Ineptos pero corruptos
Alicia Álamo Bartolomé:
No es prudente elevar a hombres inéditos hasta una labor importante de dirección, para ver qué sale. – ¡Como si el bien común pudiera depender de una caja de sorpresas! (San Josemaría Escrivá, SURCO, 969)
En las dos décadas del siglo XXI es lo que se ha hecho: nombrar inéditos para cargos importantes. Y he aquí el resultado: Venezuela fallece. Eso nunca se vio antes. Hablan mucho de los horrores de las dictaduras inmediatamente anteriores a la de hoy: la de Juan Vicente Gómez, la de Marcos Pérez Jiménez, pero durante éstas jamás se vio algo parecido.
Examinen los gabinetes del Gral. Gómez, nombres ilustres, hombres preparados. El dictador tenía la inteligencia de saber que no sabía y se rodeó de los que sabían. Bobo no era. Jamás dijo un discurso ni cuando se inauguró la radio. Callaba, mandaba a hablar a otros para inauguraciones y actos de importancia. El tirano no era erudito en nada y de eso estaba consciente. Pero era sagaz y la sagacidad es una sabiduría nata, o se aprende en las circunstancias de vida.
Hombre de montaña y neblinas, en épocas difíciles, cuando había que cuidarse de enemigos al acecho en desfiladeros oscuros, trasladó este aprendizaje al arte de gobernar. Lo hizo durante 27 años, para bien o para mal del país, no juzgo. Lo que sé es que nadie pudo tumbarlo. Sólo la muerte.
En cuanto al más reciente, el Gral. Marcos Pérez Jiménez, un dictador hecho por otros. Él no lo era por carácter ni carisma. Fue una construcción de Laureano Vallenilla Planchart -dicho Vallenilla Lanz para heredar los apellidos de su padre. Artífice cínico y maligno, apoyado en la gran capacidad policial de Pedro Estrada, pero él mimo lo destruyó con las pantomimas de desfiles de la patria y un referéndum burdamente amañado.
Intelectuales y pueblo de Venezuela dijeron ¡basta! y el 23 de enero de 1958 Pérez Jiménez puso pies en polvorosa. Examínense también los gabinetes y cargos claves del gobierno de Pérez Jiménez. No hay ineptos sino técnicos preparados para la misión que le dieron. Basta el ejemplo del Mayor Rafael Alfonzo Ravard, a la cabeza de la electrificación del Caroní.
¿Hubo corrupción durante esas dictaduras? Seguramente, ya las había desde el siglo XIX, con Guzmán Blanco, Crespo y otros. La corrupción gubernamental es endémica en Venezuela. Lo que ha variado son las proporciones.
Durante la de Pérez Jiménez se hicieron muchas obras públicas importantes. Tal vez numerosas costaron más de su propio valor a la nación. Se acostumbraban las comisiones, pero las obras se hacían y buenas. Hoy no se hacen. Hay erogaciones para empresas fantasmas. Ni existen ni hacen trabajo alguno. Sólo cobran.
En época de Pérez Jiménez, las diversas oficinas de gobierno y sus empleados se afanaban -me consta- para la presentación anual, ante el Congreso, de los trabajos de cada ministerio. Hoy, si existen tales libros, están en blanco. Nadie da cuenta de nada sobre una tarea en manos de inéditos.
Una prima mía tenía una hija con serio problema de salud, pidió ayuda económica a la presidencia de la república, entonces en manos de Chávez. Se la concedieron, salió el dinero, pero nunca llegó a sus manos. A una sobrina artista, unos militares le encargaron el proyecto de una fuente.
Ella involucró en éste a un amigo experto en estos juegos hidráulicos. Presentó el trabajo y el presupuesto. Los militares obtuvieron la partida económica. No sé si construyeron la fuente, pero mi sobrina y su socio no recibieron un centavo. A otra prima, arquitecto, le hicieron lo mismo con un centro comercial en Margarita. Así que hablo con conocimiento de causa.
Es que no se trata sólo de inéditos al poder sino de sinvergüenzas llegados a altas posiciones sin otro bagaje que ambición económica y de mando. ¿Qué se puede esperar? Saqueo del tesoro nacional y destrucción de las empresas productivas que expropiaron en los campos industriales y agropecuarios.
Acabaron con todo y recuerdo al borrachito que decía: Yo soy pobre…, pero borracho. De estos inéditos de hoy se puede decir que son ineptos…, pero corruptos.
*Alicia Álamo Bartolomé es decana fundadora de la Universidad Monteávila
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