún cambio.

_ ¿Qué le apetece decir a las autoridades cubanas en un momento tan difícil?

Los obispos siempre hemos hablado claro al gobierno, durante años en nuestros mensajes hemos
dicho lo que pensamos sobre el país y su futuro. Estamos con nuestro pueblo, somos parte del
pueblo. Creo que lo más importante es que todos debemos ser parte de la búsqueda de una solución.
Exigimos que todos los cubanos sean parte de su futuro, que el capital humano presente en nuestra
isla sea parte activa de la sociedad cubana. No podemos quedarnos de brazos cruzados, no
podemos seguir así, entre otras cosas con las mejores y más jóvenes fuerzas continuando
emigrando, abandonando el país.

_ Con estas palabras, ¿quiere decir que hay que dar más iniciativa a las familias y a los
particulares, incluso en la economía?

Mire, yo no soy un experto, no soy economista, y no pretendo dar recetas en este sentido. Pero una
cosa sí diría: hay que tratar a las personas de tal manera que seamos capaces de responsabilizarnos
de nuestro propio futuro y de nuestra propia vida. De lo contrario, me parece que aquí todo corre
peligro de derrumbarse.

_ ¿Cómo intenta ayudar la Iglesia a paliar la crisis?

La Iglesia intenta hacer lo que puede, como siempre ha hecho. Nuestra Cáritas y las parroquias están
ocupadas haciendo frente a la situación, por lo que me siento agradecido por la ayuda que recibimos
de Italia y otros países de Europa.-

(Traducción no oficial)

SIR Agenzia ‘informazione
Crisi alimentare
Bruno Desidera (giornalista de “La vida del pueblo”)

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