In Memoriam: Olga («La Nena») Arteaga de Hernández
Cardenal Baltazar Porras Cardozo:
El Covid nos ha arrancado de nuestro lado a “la nena”, pilar poliédrica de muchas iniciativas en la iglesia merideña. Nacida en Maracaibo el 10 de mayo de 1951, hizo de Mérida su segunda morada al lado de su esposo, Franklin,con quien compartió durante 44 años de vida matrimonial muchos proyectos comunes. Profesora licenciada en educación mención historia y geografía, fue una de las pioneras en el programa permanente de educación para la familia, eslabón de la pastoral familiar que llevó a las escuelas y liceos el mensaje saludable de una vida familiar integrada. En este campo junto a otras profesoras hechó las bases de escuelas de padres, encuentros de padres e hijos, talleres de amor y sexualidad, en un ambicioso trabajo conjunto promovido por la Conferencia Episcopal Venezolana y el Ministerio de Educación.El equipo de Mérida fue uno de los más fecundos. En los Cursillos de Cristiandad ocupó junto a su esposo la condición de matrimonio director arquidiocesano.
Desde el coro parroquial de Santiago de La Punta y el Coro Pasión Rociera, nos deleitó en las celebraciones religiosas y populares.
Lo anterior no es sino un pálido reflejo de su vida de entrega a la fe que la acompañó y animó a lo largo de su vida. Procreó tres hijos y gozó de acariciar a sus cuatro nietos. Nos deja un vacío porque no descansaba de servir y servir. Con una sonrisa a flor de labios y una acogida generosa y fraterna a todo el que a ella se acercaba. Gracias a Dios la comunidad merideña se ha hecho presente masivamente en sus exequias, testimonio fehaciente de la gratitud hacia ella. Hay vidas sencillas que pasan desapercibidas pero es menester que no las dejemos morir. Son los ejemplos que necesitamos para acrecentar la esperanza de ser sembradores de bien, de paz, de amor, con el murmullo de un canto que la lleva ahora a musitarlo ante el Padre Celestial.
Descansa en paz, querida Nena, que tu ejemplo sea semilla de nuevos discípulos del evangelio y de la paz. A Franklin nuestro abrazo sincero por haberle dado muchas satisfacciones a lo largo de la vida, compartiendo ejemplarmente la vida familiar. La Arquidiócesis de Mérida se siente deudora del ejemplo que nos dio durante muchos años. Que la Virgen Rociera te haga dar el paseíllo en el cielo y que desde allí encomiendes a la tierra que te acogió y le diste lo mejor de ti. Que así sea.
22/ 30-3-22 (2427)