Día Internacional de la Fraternidad Humana
Cardenal Baltazar Porras Cardozo:
La Asamblea General de las Naciones Unidas declaró en diciembre de 2020, el 4 de febrero Día Internacional de la Fraternidad Humana. Curiosa coincidencia, la fecha, convertida entre nosotros en piedra de tranca para exaltar la violencia y la ruptura del orden constitucional. Así son las cosas, diría Oscar Yanes. Es ocasión propicia para que desempolvemos las líneas maestras de la Encíclica Fratelli tutti, dedicada por el Papa Francisco a la fraternidad y la amistad social. Buena falta nos hace a los venezolanos para que el marasmo de la crisis social y de la pandemia del Covid no nos paralice ante la inminencia de tener que sobrevivir, lo que impide pensar y actuar en otros campos.
Profundizar, promover e implementar Fratelli tutti ayuda a construir la unidad de la Iglesia y a desentrañar la necesidad de un mundo abierto para que la fraternidad no sea coto cerrado de unos pocos. El Vaticano en la persona del cardenal Miguel Ángel Ayuso Guixot, MCCJ, Presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso recomienda que, a partir del año 2022 “prever iniciativas interesantes para conmemorar el Día Internacional de la Fraternidad Humana: Dar a conocer los contenidos de Fratelli tutti a los presbíteros, diáconos, equipos de pastoral y fieles laicos, entablar intercambios fructíferos con los medios de comunicación católicos y laicos, participar en el diálogo ecuménico e interreligioso, interactuar con las instituciones civiles y con las personalidades políticas. Todo ello mostrará la comunión intraeclesial y la gracia sacramental que nos une unos a otros y que juntos nos convierte en un solo cuerpo cum Petro y sub Petro, mientras celebramos la “fraternidad y amistad social” a la que nos llama la Encíclica y el Día Internacional de la Fraternidad Humana”.
Como sugerencias a tomar en cuenta, se ofrecen unas pistas para que los responsables de las comunidades generen encuentros e intercambios, tales como: la propuesta de una fraternidad universal se fundamenta en afirmar que todos los seres humanos somos hermanos y hermanas y nos plantea retos que nos obligan a asumir nuevas perspectivas y a desarrollar nuevas reacciones (FT 128). Sin una apertura al Padre de todos, no habrá razones sólidas y estables para el llamado a la fraternidad (FT 272). El proyecto de fraternidad está escrito en la vocación de la familia humana (FT 26). La fraternidad no es sólo resultado de condiciones de respeto a las libertades individuales, ni siquiera de cierta equidad administrada.
La fraternidad tiene algo positivo que ofrecer a la libertad y a la igualdad (FT 103). Un camino de fraternidad local y universal, sólo puede ser recorrido por espíritus libres y dispuestos a encuentros reales (FT 50). Hay un reconocimiento básico, esencial para caminar hacia la amistad social y la fraternidad universal: percibir cuánto vale un ser humano, cuánto vale una persona, siempre y en cualquier circunstancia (FT 106). El amor al otro por ser quien es, nos mueve a buscar lo mejor para su vida. Solo el cultivo de esta forma de relacionarnos haremos posibles la amistad social que no excluye a nadie y la fraternidad abierta a todos (FT 94).
Todo ser humano tiene derecho a vivir con dignidad y a desarrollarse integralmente. Cuando este principio elemental no queda a salvo, no hay futuro ni para la fraternidad ni para la sobrevivencia de la humanidad (FT 107). La justicia es requisito indispensable para obtener el ideal de la fraternidad universal (FT 173). Mientras nuestro sistema económico y social produzca una sola víctima y haya una sola persona descartada, no habrá una fiesta de fraternidad universal (FT 110). Hay un derecho fundamental que no debe ser olvidado en el camino de la fraternidad y de la paz; el de la libertad religiosa para los creyentes de todas las religiones (FT 279). Necesitamos no solamente fomentar una mística de la fraternidad sino una Organización Mundial más eficiente para ayudar a resolver los problemas acuciantes de los abandonados que sufren y mueren en los países pobres (FT 165).
¿Puede [el mundo] haber un camino eficaz hacia la fraternidad universal y la paz social sin una buena política?(FT 176). La Iglesia tiene un papel público que no se agota en sus actividades de asistencia y educación sino que procura la promoción del hombre y la fraternidad universal (FT 276). Para nosotros, cristianos, el manantial de dignidad humana y de fraternidad está en el Evangelio de Jesucristo. De él surge para el pensamiento Cristiano y para la acción de la Iglesia el primado que se da a la relación, al encuentro con el misterio sagrado del otro, a la comunión universal con la humanidad entera como vocación de todos (FT 277). Para muchos cristianos, este camino de fraternidad tiene también una madre, llamada María (FT 278).