Zelenski, la forja de un guerrero
En mitad del humo y la tragedia un hombre utiliza todos los medios para hacerse oír y dar una lección de resistencia al mundo. Creció en un país extraño, terminó Derecho, se lanzó sin paracaídas a la actuación y llegó a ser director de una televisión. El cómico tenía alma de ejecutivo. Y de líder. Zelenski tiene muchas caras y ahora está en el centro de la Historia
Las sirenas de ataques aéreos se han convertido en la banda sonora habitual para los ucranianos. Hay ciudades tomadas, otras bajo asedio, y casi todo el país sufre bombardeos a diario. Los tanques rusos circulan por las carreteras y parte de la población civil ha tomado los fusiles para defender su patria. Y en mitad del humo y la tragedia, un hombre utiliza todos los medios a su alcance para hacerse oír. Se llama Volodímir Zelenski y es cómico. También es presidente de Ucrania. Y le está dando una lección de resistencia al mundo.
Zelenski está demostrando que la experiencia no es la característica principal de un político. Cuando acecha la tormenta y las ratas huyen del barco, los líderes se alzan para marcar el camino.
Ahí es donde brillan otras cualidades, esas que muchas veces no se ven en el hemiciclo. El presidente ucraniano destaca por su determinación y coraje, y además de desmarcarse como un comunicador eficaz que controla las redes sociales como nadie, ha logrado inspirar y motivar a toda su nación. En apenas un mes se ha convertido en un símbolo de resiliencia, patriotismo y lucha. ¿De dónde le viene toda esa fuerza de voluntad?
Piedras en el camino
Vivir fuera de tu país como extranjero es algo que marca, más todavía si ocurre de niño. Su padre, Oleksandr Semenovich Zelenski, es a día de hoy un prestigioso científico que trabaja en la universidad de Kiev, pero a principios de los 80 se trasladó a Mongolia con su familia durante varios años. Allí creció su hijo, Volodímir Zelenski, en un entorno extraño, con otra cultura e idioma, destacando de los demás chicos por su aspecto. No pudo asistir a la escuela hasta los ocho años debido a las leyes del país, por lo que cuando regresó a Ucrania era dos años mayor que sus compañeros de clase. Pequeñas piedras en el camino que van marcando una personalidad.
La sombra del padre es alargada. En 1994 le concedieron una beca para estudiar en Israel, pero su familia no le permitió marcharse. Acabó matriculado en derecho en la misma universidad donde su progenitor era una eminencia, donde el teatro y la comicidad le sirvieron de vía de escape. Pero Zelenski termina lo que empieza, se impone metas que cumple y logra objetivos a medio plazo. Siendo ya conocido en los círculos culturales, se empeñó en acabar sus estudios antes de lanzarse sin paracaídas al mundo de la actuación. Y lo consiguió. Nunca ejerció de abogado más allá de unas prácticas en la carrera, lo cual seguro que le costó más de una discusión familiar.
Un tipo creativo
Un actor debe estar preparado para dar la cara, para improvisar, necesita una buena memoria para aprender largos textos. Pero, además, Volodímir Zelenski también escribe sus propios guiones. Hablamos por tanto de un tipo creativo en varias artes, que no duda en asumir retos, que no le asusta la responsabilidad. Antes de los 30 ya era una celebridad de tal nivel que incluso se atrevió a participar en la versión ucraniana de ‘Bailando con las estrellas’. Visto lo visto, no debería sorprendernos que ascendiera a director de una las principales televisiones del país. El cómico tenía alma de ejecutivo, con todo lo que ello implica.
Fue en aquella época cuando conoció a Íhor Kolomoisky, uno de los máximos oligarcas de Ucrania. Forbes lo situó como la octava fortuna del país, y aparte de poseer varios bancos también controlaba un canal de televisión. Se le conoce por la lucha contra el separatismo, a quienes considera poco menos que terroristas. Se dice que en su despacho tiene un acuario gigante con un tiburón vivo para impresionar a sus visitas. En algún momento descubrió el potencia de Zelenski y decidió financiar el sueño del actor, que en aquel momento realizaba una de las series más populares del país: ‘El servidor del pueblo’.
Se ha hablado mucho de esta ficción por su paralelismo con la realidad. Zelenski interpretaba a un profesor de instituto que acababa convertido en presidente del país casi por accidente. A finales de 2018, con la serie ya terminada, el artista anunció su intención de presentarse a las elecciones. Sonó a broma, pero los ciudadanos vieron en él a alguien en quien confiar tras años de corrupción y guerra. Sesudos analistas lo simplificaron alegando que la gente votó por el personaje, no por la persona, pero la realidad es que los dos últimos presidentes de Ucrania acabaron sentenciados a cárcel por traición y era habitual que los periodistas aparecieran asesinados. La gente estaba harta. Necesitaban esperanza y Zelinski se la dio.
Campaña en redes sociales
Su principal rival, Poroshenko, comenzó a preocuparse al ver la deriva que llevaban las encuestas. Aquel cómico que basó casi toda su campaña en las redes sociales estaba cogiendo impulso en su carrera hacia la presidencia del país. Había muchos intereses en juego y optó por deshacerse de él en los juzgados. El regalo de varias entradas para un mitin de Zelenski propició una investigación que amenazaba con tumbarlo. En un nuevo giro de guión digno de sus películas, los tribunales se pronunciaron a favor de Zelenski unas horas antes de abrir las urnas. Acabó ganando en segunda vuelta con un apoyo del 73% convirtiéndose en el presidente más joven de la historia de Ucrania. Tantos éxitos seguidos no se debían a la casualidad.
En diciembre de 2019, Zelenski viajo a París a un acto organizado por Macron donde también asistía Angela Merkel. En las imágenes se ve al presidente de Ucrania con aire distraído, como si todo aquello no fuera más que un plató de televisión. Zelenski era el pez fuera del agua, el niño pequeño jugando en el patio de los mayores, un actor metido a legislador. En el posado ante las cámaras incluso realizó un tímido gesto de victoria con la mano antes de entrar al Elíseo. Allí le aguardaba el hombre que más tarde pondría todos sus medios, esfuerzo y dinero en asesinarlo: Vladimir Putin. Pocos habrían apostado a que aquel recién llegado a la política podía convertirse en todo un ejemplo de estadista y resistencia.
Icono y estratega
Zelenski es un estratega. Sabe cuáles son sus puntos fuertes y los explota. En campaña electoral era frecuente verlo paseando por la zona de Crimea, recorriendo trincheras llenas de soldados y manchándose de barro. Todo, por supuesto, grabado y emitido por redes sociales, lo cual le otorgó una imagen de cercanía y compromiso.
Esas mismas cualidades son las que lo están convirtiendo en todo un icono de este 2022. Un ciudadano normal aguantándole el pulso a la todopoderosa Rusia. Sus apariciones en medios son constantes, sus mensajes de aspecto improvisado están muy medidos con frases para la posteridad y consignas que calan en medio planeta. No duda en hablar claro y directo sin importarle si su audiencia es el Capitolio de Estados Unidos o sus seguidores de Instagram.
Presidente. Actor. Padre. Esposo. Hijo. Patriota. Zelenski tiene muchas caras y ahora muestra una aguerrida que pocos esperaban. No es un títere puesto por Kolomoisky, el oligarca que le pagó la campaña, sino un símbolo de lucha y aguante, de fuerza y lealtad, fiel a sus principios y anteponiendo su país a su propia vida. El adjetivo ‘cómico’ queda en el pasado: ahora es el tipo que ha conseguido unir a todos los ciudadanos de Ucrania en una causa común. Pocos presidentes pueden presumir de algo así.
Las bombas siguen cayendo, la población aguanta como puede, los refugiados se cuentan por millones. Y un hombre permanece en pie. Con camiseta verde, armado con un teléfono móvil, lanzando su mensaje al vacío infinito de las redes sociales. Puede que el barco se esté hundiendo, pero el capitán no piensa abandonarlo. Zelenski, para bien o para mal, a día de hoy está en el centro de la Historia, es quien la escribe muy a pesar de Rusia, el que marca los tiempos y quien será recordado. Puede que Putin sea una fuerza imparable, pero no esperaba encontrar en Zelenski un objeto inamovible.