Egildo Luján Nava:
Los habitantes del planeta Tierra están, una vez más, y por motivos que ya se dieron en dos ocasiones, ante una situación crítica, tensa y de mucho peligro. La causa es una situación de alto conflicto territorial -ya en proceso- entre dos países vecinos. Uno está al Este de Europa y el otro al Oeste de Rusia. Ellos, por tradición histórica, han estado envueltos en procesos de mutuas invasiones y de guerras con graves consecuencias. Se trata de Rusia y de Ucrania.
Habiendo fenecido la Unión Soviética, Ucrania se constituyó el 24 de agosto de 1991 en Estado independiente y democrático, y se integró como país miembro de la 0rganización de las Naciones Unidas. Esta decisión, sin embargo, fue aceptada por Rusia a regañadientes, y eso, a partir de entonces, se tradujo en la conformación de una relación tensa entre ambos.
Rusia, sin embargo, negoció y obtuvo la concesión de parte Ucrania, para mantener el dominio sobre la base naval estratégica de Sebastopol, en Crimea. Sólo que fue un dominio que pasó a ser lo que fue aprovechado por Rusia camufladamente, para conspirar y provocar rebeliones y conflictos internos en la península. Y tan bien fue su logro que hizo posible que Crimea se incorporara a Rusia, como sujeto Federal «La República De Crimea» ubicada en la Costa septentrional del Mar Negro, exactamente el 11 de marzo de 2014. Nace así lo que pasó a ser una separación no aceptada por Ucrania y que sigue hoy en conflicto.
Actualmente, la situación entre ambos países se ha complicado de tal manera, que la diferencia ha pasado a ser conflicto formal, después que Ucrania hizo saber que estaba dispuesta a integrarse a la OTAN y a quedar bajo su cobijo. Fue un pronunciamiento suficiente para que Rusia se opusiera, indistintamente de que no le asistiera ningún derecho. ¿Consecuencia?: se ha manifestado una situación que ha puesto al mundo en peligro de una guerra de impredecibles consecuencias, al plantear un enfrentamiento entre la alianza de países democráticos junto a la OTAN, contra las actitudes y pretensiones del políticamente denominado Imperio Ruso.
Ahora bien, ¿en dónde donde queda Venezuela ante este conflicto en razón del cual el régimen de Nicolás Maduro se ha pronunciado?. ¿Pronunciado para qué?. Lo que ha hecho saber, es que declara su apoyo irrestricto a las pretensiones de Rusia. ¿Para qué?. ¿Por qué?.
Desde luego, en lo que semejante decisión se ha traducido es en otra no menos importante pregunta: ¿Cómo es esto posible?. ¿A quién le ha consultado el citado funcionario, sin calificar ni medir consecuencias?. ¿Qué traduce, de hecho, el involucramiento de la Nación en un conflicto tan riesgoso y peligroso?. Hay un dicho popular que ya se ha hecho sentir, en procura de una respuesta racional, responsable y seria, y que reza lo siguiente: «¿Quién ha llamado a cucarachas a baile de gallinas?«.
Sin duda alguna, ante lo que hoy se está es en presencia de un conflicto en el que la cuota parte de la entrega de la megalomanía ya está cubierta, y cuando las voces de diversos países que han vivido y servido alguna vez para contener locuras, consideran que ese no es el camino por el que hay que transitar. La necesidad extrema tiene suficiente con el avance incontenible de la pandemia, la destrucción ambiental y la urgencia de hacerle frente a la generación de condiciones apropiadas para garantizar condiciones apropiadas de vida para los humanos.
Tampoco nadie clama por la multiplicación de enfrentamientos dirigidos a apuntalar el comercio desenfrenado de armas, a cambio del exterminio de humanos por causas ideológicas, religiosas, terrenales y hasta acuíferas, amén de alimenticias El conflicto en cuestión es por la incursión de tropas rusas en Ucrania.
¿O es que acaso Venezuela, la misma de la pobreza extrema, la del hambre en vías de expansión y de la diáspora incontenible ha formalizado otros tipos de acuerdos con base en deudas, a cambio de la distribución de nuevos caminos en el ámbito energético y mineral?. Los ciudadanos venezolanos ajenos al ejercicio de las responsabilidades administrativas en funciones públicas, lo desconocen.
Sin embargo, la ausencia de transparencia en la administración de verdades, convierte los cuentos y rumores populares en interpretaciones útiles, cuanto la intuición sale de cacería. Y es por eso por lo que ya es normal escuchar el avance del turismo ruso en el país, a partir de convenimientos como el del desarrollo del entendimiento con Cuba, México y Centro América, además del de la propagación de asesorías en las que los uniformes que se hacen presentes no son precisamente los de la cacería en alta mar, sino en instalaciones ajenas al interés civil.
Mientras nada se aclare y las suspicacias se incrementen, lo cierto es que, al declararse Venezuela en favor de Rusia y en contra de Ucrania, el país se está alineando y manifestando en favor de las arbitrariedades e invasiones territoriales. De ser así, sería interesante analizar la situación actual de Venezuela con relación a su territorio en reclamo en la Guyana. «Cualquier semejanza no es mera coincidencia». Y es pertinente preguntar: ¿Es que acaso a Venezuela no se le arrebató el territorio Esequibo.? ¿Y qué se está haciendo al respecto? ¿Es que Venezuela va a continuar permitiendo que la despojen de su territorio, sólo por la influencia de la indolencia?
En 1899, se conformó en París un Tribunal que concluyó con una decisión formal conocida como «El Laudo Arbitral de París». Fue un fallo que terminó con la cesión del territorio Oeste del río Esequibo a Gran Bretaña. Entonces, se cometió un despojo territorial decidido con ventaja y confabulación contra un país indefenso, y por un conjunto de personas parcializadas que representaban a otras naciones, valiéndose de la ausencia de la representación de Venezuela, que terminó convirtiéndose en el único país afectado.
Definitivamente, es triste y lamentable que Venezuela se ocupe y apoye incondicionalmente a Rusia en su propósito de invadir a un país vecino, mientras se descuida y se desentiende de la que sí debería ser motivo de ocupación y por ser lo más importante: cuidar y defender su propio territorio.