Lecturas recomendadas

¿Un simple producto cultural?

La cultura no se opone a la naturaleza, sino que la puede mejorar

Rafael María de Balbín:

La ideología de género presenta la natural diferencia entre varones y mujeres como un fenómeno de índole cultural; “nace de una reflexión: la feminidad y la masculinidad se expresan en las distintas sociedades mediante códigos heredados de las culturas que nos configuran. Se transforma en ideología cuando afirma que las propias nociones de feminidad y masculinidad son creaciones culturales que habría que deconstruir para liberarse de ellas. Le tocaría a cada uno, por lo tanto, construir libremente su género, su identidad sexual. Nacer con una identidad sexual recibida y no elegida iría en contra de la dignidad de nuestra libertad. (…). Según esta ideología, solo lo que yo construyo es digno de mí. Y al contrario: lo que recibo como algo dado no es propiamente humano”.

Es preciso escuchar la voz de la experiencia, y no cerrarse a la realidad; “todos tenemos la experiencia de nacer con un cuerpo sexuado que no hemos elegido. Ese cuerpo nos indica algo acerca de lo que somos. ¡En lugar de negar nuestra naturaleza, deberíamos cultivarla! Nuestra humanidad alcanza la plenitud de su desarrollo si aceptamos el don de su naturaleza sexuada, si la cultivamos y la desarrollamos. Nuestra naturaleza indica en qué dirección podrá expresarse nuestra libertad de un modo fecundo y feliz. Para los defensores de la ideología de género, en cambio, solo puedo ser libre negando lo dado por naturaleza” ( CARD. IOSEPH SARAH. Se hace tarde y anochece, cap. v: El odio al hombre).

Es vano el intento de re-construir lo que nos viene ya dado, en aras de una pretendida libertad. La cultura no se opone a la naturaleza, sino que la puede mejorar. Una transformación quirúrgica del cuerpo no es una mejora sino una destrucción. Es una muestra de lo que describe el papa Francisco en Laudato si’: «El problema fundamental es otro más profundo todavía: el modo como la humanidad de hecho ha asumido la tecnología y su desarrollo junto con un paradigma homogéneo y unidimensional. En él se destaca un concepto del sujeto que progresivamente, en el proceso lógico-racional, abarca y así posee el objeto que se halla fuera. Ese sujeto se despliega en el establecimiento del método científico con su experimentación, que ya es explícitamente técnica de posesión, dominio y transformación. Es como si el sujeto se hallara frente a lo informe totalmente disponible para su manipulación. La intervención humana en la naturaleza siempre ha acontecido, pero durante mucho tiempo tuvo la característica de acompañar, de plegarse a las posibilidades que ofrecen las cosas mismas. Se trataba de recibir lo que la realidad natural de suyo permite, como tendiendo la mano. En cambio ahora lo que interesa es extraer todo lo posible de las cosas por la imposición de la mano humana, que tiende a ignorar u olvidar la realidad misma de lo que tiene delante. Por eso, el ser humano y las cosas han dejado de tenderse amigablemente la mano para pasar a estar enfrentados» (n. 106).

“En la ideología de género hay un profundo rechazo del Dios Creador. Es una ideología con consecuencias teológicas y espirituales muy concretas. Cuando se opone a ella, la Iglesia no actúa como guardiana intransigente e inflexible de un supuesto orden moral. Lucha por que cada hombre pueda encontrar a Dios. El primer lugar donde Él nos espera es precisamente nuestra naturaleza, nuestro ser profundo, que nos ofrece como don. Tiemblo cada vez que veo a algún clérigo seducido y tentado por la ideología de género, en cuyo interior anida la tentación original de la serpiente: «Seréis como dioses». Es como si Occidente, embriagado por el poder de su ciencia y su tecnología, se considerara un todopoderoso demiurgo; como si considerara todo aquello de lo que no es él el autor una afrenta a su dignidad. «Allí donde la libertad de hacer se convierte en libertad de hacerse por uno mismo, se llega necesariamente a negar al Creador mismo y, con ello, también el hombre como criatura de Dios, como imagen de Dios, queda finalmente degradado en la esencia de su ser», decía Benedicto XVI en diciembre de 2012 con motivo de su felicitación a la curia romana” ( CARD. IOSEPH SARAH. Se hace tarde y anochece, cap. v: El odio al hombre).

. “La ideología de género se propone deconstruir la especificidad del hombre y de la mujer, suprimir las diferencias antropológicas. Pone todo su empeño en fabricar una nueva cultura mundial unisex, sin masculinidad, sin feminidad, que permita el advenimiento de una nueva era humana. Pero en un mundo en el que todo lo produce el hombre ya no queda nada humano” (Ibid.).-

(rbalbin19@gmail.com)

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