El Card Porras en el Centenario del Nacimiento del P Cesáreo Gil: «La vida y obra del P. Gil sobrepasa las fronteras del movimiento de cursillos»
Homilía en la Eucaristía
HOMILÍA EN LA EUCARISTÍA DEL CENTENARIO DEL NACIMIENTO DEL SIERVO DE DIOS PBRO. CESAREO GIL ATRIO A CARGO DEL CARDENAL BALTAZAR PORRAS. Mosén Sol, El Marqués. Caracas 14 de mayo de 2022.
Muy queridos hermanos cursillistas:
Nos congrega en torno a la eucaristía la apertura del año centenario del nacimiento del Padre Cesáreo Gil y 25 años de su fallecimiento, en vistas a la apertura del proceso diocesano de su causa de beatificación. Lo hacemos en la fiesta del apóstol Matías, a quien nos encomendamos, habida cuenta que de él solo nos consta que fue elegido para cumplir la vacante dejada por Judas Iscariote. Nos queda la lección de que su elección fue fruto de la propuesta de la comunidad, siendo Pedro el intérprete del designio del Espíritu, como nos recuerda San Juan Crisóstomo en su comentario al pasaje de los Hechos de los Apóstoles d. El Evangelio de Juan, proclamado hace unos minutos, nos da la clave de la elección de hoy: el amor de Dios hacia nosotros lo llevó a dar la vida por sus amigos con la contrapartida de que permanezcamos en el amor al Señor y demos fruto permanente con el testimonio de nuestras propias vidas.
Lo primero que debe brotar de nuestros labios y nuestro corazón en esta mañana es el agradecimiento a Papadios por habernos regalado a personas de bien y de virtud que han sido motores de cambio, de transformación espiritual y animadores de servicio al prójimo. Uno de ellos, es, ciertamente, el Cura Gil. Su vida y su obra han despertado en muchos de nosotros el anhelo de tenerlo como modelo y sostén de nuestras cuitas y dolores, de nuestras ilusiones y proyectos.
Gracias a Dios, desde su muerte, su legado ha seguido presente y sigue dando frutos. El Movimiento de Cursillos con todas sus múltiples facetas sigue siendo una presencia eclesial de importancia en nuestro medio. Su preocupación por darle rostro criollo a la Hermandad de Padres Operarios también está en su horizonte. Toca a quienes se sienten herederos de su quehacer convertir esos talentos en fruto abundante para rendir cuentas como nos lo exigen las parábolas del reino.
La conformación de un grupo que motorice la causa de beatificación no es tarea de una comisión, es desafío que debemos asumir solidariamente. La aprobación de la Santa Sede dando el placet para llevar adelante la Causa, declarándolo siervo de Dios, es un reto que debe cuestionarnos a todos. Qué hacer, cómo, cuándo, dónde y para qué. La necesidad de proponer personas testigos del evangelio en el mundo de hoy es tarea ineludible. El año centenario nos brinda en bandeja de plata el hacer memoria, del pasado y del presente con proyección de futuro, de la vocación discipular y misionera del Padre Gil, para que quienes nos consideramos sus hijos espirituales, continuemos la obra y asumamos el carisma con alegría, entusiasmo, coraje y constancia.
Lo primero, sin duda, es dar a conocer en profundidad su vida, sus obras y su testimonio. No solo lo que hizo y nos dejó, sino sobre todo, su testimonio personal acrisolado en la enfermedad y las limitaciones de sus últimos años. Ello nos llevará a la convicción de que esamos ante alguien en quien resuena la voz de Jesús con tal fuerza que descubrimos la veta de santidad que en él fue de altos quilates. Pero no basta ser santo. Proyectarse en el tiempo es tarea de la comunidad que se siente interpelada a reconocer y seguir sus huellas. Es una de las exigencias fundamentales para que sea propuesto por la Iglesia como modelo a seguir.
La vida y obra del P. Gil sobrepasa las fronteras del movimiento de cursillos. Este fue la fuente original desde donde se irradió a otras esferas de la vida social y eclesial los efectos de la conversión cristiana. Por ello, la difusión de su causa es obra de la Iglesia toda para bien de todos.
Muy pronto, instalaremos oficialmente el tribunal diocesano. Hay camino recorrido en la recolección de su extensa obra escrita y en los numerosos testimonios de antes y de ahora. Un equipo competente se ha ido preparando para cumplir con las normas impuestas por el Dicasterio de los Santos. Pero hay iniciativas que se deben multiplicar en este año jubilar en el orden estrictamente religioso, en el que las diversas formas de oración nos ayudarán, pero también en otras que salgan de la creatividad y competencia de jóvenes y adultos. Preguntémonos qué le dice al venezolano de hoy, qué le atrae, qué le sugiere para este momento de crisis, el mensaje recibido. Los talentos no son una piedra preciosa inerte, al contrario, es como la siembra del grano de trigo que debe cuidarse de diversas maneras para que dé fruto abundante.
Las iniciativas a enumerar superan la capacidad de soñar. Recordemos que estamos en cambio de época y en la onda eclesial de la sinodalidad, una de cuyas notas significativas es la de ser iglesia pueblo de Dios. La Iglesia es el cuerpo vivo de Cristo animado por el Espíritu Santo, el cual sostiene la vida de la Iglesia en su energía e incremento por medio de la variedad y mkultiplicidad de sus dones y carismas. La sinodalidad es también afirmación de que la Iglesia es comunión, que expresa la unidad radical, la “communio fidelium”, de la diversidad de funciones y oficios por la común participación en el sacerdocio de Cristo de todos los fieles. Cada bautizado, cada uno de nosotros, ha sido dotado de igual dignidad y libertad, sin formar parte de clases o estamentos asumiendo todos la misión confiada por Cristo a la Iglesia, aunque realizada de modo esencialmente diverso según la raíz sacramental del bautismo o del Orden (LG 13, AA 18). En tercer lugar la Iglesia es sinodal, es la específica forma de vivir y obrar de la Iglesia pueblo de Dios que manifiesta y realiza en concreto su ser comunión en el caminar juntos, en el reunirse en asamblea y en el participar activamente de todos sus miembros en su misión evangelizadora.
Esta Eucaristía quiere ser el lanzamiento alegre y generoso de una causa que nos incumbe a todos, y que, como los apóstoles en el libro de los Hechos que proclamamos en este tiempo pascual, comparte sus inquietudes y proyecta sus programas con la fuerza de la fe y la esperanza que se manfiesta en el servicio a los más necesitados de la comunidad.
Hoy es un día de gracia, de kairòs, de llamado imperioso a ponernos en camino, bajo la protección de los santos, del Beato Mosén Sol, de la Virgen Santìsima Madre de la Iglesia y del Trono de la Sabiduría que nos urge a dar razón de nuestra fe. Que este año centenerio sea de muchas iniciativas que nos lleven a buen puerto tanto en la causa de beatificación como en el fortalecer las instancias eclesiales del Movimiento de Cursillos para bien de todos. Pidamos a la Virgen Maria “que nuestro corazón se abra a todos los pueblos y naciones de la tierra, para reconocer el bien y la belleza que sembraste en cada uno, para estrechar lazos de unidad, de proyectos comunes, de esperanzas compartidas. Amén” (FT 287).