¿Es Putin un psicópata?
HABLA EL CIENTÍFICO QUE HA INVESTIGADO SU CEREBRO PARA LA CIA: "El mundo está pagando por los abusos que sufrió en la infancia"
¿Cómo funciona la mente de Putin? El neurocientífico americano James Fallon, gran experto mundial en psicópatas, criminales y dictadores, lleva más de una década intentando descifrar el cerebro del presidente ruso. Incluso la CIA y el Pentágono se sirven de sus investigaciones para conocerlo mejor.
El Pentágono y la CIA confían en James Fallon. Este neurocientífico de 74 años lleva tiempo ayudándolos a entender el cerebro de los dictadores. Ha deconstruido la personalidad, las motivaciones… de los tiranos de Corea del Norte, Cuba, Bielorrusia, Venezuela y, sobre todo, Rusia. Tanto que Vladímir Putin se ha convertido en una obsesión para este prestigioso científico del comportamiento humano, profesor de Psiquiatría, Anatomía y Neurobiología de la Universidad de California.
Todo arrancó hace 33 años, cuando Fallon, conocido por sus aportaciones al campo de la esquizofrenia, párkinson, alzhéimer, las células madre o las adicciones, se puso a descifrar las mentes de numerosos asesinos en busca de las raíces del mal. Combinando el estudio de la actividad cerebral, la psicología, la genética y las técnicas de imagen tomográficas se convirtió pronto en el científico de referencia en la materia. Por eso, en 2010, a petición de la Human Rights Foundation, comenzó a estudiar a sátrapas de todo pelaje hasta despertar el interés del espionaje y la milicia estadounidenses. Tras estar una década analizando al presidente ruso, él mismo nos explica por qué ha llegado a la conclusión de que Putin es un psicópata. De los más complejos y peligrosos que ha conocido.
XLSemanal. ¿Qué lo ha llevado a concluir que Putin es un psicópata?
James Fallon. He identificado en él la mayor parte de los rasgos que definen a un psicópata.
XL. Sin acceso a sus escáneres cerebrales ni posibilidad de hacer psicoterapia con él, ¿en qué se ha basado?
J.F. He leído toda la información disponible sobre el personaje, lo he estudiado y analizado a fondo y he hablado con biógrafos, expertos en Putin y Rusia, gente que lo ha conocido en persona…
XL. Pero Putin, como ex del KGB, es un hombre lleno de secretos…
J.F. De hecho, su autobiografía está plagada de mentiras. Típico de los psicópatas que esconden su infancia y juventud. En su caso, siempre ha sido difícil saber quiénes fueron sus padres y qué les pasó. Él dice que fue criado por ellos en San Petersburgo, pero su verdadera madre, por lo visto, es georgiana. Estaba casada, tuvo un romance con un empleado del Ejército y fue forzada a enviar al pequeño Vladímir a San Petersburgo con sus abuelos, que vivían en un ambiente terrible.
«Su autobiografía está plagada de mentiras. Dice que lo criaron sus padres, pero, por lo visto, fue un hijo ilegítimo que creció con sus abuelos en un ambiente terrible»
XL. El Kremlin ha desmentido toda esa historia…
J.F. Por supuesto. Dinamita la versión oficial. Hace unos años, de hecho, dos periodistas que intentaron entrevistar a esta georgiana murieron en circunstancias extrañas. También han intentado deshacerse de ella y de todas las personas que pudieran saber algo. El caso es que tiene este pasado terrible de hijo ilegítimo que, según me han revelado al menos tres fuentes, sufrió acoso de forma rutinaria desde una edad muy temprana e incluso abusos sexuales. De ahí esa sexualidad un tanto retorcida.
XL. ¿Qué sabe de su sexualidad?
J.F. Poco, rumores, como que le gusta hacer ménage à trois con hombres y mujeres, pero no es información contrastada y a mí me interesa otra cosa…
XL. Le escucho.
J.F. Su sexualidad me interesa porque le gusta envenenar a sus enemigos, y eso es propio de las mujeres psicópatas. Ellos suelen usar la violencia física, pero ellas envenenan. Y Putin es un envenenador. ¿Por qué se empeña en matar a sus enemigos con un metal radiactivo, un agente nervioso o una dioxina?
XL. Dadas las cosas que va diciendo sobre Putin, ¿no teme ser usted el envenenado?
J.F. Me lo han advertido agentes de la CIA y de los servicios británicos. Mi esposa está muy enfadada conmigo porque cree que debo tomármelo en serio, pero a mi edad ya no voy a dejar de ser yo mismo.
XL. Sigamos con la infancia. ¿Los ucranianos están pagando por la dura niñez de Putin?
J.F. Sin duda. El hombre está arreglando cuentas con el mundo por lo que sufrió de niño. Ahora él es el abusón. Y los abusones, como los psicópatas, necesitan víctimas. El primer ministro británico Neville Chamberlain, un pacifista, fue la víctima perfecta para Hitler. «Usemos la vía diplomática y lo convenceremos», decía. Pero ante un depredador no puedes mostrarte débil. Te aplasta. Y ahora Joe Biden es el rival perfecto a ojos de Putin.
XL. ¿Insinúa que esperaba la llegada de alguien como Biden a la Casa Blanca para invadir Ucrania?
J.F. Esperó hasta que tuvo a Biden enfrente. Yo advertí de esto en 2014, tras la toma de Crimea y la rebelión en el Dombás. Biden es una persona débil, con principio de demencia, que no sabe bien lo que hace. El rival ideal para un psicópata narcisista. Y en Europa, tras la salida de Merkel, tampoco hay líderes fuertes, ni en Canadá. Creen que, si tratas bien a los demás, te tratarán bien a ti. Pero el mundo no funciona así.
XL. ¿Putin no habría ido tan lejos con Trump como oponente?
J.F. Bueno, Trump estuvo cuatro años de presidente y Putin no hizo nada parecido.
XL. Pero interfirió en las elecciones de 2016 para que ganara Trump. Lo prefería a él en la Casa Blanca…
J.F. Putin buscaba debilitar a Estados Unidos porque Trump dividiría al país y aumentaría la discordia social y política. Y eso propició la llegada de Biden.
XL. ¿Qué me puede decir de Trump desde el punto de vista neurocientífico?
J.F. Trump es, simplemente, un idiota. Ni es un psicópata ni sufre ninguno de los cuatro trastornos de personalidad del tipo B, los más peligrosos. Yo nunca he votado por él, pero se me antoja el antídoto perfecto para inhibir los impulsos expansionistas de Putin. Los abusones no se meten con gente como Trump.
XL. ¿Cree que Putin vio en Zelenski a un líder débil?
J.F. Sin duda: «Es solo un cómico televisivo». Pero se equivocó. Todo el mundo se equivocó con él. En Estados Unidos tuvimos a Reagan. Actor. Tampoco lo tomaron en serio y, mira, acabó con la URSS y ganó la Guerra Fría.
«Putin esperó hasta tener un presidente como Biden enfrente. Débil, con demencia, no sabe bien lo que hace… Es el rival perfecto para alguien como él»
XL. El KGB reclutaba a personas con infancias traumáticas. ¿Fue también el caso de Putin?
J.F. Totalmente. Las personas así abundan en el espionaje y las organizaciones terroristas, aunque no sean psicópatas. Sufrir acoso o abusos en la infancia es un factor de riesgo, pero se necesita también una potencialidad genética a convertirte en psicópata. Al contrario de lo que decía Rousseau, el hombre no es bueno por naturaleza. El cerebro no es una pizarra en blanco.
XL. ¿Desarrollar un trastorno de personalidad antisocial depende de la genética?
J.F. No solo de tus genes. Nadie nace psicópata, pero la mejora en nuestro entendimiento de la epigenética –el estudio de los eventos que afectan al programa genético del desarrollo– nos permite ver ciertas cosas.
XL. ¿Como por ejemplo?
J.F. Todos nacemos con un conjunto de alelos heredados de tu madre y de tu padre que se combinan en ti de manera aleatoria y hacen que acabes con genes asociados a determinados comportamientos. Tres cuartos de la población heredan genes no asociados con agresividad extrema, baja empatía emocional, violencia…
XL. Pero la otra cuarta parte sí…
J.F. Eso es, pero no te alarmes, al final solo el siete por ciento desarrolla un trastorno de personalidad relacionado con la depredación entre miembros de nuestra especie. Y estos son responsables de la mayoría de los crímenes que se cometen. La mitad de las personas que están en prisión, de hecho, son psicópatas. Y no tienen remedio, por cierto.
XL. Volviendo a la genética…
J.F. Sí, pongamos que, en el casino genético de la concepción, echas los dados y heredas un grupo entero de genes que te coloca en una posición de alto riesgo. Es decir, tu escopeta está cargada, pero solo apretarás el gatillo si te abandonan o abusan de ti a edad temprana.
XL. ¿Qué mecanismo neurológico dispara ese gatillo?
J.F. Ante este tremendo estrés, el cerebro de un niño libera cortisol de la glándula suprarrenal. Normalmente es un mecanismo protector, pero si has heredado cierto conjunto de alelos, el cortisol va a las áreas del cerebro que regulan la actividad social y estas quedan trastocadas de forma permanente.
XL. ¿Y si no posees esos genes pero sufres abusos o abandono?
J.F. Entonces no serás un psicópata. Puede que te conviertas en un sociópata si sufriste acoso y abusos sexuales entre los 6 y los 10 años, edades muy delicadas en el desarrollo de las emociones.
«Me interesa la sexualidad de Putin porque, aunque es un hombre, le gusta envenenar a sus enemigos, y eso es propio de las mujeres psicópatas»
XL. Los occidentales, se dice, no entendemos el ‘alma rusa’. ¿Implica eso que donde nosotros vemos un psicópata muchos rusos ven un héroe nacional?
J.F. Digamos que hay estándares distintos al respecto de lo que se acepta socialmente en diferentes culturas.
XL. En el caso ruso, ¿podría deberse a que llevan siglos regidos por gobernantes totalitarios y brutales?
J.F. Eso es determinante. Putin y su régimen son el último eslabón de una larga cadena represiva. La dialéctica es: «Lo hacemos por el bien de nuestra amada Madre Rusia». Y esto es algo que, transmitido a lo largo de generaciones, ha producido cambios epigenéticos. Los afroamericanos, por ejemplo, siguen marcados por la esclavitud y la persistente marginación y brutalidad de la sociedad americana contra ellos. Debido a esto, su tolerancia a la violencia es superior a la de otros grupos sociales. Algo similar ocurre con los rusos y con las sociedades donde la violencia y la brutalidad han sido dominantes.
XL. ¿Quiere decir que los traumas de nuestros antepasados provocan cambios en nuestro metabolismo?
J.F. Así es, hay una transmisión transgeneracional de los traumas que produce modificaciones metabólicas derivadas de los sentimientos y comportamientos que pasan de padres a hijos y nietos. Y estos cambios epigenéticos pueden estimular la persistencia de personas que prefieren ser gobernadas o dirigidas por dictadores psicópatas.
XL. Cómo puede ser el caso que nos ocupa…
J.F. Sin duda. En Rusia hay muchas personas que prefieren un líder autoritario porque necesitan un protector. La amenaza extranjera es una idea que llevan siglos escuchando. Putin les dice: «Solo quiero protegeros de los malvados que quieren destruirnos». Es un mecanismo de dominación increíblemente efectivo. Si soy tu salvador, mi brutalidad está justificada. Putin, digamos, sí que conoce bien el ‘alma rusa’.
XL. ¿Qué importancia tienen las apelaciones de Putin a la mitología nacional?
J.F. Es un aspecto capital para entenderlo. La conexión profunda con una mitología opaca que nadie puede comprobar tiene sus raíces en el filósofo y político Joseph de Maistre. Hitler se inspiró en él: «Venimos de esta gran raza aria que siglos atrás tal y tal». Y Putin igual.
XL. ¿Putin desea pasar a la historia como un líder de proporciones míticas?
J.F. Víktor Yúshchenko, expresidente de Ucrania envenenado por los rusos con la dioxina TCDD, me dijo hace muchos años que Putin se ve a sí mismo como el salvador de los eslavos. Por eso apela a la Rus de Kiev, una entidad medieval que reunió a la mayoría de las tribus eslavas orientales hasta la invasión de los mongoles. La Rus de Kiev se expandió hasta Crimea entre los ríos Dnieper y Dombás. Por eso, para Putin, todos los ucranianos al este del Dnieper son rusos. Se ve como un líder épico, histórico, y utiliza esta idea acuñada por De Meistre. Hacen lo mismo muchos grupos que apelan a un pasado mitificado e imposible de comprobar.
«En Rusia hay muchas personas que prefieren un líder autoritario porque necesitan un protector. La amenaza extranjera es una idea que llevan siglos escuchando»
XL. ¿Qué rasgos comparte Putin con otros dictadores?
J.F. En primer lugar, los traumas infantiles tempranos. Este es el disparador común que parece haber determinado su conversión en psicópatas. Y luego los típicos: son mentirosos patológicos, manipuladores, emocionalmente superficiales; gozan de buena memoria, carisma, dominio del miedo y la ansiedad (algo fundamental para el psicópata); son sádicos, hipersexuales…
XL. Tengo entendido que, además, no se les da muy bien el matrimonio…
J.F. Sí, se han dado sonoros fracasos conyugales entre los tiranos. Y también suelen presentar alguna tara física. Napoleón era muy bajito, Guillermo II tenía el brazo derecho más corto, Putin tiene un problema en el mismo brazo… Si te fijas, no lo mueve al caminar, lo lleva casi rígido. Y otra cosa curiosa de Putin: es cleptómano. Le encanta quedarse con cosas al estilo callejero, herencia de su juventud en las calles de San Petersburgo. Ya sabes: «Oye, ¿puedo echarle un vistazo a eso?». Y se lo queda. No le falta de nada a este hombre.
XL. Una cuestión para finalizar. ¿Ha notado cambios físicos o de comportamiento en Putin en los últimos tiempos?
J.F. Sí. Desde hace año y medio. Llevó 12 observándolo y lo veo diferente, como si estuviera recibiendo terapia contra el cáncer. Eso puede estar elevando sus niveles de agresividad.
XL. Y eso de tratar con sus subordinados a metros de distancia, ¿qué le parece?
J.F. Es como si tuviera miedo de tener a gente cerca. Ve peligro por todas partes y eso es debilidad. Y lo de reprender a sus ministros y generales en público también es nuevo. Lo dicen todos los que lo han tratado: Putin era un tipo de buen trato que lidiaba bien con el estrés, así que ha pasado de ser un psicópata tranquilo y contenido a uno impulsivo, sádico y paranoico. Las cosas no le salen como había planeado y ahora se ve a sí mismo como aquella rata a la que arrinconó de niño de la que tanto habla y que se volvió contra él. Esto podría significar que cree que sus días están contados. De ser así, estaría desesperado y esta sería su última oportunidad de cumplir su sueño mesiánico.
XL. ¿Lo cree capaz de presionar el botón nuclear?
J.F.Sí.
XL. Dado que es un psicópata, ¿qué podemos hacer para detenerlo?
J.F. Odio pensar así, pero espero que alguien de su círculo más cercano se encargue pronto de él. No se va a marchar de forma voluntaria.-
ABC/XLSemanal