Román Ibarra:
En la víspera de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo, final de la Semana Mayor, pedimos a Dios por la salud y la paz de creyentes y no creyentes; un nuevo mundo de realizaciones a favor del desarrollo armónico de las sociedades, y el final de las guerras dondequiera que las haya.
Fecha propicia para también y con más razón para pedir por los nuestros, por los venezolanos en esta hora menguada, huérfana de satisfacciones, y rica en frustraciones y esperanzas incumplidas.
Ya es tiempo de corregir los errores que a lo largo del tiempo se han cometido, tanto en el gobierno, como en la oposición. Obviamente, la primera y más grande responsabilidad es la del gobierno que a lo largo de 24 años tiene una hoja de servicios muy escasa.
Obras presupuestadas; inmensas fortunas canceladas, y obras jamás terminadas, son el resultado del incumplimiento y la corrupción más importante de que se tenga memoria en todo el hemisferio. Muchos nuevos ricos que se pasean impúdicamente por el mundo exhibiendo sus riquezas mal habidas, que contrastan con la miseria de una sociedad que varias veces depositó en ellos su confianza con la esperanza de redención y progreso.
Una y mil veces engañados y proscritos, sin que haya en el otro lado la construcción de una alternativa eficaz que sustituya la cultura de la corrupción; el odio; la burla, y el incumplimiento sistemático.
Ojalá fuera posible deponer actitudes revanchistas, y reaccionarias para dar paso a la construcción de una agenda simple; positiva; realizable, y generadora de bienestar, que comience por un acuerdo nacional para la recuperación de los servicios públicos básicos y esenciales para la vida humana, y la economía del país, tales como: la electrificación; la recuperación del sistema hidrológico; Pdvsa, y sus filiales; el Metro de Caracas, y otras ciudades; la vialidad intra, e interurbana, y agrícola.
Hay que detener la destrucción del arco minero; garantizar la formación y adecuación material de la fuerza armada, y cuerpos policiales para brindar seguridad de territorial, y también de personas y bienes.
Un acuerdo nacional que -sin complejos- acuda a los organismos internacionales y multilaterales (FMI-BM-BID-CAF) tras la búsqueda de los recursos económicos y financieros para garantizar la inversión en el desarrollo dentro de un plan de mediano y largo plazo, ofreciendo como garantía los recursos naturales y demás potencialidades con las que cuenta el país.
Necesitamos generar seguridad jurídica y confianza para atraer la inversión del capital privado nacional e internacional; privatizar las empresas improductivas, y devolver a sus dueños las empresas expropiadas, pero ello requiere una nueva institucionalidad; gobierno y oposición como contrapeso para el control de abusos, y desafueros.
Es necesario retomar la profesionalización y respeto por la carrera administrativa; la carrera judicial; desconcentrar el servicio público y migrar los excesos de personal hacia el sector privado mediante acuerdos tripartitos (gobierno-empresarios-trabajadores). Desarrollar con sentido estratégico las escuelas técnicas para atender las áreas desprovistas, y promover el emprendimiento ordenado hacia la formalización, y hacerlos parte de la cadena productiva y tributaria.
Se trata de la reconstrucción total, o la resurrección de un país como el nuestro que teniéndolo todo desde el punto de vista material, no ha tenido la conciencia clara de lo que debe hacerse para garantizar el bienestar, y la felicidad de sus ciudadanos.
Es hora de dar paso a una nueva cultura; sustituir la confrontación y el odio, por la esperanza y el afecto que como conciudadanos debemos promover para edificar una sociedad más justa, sin que por ello renunciemos a nuestras creencias ideológicas, pero si con respeto fundamental por el país que es de todos. Estamos obligados a trabajar por la construcción de un mejor presente, y sobre todo un futuro para nuestros hijos y nietos.
Un acuerdo nacional es urgente y necesario. ¡Resurrección!.-
@romanibarra
