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Amados de Dios

El trato lleno de humanidad es una característica del cristianismo

Mons Fernando Castro Aguayo:

El trato lleno de humanidad es una característica del cristianismo. Para amar a Dios hay que buscar maneras de amar al prójimo. No siempre se acierta. Como dice el dicho: “a veces uno quiere hacer una gracia y le sale una morisqueta.”

Parte de la calidad de las relaciones humanas está en el trato con los más débiles, y, entre estos, están los enfermos: no sólo con enfermedades físicas; también hay otras: mentales, heridas no sanadas en la vida, debilidades del carácter, reatos de vicios y excesos, etc.

Y la atención a los enfermos forma parte de las obras de misericordia y es siempre una llamada a todo hombre o mujer de fe. Algo muy obvio: cuando uno visita o atiende un enfermo, lo importante es el enfermo. Tengo un relato breve de una de las promotoras de la medicina paliativa. En carne viva recuerda su contacto como enferma a la realidad asistencial y sanitaria:  ”…lamentablemente se me grabó en la memoria por su carácter desagradable. La sala de reconocimiento estaba fría, nadie me dijo una sola palabra, ni siquiera un saludo, un “hola ¿cómo estás?”, nada. Una doctora apartó las mantas de mi cuerpo, tembloroso y procedió a desvestirme rápidamente. Le pidió a mi madre que saliera de la sala. Entonces me pesaron, me examinaron, me punzaron, me exploraron, me pidieron que tosiera; buscando la causa de mi problema me trataron como un objeto, no como una niña pequeña”. Aquí hay mucho para reflexionar.

Indudablemente que organizar la atención de enfermos, para tratarlos dignamente y darles consuelo es un gran apostolado, y es un medio de evangelización porque mostramos el amor de Dios.

Hoy, y más con la pandemia que hemos pasado, es importantísima esta tarea, porque la soledad del enfermo es algo tremendo: la enfermedad la lleva el enfermo y es intransferible. Quien lo atiende lo ayuda y consuela, pero no lo sustituye.

Los enfermos son amados de Dios. También quien organiza e impulsa la atención de los enfermos son los “benditos que vienen en nombre del Señor” porque muestran lo más grande en el mundo: el amor.

 

Fernando Castro Aguayo

fcastroa@gmail.com

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