Opinión

Un ejemplo inolvidable

 

Gloria Cuenca:

 

Saben los amables seguidores y contradictorios lectores de mis andanzas por la vida. Pretendo ser transparente. Adolfo Herrera E (QEPD) se molestaba al leer algunos de mis artículos, por cuanto él tenía la opinión de qué, “por la boca muere el pez”. Mientras, a mí me gusta contar anécdotas, historias, sucesos de mi vida cotidiana. Él, con carácter maravilloso, que no sin carácter, como se piensa en nuestro país, al leer  modificaba la cara con un dejo de molestia y  decía: “¿Por qué tienes que decirlo todo? He dicho numerosas veces: El que habla se enreda”.  Mi padre de Maracaibo, decía todo lo contrario: “El que no habla, algo esconde”.

Por supuesto triunfaba en mí la hija de quien era y es mi máximo ídolo: mi padre, Humberto Cuenca. “La palabra oral es fascinante”, decía a los alumnos en el Curso de Locución de la UCV. Lo sigo pensando. Me siento profundamente vinculada a la “Galaxia de Gutenberg”, adoro el lenguaje escrito, con la misma intensidad que el oral. Amo el lenguaje. Creo en lo señalado por la Programación Neuro-Linguística, (PNL): “El lenguaje es el mundo”. Un poema produce una sensación maravillosa. No menos conmovedor y estimulante es escuchar un testimonio del amor, en donde el tono de la voz acompaña a quien da a conocer su afecto. Se preguntarán ustedes a ¿dónde quiere llegar? Justifico mis anécdotas e historias. Narro un suceso maravilloso de mi ya lejana juventud.  Nunca lo olvidé y me ha acompañado por años al dictar clases de Ética del Periodismo.

Sirve de explicación a la confianza que tengo sobre la honestidad y la rectitud de los periodistas venezolanos. Ocurrió en tiempos de la “Asociación Venezolana de Periodistas”, (AVP) que presidia el colega y amigo Eleazar Díaz Rangel, siempre preocupado por los problemas de la ética profesional. Siendo nueva como profesora en la asignatura de Ética del Periodismo, Eleazar me encomendó la tarea de ir a diferentes sitios del país, donde había problemas complejos y difíciles para la ética del periodismo. Así, con Adolfo y mi hija, pequeña todavía, los fines de semana nos íbamos por diversas ciudades y estados del interior del país a explicar los límites éticos, jurídicos, personales y profesionales que se debía respetar. De inmediato, Adolfo me comunicó su filosofía: “Trabajar es un placer, no un castigo. Especialmente, cuando haces lo que te gusta. A disfrutar, doblemente: porque haces lo que te gusta y lo complementas con la alegría y el gusto de hacer algo en pro del gremio”. Fui siempre su alumna, enseguida internalicé la enseñanza. Los viajes por la provincia, los fines de semana, en nuestro carro, resultaron, definitivamente, una maravilla: disfrutábamos, – la comida y la gente- conocíamos y enseñaba, también aprendía. En efecto, aquello no era un trabajo, si un gran placer.

El caso es que, llegamos a Maracay, Edo Aragua. La conferencia-clase, la debía dar en el local de la AVP, ante un nutrido grupo de colegas. La mayoría de ellos, bastante mayores que yo, casi todos hombres. Era entonces, una periodista con 4 años de graduada, había ganado el Concurso de Oposición en la materia que enseñaba (contra todo pronóstico). Empecé la clase y a explicar las faltas de ética, establecidas en nuestro Código de Ética. Un murmullo empezó a recorrer el salón, a los minutos, era más que un murmullo. Interrumpí la exposición: “¿Qué pasa? ¿Qué no entienden?”, pregunté. (Creí se trataba de algo no comprendido) Seguían los comentarios, y finalmente un colega, entre los más veteranos, levantó la mano:” Profesora, ¿puedo hablar?” “Por supuesto”, contesté. “Sí lo que usted dice es verdad, aquí todos hemos violado la ética del periodista”. Respiré profundo. “Colega, no lo digo yo. Lo dice el Código de Ética”.

Hubo un murmullo más fuerte. Seguí dando la clase, las preguntas fueron muchas. Las explicaciones del por qué, no parecían tener fin. Hasta qué, entre cansada y sorprendida, terminamos. Fuimos a comer con la Directiva de la Seccional y muchos de los participantes. No se acababa el tema: ¿el publi-reportaje? ¿Anti ético? La ¿publicidad redaccional, forma de violar la ética profesional? Aceptar pagos para actividades gremiales de la gobernación o la alcaldía, ¿anti ético? ¿puede ser una forma de palangre? La conversación, el debate fue intenso. Duro y difícil de entender. Esto a pesar de que, el contacto con colegas periodistas de provincia resultaba maravilloso: enriquecedor, amistoso. Insisto:  un placer, un privilegio compartir con todos, escucharlos, conocer una perspectiva distinta de la profesión.

Pasaron unos días. De repente apareció en todos los periódicos que circulaban en aquel entonces el titular: “La seccional de periodistas de la AVP, Maracay, se ha auto sancionado al tomar consciencia de que,  actuaban en contra de los principios de la ética profesional del periodista.”  Todos los colegas, inscritos en la Seccional, se dieron cuenta de lo que hacían y decidieron la auto sanción. Saquen ustedes las conclusiones. Es el país, los colegas que amo con reverencia, esperanza y Fe. ¿Se nota la diferencia con hechos de hoy día? ¿Se entiende el por qué de mi confianza?.-

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