Catequesis
Rafael María de Balbín:
El Sínodo o Concilio Plenario de Venezuela señalaba con gozo la labor evangelizadora realizada en el país: << La primera proclamación de La Buena Noticia de Jesucristo se realizó en esta “tierra de gracia” hace más de 500 años. Desde entonces no ha cejado en su empeño de cumplir la misión fundamental que Jesús confió a sus discípulos: anunciar el Evangelio a toda criatura. La Iglesia en Venezuela, hoy, quiere continuar esta misión examinándose a sí misma, haciendo suyas las angustias y esperanzas del pueblo venezolano para comunicarle con mayor eficacia la buena noticia de Jesucristo y su proyecto salvador, a través de una nueva evangelización que exige nuevo ardor, nuevos métodos y nuevas expresión>> (Documento 1, n. 1).
La Evangelización se nos presenta como tarea apremiante: <<Evangelizar es la misión esencial de la Iglesia: “Constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar…” (EN 14), para “llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro, renovar la humanidad misma…” (EN 18). Evangelizar es proclamar la liberación salvadora de Dios en la historia de cada pueblo. (Documento 1, n. 2).
En ese empeño tiene una importancia primordial la Catequesis. <<“La catequesis es la acción eclesial que trata de fundamentar la fe de todo cristiano. No trata sólo de preparar para recibir un sacramento, sino de acompañar al creyente en el crecimiento de su fe hasta llegar a la madurez. No es una mera enseñanza, sino un aprendizaje, un noviciado que inicia a la totalidad de la vida cristiana.” Sin ella no se sostiene ni se desarrolla la vida cristiana>> (Documento 4, n. 3).
Lugar central corresponde a la catequesis de adultos: <<El Directorio General para la Catequesis precisa: “La catequesis de adultos, al ir dirigida a personas capaces de una adhesión plenamente responsable, debe ser considerada como la forma principal de catequesis, a la que todas las demás, siempre ciertamente necesarias, de alguna manera se ordenan.”(DGC 59, CT 43). Esto implica que la catequesis de las otras edades debe tenerla como punto de referencia, y articularse con ella en un proyecto catequético coherente de pastoral diocesana>> (Documento 4, nn. 61-62).
Es un hecho en muchos ambientes una pérdida de la vivencia de la fe y de la vida cristiana. Hace falta un vigorización, una nueva evangelización. <<Ante el proceso de progresiva descristianización de la sociedad, ante el divorcio entre fe y vida de muchos cristianos, ante la ausencia de fuertes y sólidas convicciones entre los que se dicen ser creyentes, el primer desafío es dar prioridad a la catequesis como proceso de iniciación y maduración de la fe, ante todo de los adultos, para que puedan hacer su opción personal por Cristo>> (Documento 4, nn. 104-105). La catequesis de adultos tiene una directa influencia en la formación cristiana de los niños y adultos, y su carencia es sumamente negativa en estos.
La catequesis se configura como una primaria necesidad pastoral. <<Si bien es cierto que toda la comunidad cristiana es responsable de la renovación catequística, sin embargo, el cuarto desafío es la necesidad de animación y acompañamiento de la catequesis por parte de los obispos y párrocos>> (Documento 4, nn. 107-108).
Tenemos unas grandes líneas para implementar la Catequesis. <<El Catecismo de la Iglesia Católica (1992) y el Directorio General para la Catequesis (1997) han sido bien acogidos y representan un estímulo para la renovación catequística>> (Documento 4, n. 18).
El Catecismo de la Iglesia Católica es la gran herramienta de que disponemos. <<¡Cómo no dar gracias de todo corazón al Señor en este día en que podemos ofrecer a la Iglesia entera con el título de «Catecismo de la Iglesia Católica», este «texto de referencia» para una catequesis renovada en las fuentes vivas de la fe! (…) Es una exposición de la fe de la Iglesia y de la doctrina católica, atestiguadas o iluminadas por la Sagrada Escritura, la Tradición apostólica y el Magisterio eclesiástico. Lo reconozco como un instrumento válido y autorizado al servicio de la comunión eclesial y como una norma segura para la enseñanza de la fe. ¡Que sirva para la renovación a la que el Espíritu Santo llama sin cesar a la Iglesia de Dios Cuerpo de Cristo, en peregrinación hacia la luz sin sombra del Reino!>> (S. JUAN PABLO II. Const. Apost. Fidei depositum).
Así se expresaba su promulgador: <<Pido, por tanto, a los pastores de la Iglesia y a los fieles que reciban este Catecismo con un espíritu de comunión y lo utilicen asiduamente al realizar su misión de anunciar la fe y llamar a la vida evangélica. Este Catecismo les es dado para que les sirva de texto de referencia seguro y auténtico en la enseñanza de la doctrina católica, y muy particularmente en la composición de los catecismos locales. Es ofrecido también a todos los fieles que deseen conocer mejor las riquezas inagotables de la salvación (cf. Jn 8,32). (…) El «Catecismo de la Iglesia Católica» es finalmente ofrecido a todo hombre que nos pida razón de la esperanza que hay en nosotros (cf. 1 P 3,15) y que quiera conocer lo que cree la Iglesia católica>>.
Así será posible propiciar más ampliamente la Catequesis: <<Este Catecismo no está destinado a sustituir los catecismos locales debidamente aprobados por las autoridades eclesiásticas, los Obispos diocesanos y las Conferencias episcopales, sobre todo cuando han recibido la aprobación de la Sede apostólica. Está destinado a alentar y facilitar la redacción de nuevos catecismos locales que tengan en cuenta las diversas situaciones y culturas, pero que guarden cuidadosamente la unidad de la fe y la fidelidad a la doctrina católica>> (ídem).-
(rbalbin19@gmail.com)