En un año, casi dos millones de muertes relacionadas con el trabajo
Entre los muchos riesgos mortales que se pueden correr en el trabajo, hay uno que siempre está al acecho: el de acostumbrarse a ellos. Acostumbrarse a las muertes en el trabajo, a la «enésima tragedia laboral», como titulan a veces los medios de comunicación. Acostumbrarse a que es posible, casi normal, perder la vida mientras se gana la vida. Pero no. El Papa Francisco lo dijo claramente, en su homilía de la Misa de Nochebuena del 24 de diciembre en la Basílica Vaticana: «Esta noche, Dios viene a colmar de dignidad la dureza del trabajo. Nos recuerda qué importante es dar dignidad al hombre con el trabajo, pero también dar dignidad al trabajo del hombre, porque el hombre es señor y no esclavo del trabajo. En el día de la Vida repitamos: ¡No más muertes en el trabajo! Y esforcémonos por lograrlo».
Salud y trabajo en la Agenda 2030
Su llamamiento se produce pocos días después del trágico accidente ocurrido en Turín (Italia), donde una grúa se desplomó el 18 de diciembre y mató a tres trabajadores. Las palabras del Pontífice centraron la atención en un aspecto fundamental que a menudo se pasa por alto: la dignidad del trabajo, para que el hombre no sea un esclavo o una víctima del mismo. Pero, por desgracia, hay muchas víctimas en el mundo: basta con ver el primer informe conjunto publicado el pasado septiembre por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Se trata de estimaciones de enfermedades y accidentes laborales en 183 países de todo el mundo. Solo en 2016 se produjeron casi 2 millones de muertes prematuras (1,9 millones para ser exactos) que podrían haberse evitado. Unas estadísticas dramáticas que chocan con los diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible de 2030, que incluyen la salud y el bienestar y el trabajo decente.
750.000 muertes en el mundo por exceso de horas de trabajo
El informe, que analiza un lapso de tiempo de 2000 a 2016, muestra que la mayoría de las muertes relacionadas con el trabajo se deben a enfermedades respiratorias y cardiovasculares. En general, las enfermedades no transmisibles representan el 81% de las muertes, siendo las principales causas la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (450.000 muertes), el accidente cerebrovascular (400.000) y la cardiopatía isquémica (350.000). Los accidentes de trabajo, por su parte, representan el 19% de las muertes (360.000). Entre los factores de riesgo laboral examinados por el estudio se encuentran la exposición a largas jornadas laborales (unas 750.000 muertes), la contaminación atmosférica (450.000 muertes), así como el ruido y los agentes cancerígenos. Las enfermedades y los accidentes laborales -señala el informe- no sólo afectan a la vida de los individuos, sino también a todo el sistema social, porque «sobrecargan los sistemas sanitarios, frenan la productividad y pueden tener un impacto devastador en los ingresos de las familias».
Aumentan las enfermedades cardíacas y los accidentes cerebrovasculares
Hay algunas buenas noticias: el estudio muestra que, entre 2000 y 2016, el número de muertes relacionadas con el trabajo se redujo un 14% a nivel mundial. Una mejora debida a una mayor atención a la salud y la seguridad en el trabajo. Pero también está la otra cara de la moneda: las muertes por enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares asociadas a la exposición a largas jornadas laborales aumentaron un 41 y un 19% respectivamente. Y este es «un factor de riesgo psicosocial relativamente nuevo» que tiende a aumentar cada vez más.
Las consecuencias de la pandemia
Hay otras particularidades que hay que tener en cuenta, como la geografía: según el informe, «un número desproporcionado de muertes relacionadas con el trabajo se produce entre los trabajadores del sudeste asiático y del Pacífico occidental». India, por ejemplo, es uno de los países más afectados por el problema del exceso de horas de trabajo, con 12 muertes por cada 100.000 personas. Por otro lado, Italia tiene una de las tasas de mortalidad por cáncer de laringe asociado a la exposición al amianto más altas del mundo, con 0,6 casos por cada 100.000 habitantes. Le sigue Francia, con 0,4 casos por cada 100.000 habitantes. En general, las estadísticas muestran que la muerte en el trabajo afecta más a los hombres y a los mayores de 54 años. Sin olvidar que la pandemia de Covid-19 añadirá «una nueva dimensión» a la carga de las enfermedades profesionales. Y esta dimensión deberá tenerse en cuenta en futuras estimaciones.
Lugares de trabajo saludables, seguros y socialmente justos
En total, el informe examina diecinueve factores de riesgo, y cada uno de ellos está asociado a una serie de medidas preventivas que pueden adoptarse. Por ejemplo: para evitar la exposición a largas jornadas de trabajo, se puede llegar a un acuerdo sobre las horas de trabajo máximas permitidas; o para reducir la exposición a la contaminación atmosférica en el lugar de trabajo, se recomienda el control del polvo, la ventilación y el uso de equipos de protección individual. En esencia, el estudio hace hincapié en la necesidad de «lugares de trabajo más sanos, seguros, resilientes y socialmente equitativos», todo lo cual puede lograrse mediante «el papel central de la promoción de la salud y los servicios de salud laboral».
Se necesitan nuevos modelos y sistemas de empleo
«Nuestro informe es una llamada de atención para que los países y las empresas mejoren y protejan la salud y la seguridad de los trabajadores, cumpliendo sus compromisos de proporcionar una cobertura universal de los servicios de seguridad y salud en el trabajo», ha declarado Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS. María Neira, directora del departamento de medio ambiente, cambio climático y salud de la OMS, se hizo eco de él: «Estos casi dos millones de muertes prematuras podrían haberse evitado». «Es una responsabilidad compartida garantizar que ningún trabajador se quede atrás», añadió. «Tanto los gobiernos como los empresarios y los trabajadores pueden tomar medidas para reducir la exposición a los factores de riesgo en el lugar de trabajo, incluso introduciendo cambios en los modelos y sistemas ocupacionales», concluyó Guy Ryder, Director General de la OIT.-
Isabella Piro – Ciudad del Vaticano