Trabajos especiales

«Dignitas Infinita»: Sobre «La dignidad humana»

 

Nelson Martínez Rust:

 

Después de cinco años de preparación (2019-2024), el “Dicasterio para la Doctrina de la Fe” publicó un documento sumamente esperado: “Dignitas Infinita” sobre la dignidad humana con la aprobación del Papa Francisco.

Dicho documento, aun cuando trata de la “dignidad de la persona humana”, se fundamenta en unos presupuestos previos que proporcionan un plano de sustentación indispensable a todo el documento. Por lo tanto, debe comprendérselos con la mayor precisión posible para comprender también en profundidad la enseñanza pontificia. La siguiente interrogante ¿qué o quién es el hombre? recopila estos presupuestos. En efecto, dependiendo de la respuesta que se les dé, se entenderá con mayor claridad el tema de la “dignidad humana”. El mismo documento lo admite: “Una dignidad infinita, que se fundamenta inalienablemente en su propio ser” (No. 1). En consecuencia, analicemos, pues: ¿Qué o quién es el hombre?

PRIMERA PARTE: EL DATO DE LA REVELACION Y LA TRADICION

A.-    LA REVELACION

Como es justo prever, afrontamos la búsqueda desde una perspectiva de fe. Lo cual presupone ir a la Revelación y la Tradición. A manera de presupuesto, señalaremos algunas notas previas que consideramos necesarias. Ellas son: 1º. Dada La diversidad cultural que se observa a lo largo y ancho de los escritos bíblicos es necesario hablar de varias “antropologías” y no de una “antropología”, lo cual implica la confrontación de las Sagradas Escrituras con una diversidad cultural además de la semita, de manera especial con la griega. 2º. Por lo tanto nos servirán de guía algunos términos hebreos como “‘adam” = “hombre”; “ben ‘adam” = “hijo de hombre” y los sustantivos correspondientes en griego “ánthropos”, y alguna que otra vez, el término “aner” = hombre. 3º. Debe tenerse en cuenta que los textos bíblicos no nos brindan, ex profeso, una definición de lo que es el hombre. Por el contrario, su finalidad se concreta en resaltar el hecho de valorar y explicitar la ubicación existencial e histórica del hombre ante Dios en un diálogo creador y salvador, comprometido en el amor, que lo ha elegido como “compañero”, “confidente”, “amigo”, “interlocutor” y, al mismo tiempo, dotado de una “vocación sobrenatural”. 4º. Para la antropología semita, en casi todo el Antiguo y Nuevo Testamento, al hombre no se le considera como un compuesto, constituido por un alma, principio espiritual, y por un cuerpo, principio material, como sí ocurre, en cambio, en la antropología griega. Esto no significa que los hebreos no tuvieran una noción del hombre. Sucede todo lo contrario. y 5º. Los autores bíblicos hablan de una realidad compleja, variada y pluridimensional.

Esta es la razón por la cual encontramos en los libros sagrados un grupo de palabras que van definiendo paulatinamente al hombre: “nefes” y “psyche’” = alma; “basar” y “sarx” = carne; “ruah” y “neuma” = espíritu y “soma” = cuerpo. Nuestra afirmación – como hombres occidentales – de que el hombre es un compuesto de “alma” y “cuerpo” o de “espíritu” y “cuerpo”, no tienen sentido para los escritores semíticos – bíblicos -. Ya que, si es cierto que el hombre tiene alma, carne, espíritu, cuerpo, también es verdad que goza de una resplandor divino y vital; cada hombre es un “yoúnico e irrepetible que se inicia con la concepción, se construye en el espacio y el tiempo de su existencia, sufre la muerte y, mediante ella, se abre a la eternidad. Este ser constitutivamente debe relacionarse con y en Dios, y desde Él con los demás y con el mundo que le circunda. Según lo dicho reflexionemos sobre los siguientes elementos:

1.-    El hombre es un ser vivo.

La dimensión humana del hombre viene expresada por las palabras “nefes” y “psyche” que, de manera impropia, algunos estudiosos traducen por “alma”, siendo su sentido original el de “vida” (Gn 2,7-8): el hombre es un ser vivo = “nefes”. Y ya que el hombre tiene “vida”, pertenece al vasto mundo de los seres vivos (Gn 1,20). Sin embargo, su condición de ser vivo se especificará en otros libros bíblicos en el sentido de que goza de una vida psíquica y no solo animal (Prov 21,10). Las Sagradas Escrituras nos muestran pasajes en donde se aprecia la vida emotiva de la “nefes” o “psyche” humana (1 Sam 18,1-3). Bajo esta perspectiva hay que interpretar el mandato del Deuteronomio: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, es decir, con toda la tensión interior y con todas las fuerzas” (Dt 6,5). Según esto, para la antropología semita el hombre cesa de ser un ser vivo y cuando muere, su destino es el “sheol”, lugar caracterizado por la ausencia de Dios. Sin embrago, se aprecia en el libro de la Sabiduría los influjos del pensamiento griego que atribuía una supervivencia más allá de la muerte a esa “vida”. De esta manera se introduce un elemento sobrenatural – de permanencia – en el ser humano: “el alma” = la vida más allá de la muerte. Esta visión la vamos a encontrar más acentuada en los restantes libros del Antiguo y Nuevo Testamento que padecen el influjo helenístico.

2.-    El hombre es terrestre, frágil, corruptible y mortal.

Estos atributos corresponden a la palabra hebrea “basar” y griega “sarx”. En el salmo 78,39 se enseña: “el hombre es carne, un soplo que se va y no retorna”. Isaías afirma que en cuanto ser carnal, el hombre es como hierba y que toda su gloria es como flor del campo, heno que se seca y hierba que se aja (Is 40,6-7). El libro de Job es clave al narrar esta fragilidad (Cf.: Job 34,14-15). El autor sagrado muestra una palpable contraposición entre el poder propio de Dios y la debilidad constitutiva del hombre, poder y debilidad indicados por los vocablos “espíritu” y “carne”, como se muestra en Is 31,3 “El egipcio es un hombre, no un dios; y sus caballos son carne, no espíritu”.

En el Nuevo Testamento el texto que resalta de manera extraordinaria esta fragilidad es Jn 1,14: “El Verbo se hizo carne = “sarx”, es decir, ser mundano, frágil y mortal. Dios, al encarnarse, se torna “mundano”, “frágil” y “mortal”. También en el cuarto Evangelio se lee la lapidaria sentencia: “El espíritu es el que da vida. La carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida” (Jn 6,63). De igual manera Pablo con la expresión “sarx” subraya la condición creada y finita del ser humano (2 Cor 4,11; Gal 2,20; Fip 1,22-24).

3.-    El hombre tiene un alito divino.

La expresión “alito divino” puede considerársela como la traducción del hebreo “ruah” = “pneuma”. Lo que significa que el hombre es un ser viviente – “nefes” o “psyche” -, porque ha recibido de Dios, fuente de la vida, el soplo vital (Gen 2,7 Cf.: Job 33,4; 34,14-15). Esta palabra también hace referencia a una de las características del hombre: de ser persona referida a Dios. En el Nuevo Testamento, Pablo concibe al espíritu del hombre como un dinamismo sobrenatural dado por Dios que transforma al hombre en un sujeto capaz de vivir la propia vida en una dimensión de futuro, de nueva criatura. Es por ello que, al hombre carnal, contrapone el hombre espiritual, animado por el Espíritu de Dios (Gal 5,16-24).

4.-    El hombre es un ser en relación con Dios, con los otros hombres y con el mundo.

La categoría antropológica de “cuerpo” = “soma” es originaria de San Pablo, y con ella expresa una determinada estructura humana. De esta manera expresa adecuadamente y con mayor comprensión la historia del pecado, del perdón y de la gracia del hombre con respecto a Dios. En efecto, para Pablo la salvación consiste no en liberarse del cuerpo, como proclamaban los griegos, sino en liberar al cuerpo de todo aquello que le impide su perfecto desarrollo, por que, para Pablo, el hombre no tiene un cuerpo, sino que es cuerpo, es decir, unidad psicofísica indisoluble, persona encarnada y abierta a la comunicación con Dios, con los demás y con el mundo. De esta manera la corporeidad define al hombre, que no puede reducirse ni ser reducida al “yo” interior, ni tampoco al individuo cerrado en sí mismo, a la manera de un cuarto sin puertas ni ventanas. De esta manera los escritos paulinos alcanzan una síntesis admirable entre la antropología semita y la griega. Ejemplo para el teólogo de hoy.

Hemos tratado de establecer los presupuestos sobre los cuales se fundamenta la “Dignidad del Hombre”

La próxima semana analizaremos el documento “Dignitas Infinita”.-

 

Valencia. Mayo 5; 2024

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