Opinión

Aprender a callar

Ante semejante audacia y competencia, la de aquí decidió hacer “mutis por el foro”

Gloria Cuenca:

Durante siglos, no exagero, la cuestión era qué, había que aprender a hablar, debatir, discutir y razonar. Sigue siendo imprescindible saber hablar y más allá, saber comunicarse. Hay talleres, terapias, grupos de encuentro, cursos de oratoria y pare usted de contar, para lograr que la palabra que se expresa, contenga lo que se quiere decir: precisa. También que sea oportuna, en el momento en que es necesaria, ni antes, ni después. Esclarecedora y específica sobre lo que queremos transmitir. Verdadera y comprobable. Dicha además en el tono adecuado: que se corresponda con el mensaje que estamos emitiendo. Sin ofensas, asertiva, positiva y de ser posible convincente. ¿Quién habla por hablar, sin intención persuasiva? Ya se sabe que la manipulación en la comunicación es inherente a la misma. El punto está en ser capaz de detectarlo, comprenderlo y rechazar o asumir de acuerdo a los propios intereses. Importante que conozcamos que hay intención de manipularnos y saber cómo defenderse. ¿Pero, aprender a callar? Es más reciente. Sin embargo, no tanto. El Silencio de la Virgen María durante todo el terrible proceso de crucifixión de su hijo, Nuestro Señor Jesús Cristo. Un silencio, un sufrimiento que llama la atención de nosotros, los amantes seguidores de la Virgen. ¡Nunca una queja, ni un reclamo! ¡Qué humildad! ¡Qué entrega y compromiso!

Más cercano y probablemente más conocido, para quienes disfrutan de Netflix, la estupenda serie “La Corona” sobre la vida de la Reina Isabel II. Hay un episodio, en mi opinión, extraordinario, en ese sentido. “Lilibeth,” como solía llamarla la Reina Madre, le reclama airadamente, con fuerza, ¿Cómo es posible  sabiendo qué ella iba a ser Reina de Inglaterra no la pusieran a estudiar? ¡Nunca fue a la Escuela, tenía unos maestros que la hicieron aprenderse la Constitución del país, solo eso! ¿Cómo ocurrió eso? ¿Ningún otro tipo de estudios? La Reina Madre señala: “Eres muy inteligente. Aprendiste, una de las cosas más difíciles muy rápidamente: a callar”. Isabel II, Reina de Inglaterra, buscó un profesor, le enseñaba cuestiones de teoría política, de la Guerra Mundial y cuanta cosa le tocaba tratar. Consciente de qué, compartía con un formidable político Sir Winston Churchill, primer ministro, de grandes conocimientos, y luego con Sir Anthony Eden, en el mismo cargo. Dos sabios, ultra preparados, conocedores de la política, en teoría y práctica, de la historia de la cultura y de las ideas. Ella temía no estar a la altura de las conversaciones y de las decisiones que le tocaba enfrentar.

¡Admirable y extraordinaria Reina! Consciente de sus limitaciones y de lo que le faltaba por saber. El tercer caso, aún más cercano, el celebre: “¿Por qué no te callas?” del Emérito Rey Juan Carlos I de España al difunto presidente de la llamada “revolución” en Venezuela. Como pueden observar amables seguidores y contradictorios lectores, en oportunidades hay que callar. Esto viene al caso, por cuanto los voceros del régimen, no logran disimular su nerviosismo, angustia y ¿miedo? No paran de decir disparates. No se controlan y no dejan de hablar. Uno con apellido de roedor inventa, pretendiendo asustarnos, a estas alturas “del juego” cualquier ridícula ocurrencia. Los más “altos” quieren atemorizar diciendo que van a adelantar las elecciones: ¿No nos digan? Y, ¿Quién es el candidato de ellos? Porque a nosotros ¡nos sobran! A casi un mes de tener, uno/a solo/a, ¿Qué tal? ¿Qué pensarán? ¿Lanzar al pobre que resultó un “mal querido”? ¿Al que no saca ni el 10% de su gente? ¿Buscarán un/una emergente? Todo es posible en la mente de quien no entiende nada. La que resolvía los problemas fue llamada de emergencia: parece que se presentó una votación por allá en la quinta paila del infierno. La competencia era entre un barbudo, con candela y todo, y un militarcito, retrechero y respondón. Pero aparecieron dos más: uno con bigotes, que no se sabe bien si se llama José o Coba, y un chino alto y fornido a quien acusan de haber realizado el genocidio más grande de país alguno desde el comienzo de la humanidad.

Ante semejante audacia y competencia, la de aquí decidió hacer “mutis por el foro”. Llamó al militarcillo y le confió: “Hasta aquí me trajo el río. No quiero involucrarme en ese tremendo lío. Mejor retírate.  No compitas; no vaya a ser que te metan más muertos de los que tienes”. Todo esto, pretende ser un sainete de lo que pasa por allá, en medio del fuego. Mientras, aquí nosotros con “calma y cordura” como decía aquel militar de la transición, lograremos por vía de las primarias, seleccionar quien va a liderar el gran proceso de reconstrucción del país. Todos, hombres, mujeres, jóvenes, adultos y ancianos, no importa lo que piensen para sí, mientras quieran sacar a Venezuela, nuestra Patria querida, del desastre en que la sumieron los bandoleros, ¡Bienvenidos sean! Convencidos de que unidos venceremos, unidos lograremos nuestro propósito; la unidad es más que una bandera, es la decisión mayoritaria del pueblo venezolano para acabar con este régimen de terror implantado hace 25 años y agónico en estos momentos. ¡Se aceptan todos los hombres y mujeres de buena voluntad, deseosos de unidad y el rescate del país!  .-

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