El signo de la paz en misa empezó como un solemne acto de perdón
Era una cuestión más íntima, asegurando que cualquier resentimiento fuera perdonado antes de recibir la Eucaristía
Aunque muchos católicos están familiarizados con el signo de la paz en la Misa, pocos conocen los orígenes de esta acción litúrgica.
El signo de la paz no fue creado para ser un intercambio casual, sino como una profunda súplica de perdón.
San Cirilo de Jerusalén explica el significado espiritual de esta acción en sus Conferencias Catequéticas:
Entonces el diácono grita en voz alta: “Recibíos los unos a los otros; y besémonos». No creas que este beso es del mismo carácter que los dados en público por amigos comunes. No es así: sino que este beso fusiona las almas entre sí y les pide perdón total. El beso, por lo tanto, es la señal de que nuestras almas se mezclan y se desvanece todo recuerdo de agravios. Por eso Cristo dijo: Si estás ofreciendo tu ofrenda en el altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda sobre el altar y vete; reconcíliate primero con tu hermano, y luego ven y presenta tu ofrenda. Por tanto, el beso es reconciliación, y por eso santo: como clamó en alguna parte el bienaventurado Pablo, diciendo: saludaos unos a otros con un beso santo 1 Corintios 16,20; y Pedro, con un beso de caridad 1 Pedro 5,14.
La fuerza del beso
Las culturas antiguas tenían la costumbre del «beso de la paz». Eso era mucho más significativo que el simple apretón de manos o el saludo que lo ha reemplazado en la Iglesia moderna.
Además, dado que las iglesias eran relativamente pequeñas en ese momento, todos se conocían. Por eso este «beso» era más significativo, ya que probablemente guardaban algún rencor contra las personas que veían con regularidad.
Esto es muy diferente a las parroquias de hoy en día. Ahora la congregación suele cambiar constantemente y a menudo ni siquiera conoces a la persona que está a tu lado.
Sin embargo, el significado espiritual detrás del signo de la paz permanece. Nos invita a todos a reconciliarnos con nuestros hermanos y hermanas antes de acercarnos al altar.-
Philip Kosloski – publicado el 10/12/21