Opinión

Kissinger, Bruto y las ficciones criollas

En este irrealismo mágico en que se desenvuelve la crisis venezolana -con babalaos cubanos asesorando a Maduro y su esposa en asuntos terrenales y ultraterrenales-, pasan los días, semanas y meses y, en lo esencial, ni el régimen ni la oposición dan muestras de entender lo que pasa y de la necesidad de cambiar su conducta

Marcos Villasmil:

En este irrealismo mágico en que se desenvuelve la crisis venezolana -con babalaos cubanos asesorando a Maduro y su esposa en asuntos terrenales y ultraterrenales-, pasan los días, semanas y meses y, en lo esencial, ni el régimen ni la oposición dan muestras de entender lo que pasa y de la necesidad de cambiar su conducta.

Mientras tanto, los analistas-electoralistas (con muchos “normalizadores” y alacranes entre ellos) regresan a la vieja costumbre de usar y abusar de analogías históricas para demostrar que si se unen los partidos será condición suficiente para derrotar a la dictadura en cualquier elección presidencial futura que la misma convoque (o sea, en 2024). Por ejemplo, el caso chileno: ha llegado a afirmarse que el plebiscito de 1988 fue el punto axial de la salida de la dictadura, y que se hizo respetando la constitución de 1980. Claro, pero olvidan que no hay comparación posible entre la dictadura militar pinochetista y el narco-gobierno cleptócrata chavista; son por desgracia demasiados los ejemplos de que el actual régimen ni acepta ni negocia su salida por vía electoral, y de que no es simplemente otro régimen autoritario. Es un régimen genocida, acusado, recuérdese, de crímenes de lesa humanidad.

Pero esos mismos gurúes, olvidando lo anterior, y congelando la realidad  estratégica llegan a afirmar que  la cita presidencial del 24 constituye una fecha taxativa fijada en la Constitución, y que “deberá ser respetada”. ¿Por quién? ¿Por el régimen? ¿En serio se lo creen?

Pecan de ‘ignorancia ingenua”, o de “ingenuidad ignorante”.

Lo cierto es que la política venezolana hoy posee una supuesta narrativa centrada realmente en varias ficciones:

-La primera, que “las cosas van mejorando” (con varios empresarios y economistas encabezando la fila de insensatos que afirman ello); el economista y buen amigo Ramón Peña ha recordado en nota reciente que “En ocho años, a partir de 2013, nuestra economía perdió 75% de su tamaño, nos hicimos enanos en plantas industriales, fincas agrícolas, construcción, infraestructura, capacidad empleadora, poder de compra público y privado e inversiones. Somos los ciudadanos más pobres del continente (…). Sí, “Las cosas han mejorado”, pero no para el 93% de pobres que registra la encuesta de condiciones de vida, Encovi. Solo dos, de los 28 millones de venezolanos, caben en los botes salvavidas de este Titanic y pueden presentarse, sin mayor zozobra, ante las cajas registradoras de automercados y bodegones”.

-Asimismo, que existe una oposición partidista vigorosa, y que la misma es seguida, querida y respetada por millones de venezolanos;

-Que cuando sea necesario se unirán todos, agarraditos de la mano, para enfrentar la dictadura en 2024. Esto último lo “garantiza” -sus palabras- el casi-defenestrado presidente (interino) Guaidó. O sea que él afirma el apoyo y unidad de aquellos que casi le dan un golpe a Guaidó/Julio César en una suerte de “Idus de diciembre”, movimiento (afortunadamente fracasado) encabezado por su excomisionado de exteriores, Julio Borges (en el papel de Bruto).

La realidad es que no hay ni una sola señal de propósito de enmienda en el liderazgo opositor sobre sus errores (el despelote de noviembre todavía no se olvida), o sobre su comprensión de cuáles son las características fundamentales de los tiranos, en su inhumanidad extrema, y claro, como consecuencia, no saben cómo enfrentarlos. Mientras, el proyecto de “normalización” encabezado desde afuera por Zapatero y el Grupo de Puebla, sigue su marcha.

 

***

 

 

Henry Kissinger, quien fuera Secretario de Estado norteamericano y agudo analista, es autor de varias frases que se han hecho célebres.

«¿A quién llamo si quiero hablar con Europa?», fue una pregunta retórica y sarcástica de Kissinger para referirse a una Unión Europea en construcción y de difíciles equilibrios. Pero el tiempo pasó, y hasta hace poco tiempo Europa tenía una persona al otro lado del teléfono con mayores logros, con mucha más auctoritas, con mucho más respaldo nacional e internacional que los presidentes norteamericanos con los que tuvo -literalmente- que lidiar: Angela Merkel.

Hoy, el ciudadano venezolano se hace una pregunta similar¿A quién llamo si quiero hablar con la oposición, contarle mis tribulaciones, mis desgracias, solicitar su atención y su empatía?

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Luis Ugalde

 

Dos mensajes recientes merecen consideración: El primero del padre Luis Ugalde:

“El hecho cierto es que el actual modelo y régimen son enemigos de la Patria e imponen un futuro de miseria y opresión y el país seguirá vaciándose y empobreciéndose mientras el delito se apodera de la vida de los venezolanos. Tuvimos la desgracia de meternos por este errado camino. No hay más remedio que corregir el grave error y unirnos para que Venezuela renazca”.

Aquí se está hablando de otro tipo de unión. No el exclusivo de los diversos -y fracasados todos- cabecillas de unos partidos políticos vacíos y sin rumbo. Es de la toda sociedad venezolana. Y es una lucha diaria; no es “lanzar proclamas unitarias para el 2024”, sino reactivar la política, con todos los factores que la integran y la afectan, en la sociedad civil, y también en el ejército. En el exterior y en el interior del país; con nuestros aliados democráticos, contrarrestando las maniobras de la izquierda a favor de la dictadura. Es empujando todos hacia adelante, llevando al régimen contra las cuerdas.

En palabras de Gloria Cuenca: Hay gente que huye del triunfo como si fuera una peste. (…) Se requiere de una racionalidad un tanto más elevada y coherente, para comprender que para llegar a la otra orilla —la del éxito completo— hay que atravesar el río.  Solo es posible al pasar el puente, construido unitariamente y obviando elementos molestos, que se empeñan en torpedear acuerdos y resoluciones. Trabajemos con pasión en pro de la unidad democrática: propósito del 2022”.

¿Y la llamada a la que aludía Kissinger? ¿A quién llamo si quiero hablar con Venezuela? La responderemos todos, con nuestra conducta diaria a favor del triunfo, no de la cohabitación; de la victoria, no de la rendición.-

El Venezolano/América 2.1

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