Visión religiosa y de la Divina Pastora en la pintura de Macario Colombo
La religión es uno de los componentes del mundo simbólico del hombre que hacen parte de su existencia desde remotos tiempos cuando en paleolítico llevaba una vida sedentaria. Mediante misma intenta comunicarse con Dios y darle una explicación de su existencia, destino, la naturaleza más el infinito Universo. La religión es un fenómeno social que nos suministra evidencias de la actividad del hombre y el espíritu de un tiempo. En la esfera del arte está presente desde las antiquísimas creaciones plasmadas en las paredes de las cuevas conocidas como pinturas rupestres.
Nos ocupa en esta ocasión abordarlo desde la obra del pintor baragüeño Macario Colombo, un consagrado cultivador de la corriente del surrealismo. El mismo es manifiesto en varias de sus creaciones a través de una diversidad de motivos entre estos la patrona de los larenses la Divina Pastora.
Un convencido creyente
Lo primero que nos asalta al referirnos a esta faceta de Colombo es que no es un ateo ni mucho menos un blasfemo, pero si quizá un heterodoxo en materia de fe religiosa. Su Dios no es el de las iglesias sino tal vez el de un ente supremo, energía superior que rige la el de la naturaleza. Es un hombre poseído por una gran espiritualidad y religiosidad. Es el marco al que nos acogemos desde las hipótesis.
Su formación hogareña es la del catolicismo enraizado en la cultura cristiano occidental que viene desde la época de la Conquista por los españoles. Por ende, conoce la vida y obra de Jesucristo. Pero también es un creyente del budismo oriental al que se ha acercado con avidez. Aunque no es de los que traga completa en materia de religión. Es muy reflexivo y crítico ante el tema religioso y Dios.
Cree en el más allá, eternidad del universo al igual que la reencarnación y resurrección del hombre. En su aguda búsqueda de la verdad a estudiado filosofías orientales, entre éstas la del budismo. Concibe a Dios como la esencia de la vida en todos los sentidos. Esta obra en la temática religiosa transmite una cautivante serenidad
Imposible que alguien de espíritu profundamente religioso como Colombo sea indiferente a la celestial y atrayente imagen de la patrona de los larenses. La fe y devoción a su imagen ha estado presente en las etapas de su existencia desde la Niñez.
Tres referencias visuales
Hay tres imágenes religiosas en las que Colombo centra su atención artística, a saber: Jesucristo, la virgen de la Concepción y la patrona de los larenses la Divina Pastora. Son tres experiencias estéticas de marcados contrastes
En su obra Colombo registra acercamientos al cristianismo a través de la figura de Jesucristo. Generalmente lo presenta en la secuencia de la crucifixión en pose flotante en señal de universalidad víctima del dolor de la tortura física. Es la imagen muy conocida del pintor español Velásquez a la que se apega con fervor. Se trata de un Cristo sufriente tras pasar por el dolor de la pasión y muerte. También se emparenta con el Cristo de Salvador Dalí en posición de picada. Un relato visual que nos rememora al fundador del cristianismo Jesucristo cuando predicaba la humildad, su entrada a Jerusalén sobre un asno y la promesa del paraíso para los desheredados de la tierra. Su Jesucristo está liberado de la sufriente cruz como quebrantando esquemas establecidos.
En su etapa juvenil pinta una imagen de la virgen de la Inmaculada Concepción para luego continuar con varias de la Divina Pastora. Es apreciable en la l primera un amplio despliegue más su tamaño grande, lo que no ocurre en la segunda.
La cercana Divina Pastora
A la Divina Pastora ha dedicado una serie de obras. Sabemos de al menos cuatro de las mismas. Colombo tiene una visión muy peculiar de la Virgen acorde con su manera de ser y estilo de vida de un ser aislado entre el ermitaño y el asceta. Práctica que realiza para el cultivo del espíritu y la purificación de la vida.
En estos cuadros es notable un detallado dibujo y el uso de unos colores cálidos como el amarillo y rojo en tonalidad muy suave complementado con un azul oscuro. La imagen también flota en el espacio a manera de levitación reforzado por el semblante de dos ángeles y un aura roja en la cabeza. Ese cromatismo de baja resolución contrasta con el agresivo de la escuela surrealista que viene después.
La suya es una imagen menuda, agraciada, y cuidadosamente tratada por el artista. Una antítesis de las mujeres pintadas en otras obras con signos de brusquedad, dado su concepto machista de la mujer. Una virgen plena de luz impresionista con ausencia de los feligreses en procesión y el sacerdote al frente similar a los pintores regionales de la colonia. Una pintura sorprendente que da cuenta del otro Macario Colombo en acercamiento a este símbolo del catolicismo y no el artista cuestionador.
En la obra colombo se decide por tres colores primarios: amarillo, azul y rojo que despliega a los extremos del cuadro en forma vertical. La que pigmenta es una virgen lo más sencilla posible despojada de adornos y lujos que la identifican con los estratos sociales populares. Ello lo decimos sin ánimo alguno de avivar diferencias clasistas a que se podría prestar erróneamente nuestra afirmación.
Su vestimenta luce una coloración pura que claramente da entender visualmente su alejamiento del lujo. Esa elementalidad en el cromatismo creemos es intencional del pinto al tiempo que es su manera de entender y practicar la fe que forma parte de su libérrima libertad de culto y pensamiento. Es más, se trata de una acerva crítica a quienes conciben el culto mariano como una expresión de ostentación de riquezas y exhibicionismo de poder. La cabellera rizada es otro de sus singulares y desafiantes rasgos en oposición a lo observado tradicionalmente. Estos rasgos creemos son expresiones de la constante disconformidad del aislado pintor.
Su visión de la Divina Pastora reviste evidentes particularidades producto de la ingeniosa inventiva del pintor de Baragua. Ese superponer amarillo sobre amarillo denota un hábil conocimiento del autor de la matización de colores. Lo que colombo logra es una bella armonía por contrate entre los 3 colores señalados. Curiosamente, son cuadros tratados con escasos colores para plasmar unas creaciones muy sencillas sin alardes cromáticos.
El estilo de su pintura está fundamentado en un vigoroso colorismo que aflora en estas obras de corte religioso. Un magistral colorista que se impone con pocos o muchos elementos del círculo cromático. El testimonio de un hombre creyente en que priva la heterodoxia enfrentada al dogma. La evidencia de una subcultura en pugna con un mundo que sojuzga a quien se declara diferente. Fulgor y embeleso de la Divina Pastora. Es lo que resalta en estas producciones.
Sus creaciones de la patrona de los larenses han llegado lejos. Una de esas obras fue obsequiada en 2016 al Papa Francisco por una comisión de diputados de la oposición encabezada por Edgar Zambrano. Su obra está en el Vaticano, un centro del mejor arte religioso del mundo.-