El Papa viaja 36 horas a Malta para lanzar un fuerte llamamiento por la paz en Europa
Francisco aprovechará el viaje de este fin de semana para hablar sobre varios desafíos del Viejo Continente
Cuando en 2018 el Papa Francisco comenzó a preparar su inminente viaje a Malta, la situación mundial era completamente diferente. El pontífice planeaba ir a esta isla mediterránea para denunciar la muerte e el mar de miles de emigrantes forzados mientras intentan llegar a Europa en barcones sólidos como cáscaras de nuez.
El viaje estaba previsto para mayo de 2019, pero se canceló debido a la pandemia. La segunda fecha prevista era diciembre de 2021, como tercera etapa mediterránea en su visita a Chipre y Grecia, pero la cercanía de las elecciones generales en Malta aconsejó aplazarlo de nuevo.
A la tercera va la vencida. Desde Malta, este fin de semana el Papa abordará la guerra en Europa, la crisis migratoria, las dificultades financieras y la reconstrucción tras la pandemia.
Como se trata en primer lugar de de salvar vidas, Francisco tiene previsto pedir a Europa un planteamiento humano y generoso para acoger a refugiados que escapan de guerras de África y Oriente Medio. Pondrá como ejemplo la positiva movilización generada en todo el continente para ayudar a las 4 millones de personas que han huido de los bombardeos en Ucrania pedirá que los estados de la UE coordinen fuerzas para integrar a estas personas..
En Bruselas y en Moscú estarán atentos a los discursos políticos del viaje del Papa. Se espera que Francisco aborde el papel de la OTAN, la posición de Rusia, o la posible mediación de la Santa Sede para obtener un alto el fuego. Lo hará con tonos diversos tanto en el encuentro con la clase política y el cuerpo diplomático de Malta del sábado por la mañana, como durante la rueda de prensa en el avión de regreso, el domingo por la tarde.
Durante el viaje, de unas 36 horas, el Papa tendrá la oportunidad de afrontar otras cuestiones candentes como los abusos en la Iglesia católica, la contaminación en el Mediterráneo e incluso, la libertad de prensa, evocada a raíz del asesinato en 2017 de la periodista Daphne Caruana Galizia.
La visita pondrá también a la prueba la salud del pontífice. En los últimos meses ha mostrado mayor dificultad de movilidad. A sus 85 años, tiene problemas de cadera y de rodilla, que los organizadores del viaje sortearán evitándole desplazamientos inútiles y eliminando escalones a través de ascensores y rampas.
Francisco recuperará este sábado el papamóvil, que no utiliza desde su viaje a Irak en marzo de 2020. Se subirá en este vehículo pocos kilómetros antes de llegar al Palacio del Gran Maestre en La Valeta, donde tendrá lugar la ceremonia oficial de acogida y su encuentro con representantes de la sociedad civil.
Además, le van a llevar en ferry a la isla de Gozo, donde visitará el santuario más importante del país, ‘Ta’ Pinu’. El domingo por la mañana descenderá a la Gruta de San Pablo en Rabat, donde según la tradición residió este apóstol los tres meses que pasó en la isla. Luego tendrá una misa multitudinaria en la ciudad de Floriana.
El Papa se despedirá de Malta con una visita a un centro de acogida de emigrantes en la antigua base aérea de Ħal Far. Allí mantendrá un encuentro con voluntarios y unos 200 refugiados, la mayoría supervivientes a campos de refugiados en Libia, donde estuvieron a merced de los traficantes, tras abandonar Somalia, Eritrea y Sudán.
En el último año, unos 800 emigrantes han llegado hasta esta tierra, muchos menos que los 3.406 que la alcanzaron en 2020, como lugar de paso para llegar al continente.
Cuando en 2010 Benedicto XVI visitó la isla, pidió a Malta que «apoyándose en la fuerza de sus raíces cristianas y en su larga y orgullosa historia de acogida de extranjeros, intente, con el apoyo de otros Estados y organizaciones internacionales, acudir en ayuda de los que llegan aquí y garantizar el respeto de sus derechos».
Esta vez el Papa se reunirá personalmente con estas personas en el Centro de Migrantes ‘Juan XXIII Peace Lab’. Este lugar es iniciativa del franciscano Dionysius Mintoff, quien aunque tiene 90 años, junto a un grupo de voluntarios imparte formación profesional a jóvenes que esperan respuesta a su solicitud de asilo.
Allí el pontífice se sentará ante un mosaico de botellas de plástico verdes y azules, que representan la contaminación del mar, decorado con chalecos salvavidas de color naranja para recordar a quienes perecieron ahogados. El arquitecto que lo ha diseñado, Carlo Schembri, también preparó en 2010 algunos escenarios de la visita de Benedicto XVI, y ha publicado en redes sociales los bocetos de los que verá Francisco.
En la agenda, el Papa ha reservado un madrugador encuentro a los jesuitas de la isla, el domingo a las 7:45 de la mañana. Además, la prensa local ha adelantado que podría reunirse en privado con algunas víctimas de abusos, como también hizo allí Benedicto XVI.
Desde que Benedicto XVI visitó Malta en 2010, han cambiado algunas cosas en este país donde el 85% de la población se declara católica. En 2011, el 52% aceptó en un referéndum introducir el divorcio; en 2017 el Parlamento aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo; y desde 2018 se permite el congelamiento de los embriones «sobrantes» durante la fecundación in vitro. Por otro lado, están prohibidos el aborto y la eutanasia.
Es el viaje número 36 del actual pontífice, y el país número 56 que visita. Dicen que etimológicamente Malta significa «puerto acogedor». Lo demostraron con San Pablo hace poco más de 1.960 años, y ahora lo demostrarán con el Papa Francisco.-