Santa Catalina de Suecia, intercesora ante embarazos de riesgo
Como todos los 24 de marzo, hoy celebramos a Santa Catalina de Suecia, religiosa y mística, hija de la Patrona de Europa, Santa Brígida Birgersdotter (Santa Brígida de Suecia).
A Catalina también se le denomina ‘Santa Catalina de Vadstena’, en alusión al lugar donde vivió y murió.
Katarina, o Catalina, fue monja brigidina, es decir, perteneció a la Orden religiosa fundada por su madre, la ‘Orden del Santísimo Salvador’, cuyas integrantes son conocidas comúnmente como ‘brigidinas’ en honor a su fundadora. Se le venera como patrona de las vírgenes, aún cuando estuvo casada, y las madres gestantes piden su intercesión ante el peligro de un aborto espontáneo.
De tal palo, tal astilla
Catalina Ulfsdotter, nació en Vadstena, ciudad de la provincia de Östergötland, Suecia. Fue la cuarta hija de Santa Brígida. No ha podido establecerse con exactitud la fecha de su nacimiento, pero se cree que fue entre 1331 y 1332. Es verdad que perteneció a una familia noble y con fortuna, pero en ella aprendió el desprendimiento y la generosidad. Santa Brígida, su madre, había inculcado valores cristianos en todos sus hijos. Ella misma dio el mejor ejemplo cuando a la muerte de su esposo renunció a sus posesiones. Por su lado, Catalina le heredó el espíritu de liderazgo, entrega y amor a la oración. Ella, desde pequeña, supo mostrar una cálida sencillez y afabilidad que la hizo siempre cercana a quienes la rodearon; había aprendido de Brígida a descubrir lo mejor que se puede tener en esta vida: a Dios.
Por eso, pasaba varias horas del día dedicada al trato afable con el Señor. Gustaba de la meditación de la pasión y muerte de Cristo, de los salmos penitenciales y del Oficio de la Virgen María. Muchos de estos ejercicios espirituales los aprendió de niña, puesto que fue encargada desde los 7 años a las monjas del convento de Risberg para su educación.
Hija respetuosa y obediente
A la edad de 13 años, su padre decidió comprometerla en matrimonio. El elegido fue un noble de origen germánico, Eggart von Kürnen. Ella no estaba de acuerdo con el arreglo, pero decidió obedecer a su padre. Después del casamiento, Catalina logró persuadir a su esposo -un hombre de fe profunda- de hacer juntos un voto de castidad, que cumplirían celosamente el resto de sus vidas. En 1349, después de la muerte de su padre, Catalina llegó a un acuerdo con su esposo para quedar libre y partir junto a su madre rumbo a Roma en peregrinación, y visitar las tumbas de San Pedro y San Pablo.
Estando todavía de camino, Catalina recibió la noticia de que Eggart, su esposo, había fallecido. Entonces, decidió no volver a contraer matrimonio y permanecer con su madre en Roma. Allí Catalina empezaría una nueva vida, imitando fervorosamente a Brígida en su vida ascética y pertenencia a Dios.
Viuda
En su condición de viuda, Catalina no dejaba de visitar a los pobres y enfermos de la ciudad, allí donde estuvieran; sea en las calles, en sus casas o en los hospicios. Además de atenderlos espiritual y materialmente, ayudaba con los quehaceres domésticos.
En 1372, Catalina, su madre y su hermano partieron en peregrinación a Tierra Santa. Al año siguiente, durante el viaje de retorno, Brígida falleció en Roma. Un año más tarde, su cuerpo regresaría a Suecia para ser enterrado en Vadstena, en el convento de su fundación.
Cumplidora de la obra de Dios
Catalina fue admitida en el convento de Vadstena, del que sería abadesa hasta 1375, año en el que viajaría a Roma para promover la canonización de Brígida. Pese a no obtener resultados, logró la ratificación de las reglas de la Orden que fundó su madre, la Orden del Santísimo Salvador de Santa Brígida.
Tras cinco años de permanencia en Roma, Catalina regresó a su tierra natal y el obispo le confió el gobierno general de la joven orden religiosa. Poco tiempo después enfermó y falleció el 24 de marzo de 1381. En 1484, Inocencio VIII concedió la autorización para su veneración.
Patronazgo y veneración
Santa Catalina de Suecia es considerada patrona de las vírgenes. Esto podría generar cierto desconcierto si se considera que estuvo casada por casi 20 años; sin embargo, subyace una hermosa explicación que debe ser entendida a la luz de las condiciones de su época. Catalina quiso consagrar su virginidad al Señor desde muy joven y así se mantuvo siempre. Esto fue posible, en buena parte, gracias a su esposo, quien compartió con ella, de manera fuera de lo común, el deseo de consagrarse a Dios siendo virgen.
Por otro lado, puede llamar la atención también que las madres gestantes pidan la intercesión de la santa ante el peligro de un aborto espontáneo dado que Catalina nunca tuvo hijos. La explicación de por qué es intercesora en esos momentos tan difíciles, por los que pasan muchas mujeres, radica en que Catalina tuvo que acompañar en su dolor a más de una madre que había perdido a su hijo en el vientre.-